Image: Denzel Washington, un estilo inconfundible

Image: Denzel Washington, un estilo inconfundible

Cine

Denzel Washington, un estilo inconfundible

El actor recoge este viernes el Premio Donostia del Festival de San Sebastián, donde presenta de The Equalizer

19 septiembre, 2014 02:00

Denzel Washington

La película que presenta Denzel Washington (Mount Vernon,1954) en la 62 edición del Festival de San Sebastián, viene a engrosar la larga lista de productos de entretenimiento que ha protagonizado el más reconocido actor afroamericano de la industria de Hollywood. Películas como Virtuosity (Brett Leonard, 1995), Fallen (Gregory Hoblit, 1998), El coleccionista de huesos (Phillip Noyce, 1999), A contrarreloj (Out of time) (Carl Franklin, 2003), El libro de Eli (Albert Hughes, Alan Hughes; 2010), El invitado (Daniel Espinosa, 2012) o 2 Guns (Baltasar Kormákur, 2013) demuestran la capacidad del actor para hacer rentable películas de acción y thrillers de escaso interés artístico, algo de lo que pocos actores en la actualidad pueden presumir. Hay algo en Denzel Washington que le hace digno de nuestra confianza y nos incita a pagar una entrada de cine independientemente del proyecto en el que esté involucrado. Contra pronóstico ha acabado convertido en solvente héroe de acción quizá por su sonrisa de fanfarrón indomable, aunque también pueda torcer el gesto para interpretar a personajes de índole atormentada. Lo que sí es seguro es que, como actor, siempre ha poseído un estilo inconfundible y que a los 60 está en plena forma.

Sin embargo, poco hay que reprochar al segundo actor negro, tras Sidney Poitier (Los lirios del valle, 1963) galardonado con un Oscar a Mejor Actor. Aunque tal vez sí podríamos reprochar a la Academia que le concedieran tal premio por una película, Training Day (Día de entrenamiento) (Antoine Fuqua, 2001), en la que el auténtico protagonista no es él sino Ethan Hawke y en la que, francamente, su trabajo traspasa el límite de la sobreactuación. Pero no hay que rebanarse los sesos para encontrar actuaciones notables en su carrera. Curtido en la televisión durante los primeros años de los 80, cerraría esta década con dos papeles de gran enjundia. En Grita Libertad (1987), a las ordenes del recientemente fallecido Richard Attenborough, dotó de gran pasión y veracidad al activista antiapartheid Steve Biko. Por este trabajo recibió su primera nominación a los Oscars pero sería dos años más tarde, en 1989, cuando finalmente lo conseguiría en el apartado de actor de reparto por su participación en Tiempos de Gloria (Edward Zwick), un drama bélico ambientado en la Guerra de Secesión.

En 1990, con la película Cuanto más, mejor, iniciaría una relación profesional trascendental para su carrera con Spike Lee. En 1992, de nuevo con el director neoyorkino, entregó su mejor trabajo de siempre dando vida al líder del movimiento de liberación de la comunidad negra Malcon X. Después volverían a reunirse en dos filmes menores, la baloncestística Una mala jugada (1998) y, años después, en la comercial Plan Oculto (2006). En 1993, Washington se anotaría otro tanto en la también reivindicativa, en este caso por los derechos de los enfermos de SIDA, Philadelphia, aunque quien recibió todos los elogios fuera su compañero de reparto, Tom Hanks.

De esta manera, a mediados de los 90, Washington se encontraba en la cresta de la ola, rebosante de confianza y con la simpatía del público en el bolsillo. Todo ello lo aprovechó Tony Scott para formar con él una de los tándem más consolidados del cine de acción de los últimos 20 años. La primera película en la que aunaron esfuerzos fue Marea Roja (2005), un thriller ambientado en un submarino que dejó para la posteridad un impagable duelo interpretativo con Gene Hackman. No repetirían hasta 2004 en la taquillera El fuego de la venganza y después volverían a colaborar en la fallida Déjà Vu (2006), en el remake de Asalto al tren Pelham 123 (2009) y en la reivindicable Imparable (2010). El triste suicidio del director en 2012 pondría fin a tan exitosa relación profesional.

Entre tanto, Denzel Washington continuó trabajando en importantes proyectos, siempre con un marcado tono comercial. El informe Pelicano (Alan J. Pakula, 1993), Huracan Carter (Norman Jewison, 1999), American Gangster (Ridley Scott, 2007) y El vuelo (Robert Zemeckis, 2012) demuestran que el talento interpretativo de este actor nunca estuvo reñido con la taquilla. Incluso llegó a probar la dirección, aunque sin demasiada suerte, en Antwone Fisher (2002). The Equalizer, en la que repite con Antoine Fuqua, con el que consiguió el Oscar a Mejor Actor por Training Day, es la película que presenta esta noche en el Festival de San Sebastián antes de recibir un merecido Premio Donostia. Sin embargo no parece que este remake de la serie de los 80 El justiciero se encuentre entre los mejores trabajos del actor. Para volver a verlo en plenitud de condiciones seguramente haya que esperar a uno de sus futuros proyectos, El círculo Materase de David Cronenberg.