Una imagen de Timecode

Tras cinco nominaciones frustradas, el cine español espera que Juanjo Giménez levante por fin la estatuilla al Mejor Cortometraje de Ficción. Para ello tendrá que imponerse a cuatro filmes europeos de impecable factura.

Un año más la película elegida por la Academia de Cine para representar a España en los premios Oscar se ha quedado fuera de la lista de los cinco nominados a Mejor Película de Habla No Inglesa. Julieta de Pedro Almodóvar, que se impuso a La novia de Paula Ortiz y a El olivo de Icíar Bollaín en las votaciones previas de los académicos españoles, ni siquiera franqueó la primera criba de candidatos que dio lugar a una lista de nueve películas preseleccionadas. Desde 2004, año en el que Alejandro Amenábar logró la preciada estatuilla por Mar adentro, ninguna película española consigue que su título se pronuncie en el Dolby Theatre, anteriormente conocido como Kodak Theatre y sede permanente de los Oscar desde el año 2002.



Sin olvidarnos del Oscar técnico recibido este mismo año por el español Marcos Fajardo gracias al desarrollo del software Arnold para efectos especiales, la honra de nuestro cine la vuelve a salvar el mundo del corto, ese género que en España es casi invisible para el público pero que año tras año demuestra su enorme pujanza a nivel internacional. Timecode de Juanjo Giménez compite por el galardón al Mejor Cortometraje de Ficción, con muchas opciones de llevarse el gato al agua. Quien no podrá arrebatárselo es el también español Lluís Quílez, que se quedó a las puertas de la nominación tras entrar en la short list de 10 finalistas con Graffiti.



De esta manera Juanjo Giménez pasa a formar parte del selecto grupo de cineastas españoles que han optado al Oscar en esta categoría. Abrió la senda Juan Carlos Fresnadillo en 1996 con Esposados y le siguió en 2004 Nacho Vigalondo con 7:35 de la mañana. En 2006 el cine español logró colar dos cortos entre los cinco finalistas, Binta y la gran idea de Javier Fesser y Éramos pocos de Borja Cobeaga, y en 2013 Esteban Crespo se quedó a las puertas del éxito con Aquel no era yo. De hecho, ninguno de ellos logró la estatuilla, una estadística negativa con la que puede acabar Juanjo Giménez.



Timecode es una original historia de amor que tiene por protagonistas a dos trabajadores de seguridad de un garaje. Una película casi muda en la que los personajes se expresan a través de medios inesperados y que cuenta con un remate final inigualable. Su candidatura al Oscar viene avalada por la Palma de Oro en el Festival de Cannes, una proeza si se tiene en cuenta que competía contra 5.008 cortos de todo el mundo, y el Goya al Mejor Cortometraje de Ficción.



Sin embargo, las cuatro películas que compiten con Timecode presentan temas y propuestas formales perfectamente premiables en la noche del domingo, por lo que no se puede vaticinar cuál de ellas resultará vencedora.



El poder del corto europeo

Europa acapara por completo la categoría de Mejor Cortometraje de Ficción. A la película de Juanjo Giménez se oponen la francesa Ennemis Intérieurs, la danesa Silent Nights, la suiza La Femme et la TGV y la húngara Sing. Entre las cinco componen un mosaico que no solo refleja algunas de las principales problemáticas del Viejo Continente sino que muestra la riqueza y variedad de un lenguaje cinematográfico que estalla en imágenes sumamente poéticas.



Ennemis Intérieurs significa el debut de Selim Azzazi en la dirección tras una larga carrera como editor de sonido en superproducciones del cine francés, como La bella y la bestia (Christophe Gans, 2014), Adèle y el misterio de la momia (Luc Besson, 2010) o Babylon (Mathieu Kassovitz, 2008). La película de Azzazi es un estudio sobre cuestiones como la identidad nacional y los prejuicios raciales. Ambientada en los años 90, en un clima de incipiente tensión en Francia por culpa de la guerra civil argelina y la infiltración de terroristas en su territorio, el filme aborda la tensa entrevista entre un hombre argelino que trata de obtener la nacionalidad francesa y un policía.



La xenofobia se encuentra también en el esqueleto argumental de Silent Nights, el tercer corto del joven director danés Aske Bang. La historia gira en torno a Inger, una joven que trabaja de voluntaria en un comedor para inmigrantes ilegales y que, pese al enfermizo racismo de su madre, se enamora de uno de ellos. Quizá la mejor baza de Silent Nights para lograr la estatuilla sea el productor Kim Magnusson, todo un veterano en los Oscar al Mejor Cortometraje de Ficción con seis nominaciones y dos premios (por Helium en 2013 y Election Night en 1998). Algo a tener muy en cuenta en Hollywood, en donde saber vender tu producto es vital.



Con Ennemis Intérieurs y Silent Nights acaban las temáticas sociales para dejar paso a historias más livianas, aunque no por ello menos interesantes. La película suiza La Femme et le TGV, de Timo von Gunten. adapta la historia real de Elisa, una viuda que cada día ve pasar desde su casa el tren de alta velocidad y a la que le cambia la vida cuando la carta de un pasajero sale volando desde uno de los vagones para posarse en su jardín. Una interesante reflexión sobre la vejez interpretada por un mito como Jane Birkin en estado de gracia.



Por último, el director húngaro Kristóf Deák compite por la estatuilla con Sing, un drama infantil protagonizado por la joven Zsofi, una niña con dificultades para encajar en su nueva escuela que sufre el trato cruel de la directora del coro a pesar de su inmenso amor por el canto.



La suerte está echada. Ya solo falta saber si Timecode será capaz de romper la mala racha que persigue al cine español en la meca del cine.