Image: Trueba, Rodríguez y Sorogoyen, a competición

Image: Trueba, Rodríguez y Sorogoyen, a competición

Cine

Trueba, Rodríguez y Sorogoyen, a competición

16 septiembre, 2016 02:00

Jonás Trueba, Alberto Rodríguez y Rodrigo Sorogoyen

Del Madrid sensible y culto de Jonás Trueba en La reconquista al Madrid salvaje y caótico de Rodrigo Sorogoyen en Que Dios nos perdone pasando por el viaje de Alberto Rodríguez a las cloacas del poder, personificadas por el temible y enigmático Francisco Paesa, en El hombre de las mil caras. Los tres llegan al festival acreditados por solventes trabajos anteriores. Los tres ponen toda la carne en el asador.

Trío de ases para el Festival de San Sebastián. Todo un veterano del certamen como Alberto Rodríguez compite por la Concha de Oro con El hombre de las mil caras, en la que retrata la rocambolesca peripecia del oscuro agente del servicio secreto español Francisco Paesa, el hombre que ayudó, o no, a Roldán a escapar de la justicia española.

Frente a Rodríguez, dos jóvenes debutantes en el Festival como Rodrigo Sorogoyen, que después del éxito de Stockholm presenta una película de producción más ambiciosa, el thriller contemporáneo Que Dios nos perdone, y Jonás Trueba, que con La reconquista sigue indagando en las relaciones de pareja. Veremos tres películas completamente distintas, del retrato demoledor y significativo sobre las sombras de nuestro país de El hombre de las mil caras a ese Madrid actual marcado por la crisis y el calor del tórrido del verano de Que Dios nos perdone pasando por la nueva ración de esos personajes románticos y existencialistas de La reconquista.

"Estoy nervioso. Un festival tan importante siempre significa un riesgo", reconoce Jonás Trueba, que después del Premio Especial del Jurado en Málaga del año pasado con Los exiliados románticos nos habla en La reconquista del reencuentro de dos treintañeros que fueron novios en la adolescencia y que quince años después tratan de reconocerse a sí mismos y el amor que compartieron.

"Hay un aspecto de rabiosa actualidad en esta historia sobre Paesa, que es cómo la corrupción que marca la realidad española" dice Alberto Rodríguez

Reivindicar el romanticismo

"La idea de lo romántico está muy contaminada por esa connotación empalagosa pero yo lo reivindico". El paso del tiempo se impone como asunto en un filme hermoso en el que sus protagonistas se debaten entre sus viejas lealtades y los nuevos horizontes para tratar de encontrar algún tipo de respuesta sobre sí mismos: "No tiene tanto que ver con la nostalgia como con la certeza de que vivir es acercarse a la muerte. Vivir significa también enterrar lo que fuimos y eso provoca una herida. Hay un poema del argentino Roberto Juraos que dice que el primer amor es el más importante y todos los demás son un anhelo de revivirlo. No estoy del todo de acuerdo pero hay una verdad esencial en el fondo de ese verso".

Hay mucha música en un filme de ritmo moroso en el que la reconstrucción del pasado no se da por supuesta sino que surge de un esfuerzo por parte de los personajes: "Solo somos conscientes de las cicatrices cuando ha pasado el tiempo. En la mayoría de películas se va hacia atrás de una manera demasiado sencilla, aquí es algo más costoso. Uno va con su mochila y pretende que no le afecte pero nos afecta en todo, en nuestros gestos, en nuestra manera de ver las cosas, y solo con esfuerzo uno va comprendiendo la energía de ese poso".

"La cinta surge del espanto que siento al ver a la policía echándonos a hostias de las plazas durante protestas justas" dice R. Sorogoyen
De los corazones sensibles de los personajes cultos de Trueba en un Madrid retratado buscando su belleza pasamos al Madrid salvaje de la brutal Que Dios nos perdone. Ambientada en el centro de la capital en el verano de 2011, marcado por el eco de las protestas del 15M y la visita del Papa en su encuentro con los jóvenes, la película sigue la investigación de unos violentos crímenes por parte de dos policías, pletóricos Roberto Alamo y Antonio de la Torre, en busca de un asesino en serie que arrastran sus propios desequilibrios y problemas emocionales.

Rodrigo Sorogoyen realiza una reflexión sobre la idea del Mal con mayúsculas. "La película surge del espanto que siento al ver a la policía echándonos a hostias de las plazas cuando era una protesta justa. Recuerdo sentir miedo porque la situación se volvió explosiva en ese verano tan caluroso en el que se produjo la invasión de esos jóvenes que venían a ver al Papa. Yo mismo tenía miedo de la violencia. Lo que hacemos es poner a dos policías enfrentados a un asesino y nos preguntamos quién es más violento. Enfrentamos a tres seres, uno que mata gente y es la persona más buena en su casa y otro que es al revés, se dedica a perseguir a los delincuentes pero luego en su casa quizá esa persona maltrata a su familia. Al final buscamos la humanidad de esos tres personajes", dice Sorogoyen.

Con una distinguida trayectoria a sus espaldas que incluye grandes títulos como El factor Pilgrim (2000), con la que debutó en el propio San Sebastián en la sección Nuevos Directores, el supertaquillazo La isla mínima (2014), 7 vírgenes (2005) o Grupo 7 (2012), Alberto Rodríguez sigue indagando en la historia reciente de nuestro país con El hombre de las mil caras, thriller político en el que Eduard Fernández da vida a ese temible y enigmático Francisco Paesa, un hombre acostumbrado a manejarse en las sombras del poder y que, contra todo pronóstico, logra ganar una partida endiablada en la que Luis Roldán, el corrupto ex jefe de la Guardia Civil, sirve como pieza de trofeo. "Lo más curioso de cualquier timo", cuenta el director, "es que siempre se basa en que el timador hace sentir al timado que es él quien está llevando ventaja".

"Mi película no tiene tanto que ver con la nostalgia como con la certeza de que vivir es acercarse a la muerte" dice Jonás Trueba

En la españa del 92

Estamos en la España que acaba de superar los fastos del 92. Asistimos a una historia alambicada y compleja en la que nadie es lo que dice ser. Todo el mundo vive con el perpetuo miedo a vivir engañado. "Hay un aspecto de rabiosa actualidad en esta historia que es la corrupción que marca la actualidad española. Del mismo modo que los estadounidenses se han fijado en su historia en películas como Nixon o JFK creo que ha llegado la hora de que nosotros también contemos la nuestra".

Comienza a ser una sólida tradición que las películas que triunfan en San Sebastián después acaparen los Goya. Ahí tenemos al propio Rodríguez que en 2014 inició en el certamen la trayectoria gloriosa, tanto comercial como de crítica, de su ‘isla mínima'. Tan distintas entre sí como puedan serlo tres películas, los directores comparten una misma voluntad por adentrarse en los recovecos de la realidad de nuestro país para ofrecer perspectivas dispares pero complementarias. "Curiosamente en el cine español no existe un afán por cartografiar la ciudad y la geogropfía donde suceden las historias. Queremos captar la luz de Madrid, dicen que lo que define a la ciudad es su aire, para captar así esa cualidad pictórica de su cielo". El Madrid de Sorogoyen está agitado por una violencia externa e interna de unos personajes al límite que nos lleva a la reflexión sobre el mal. No puede ser más dispar, aunque existe una misma voluntad por relacionar los desvelos íntimos con los colectivos. Filme totémico e importante para conocer nuestra historia y nuestro presente, El hombre de las mil caras culminará una indagación sobre la tramoya de una actualidad dolorosa.

@juansarda