Image: Sylvain Estibal

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Cine

Sylvain Estibal

"Alguien me dijo que acabaría como Salman Rushdie"

8 noviembre, 2013 01:00

Sylvain Estibal estrena Un cerdo en Gaza. Foto: Javi Martínez

El director y periodista estrena 'Un cerdo en Gaza', pelicula que se adentra en el conflicto palestino-israelí en clave de humor.

Ha habido pocas comedias tan divertidas en los últimos tiempos como Un cerdo en Gaza. Por insólito que parezca, Sylvain Estibal (Uruguay, 1967) logra extraer una mina de comicidad de un lugar a priori tan poco divertido como la franja de Gaza, en la que viven un millón y medio de palestinos en una prisión gigantesca. La odisea de un pobre pescador ya madurito que no consigue pescar nada y le aparece un cerdo en sus redes da pie a Estibal a construir una farsa delirante y muchas veces tronchante sobre la absurdez del fanatismo religioso y de una situación política tan cruel como disparatada. Llena de diálogos ingeniosos y momentos memorables, es un filme bienintencionado que acaba pecando por exceso de optimismo pero logra lo que muchos otros títulos han buscado, una justa equidistancia, al situar no un debate entre contrarios sino a las mismas personas enfrentadas al mismo mal del fanatismo.

- ¿Cómo surge su interés por Oriente Medio?
- No lo conocía de nada pero hice un proyecto con France Press que consistía en dar una cámara de fotos a una familia palestina y a otra israelí, tenían que hacer fotos de su vida personal y luego intercambiarlas. Después hablaban cada uno de la vida del otro. Eso me dio un vínculo muy fuerte con esa región. Es un conflicto que hace tiempo ha desbordado sus fronteras para convertirse en un problema mundial.

- La película parece un cuento clásico, la fábula del buen pescador y su cerdo vietnamita.
- Se trataba de hacer algo realista que al mismo tiempo tuviera todos los aspectos del cuento. No puedes irte muy lejos porque tienes que mostrar la cruda realidad que está sucediendo. Nunca puedes ser completamente imparcial pero más que denunciar a un lado puedes mostrar la absurdez, lo que hacemos es ofrecer una visión un poco exagerado pero que en el fondo es lo mismo que está pasando. Se habla de islamistas o sionistas y mucho de política pero pocas veces se tiene en cuenta a la gente normal que está sufriendo presiones por todas partes, por su propia comunidad, por la situación militar.

- Se plantea un reto enorme, hacer comedia a partir de una situación trágica. ¿Cómo ha evitado frivolizar?
- Ese era el riesgo. Pero hay una necesidad porque todo está muy estancado y puede continuar así durante siglos. Yo digo que es un grito de rabia porque hace tiempo que se ha superado el límite y no puede durar de forma eterna. El humor está al límite del mal gusto pero quiero provocar a la gente de manera positiva. En ningún momento hice censura ni traté de ocultar nada, y hay cosas que pueden molestar a ambos lados. Y el humor ayuda a eso.

- ¿Cuál es la reacción de ambos lados?
- No lo sé porque no se ha estrenado, pero la gente la piratea y me escribe diciendo que les ha gustado. Lo mejor es que les gusta a los dos. En Francia ambas comunidades la han apoyado, lo cual es todo un milagro. Para mí eso fue un logro personal porque no quería que tuviera ningún sello, ni propalestino ni proisrael. El cine israelí es muy moderno de izquierdas, y el palestino es más duro, y yo quería aportar algo distinto. Es curioso que los únicos que han estado en contra de la película son los que no conocen el sitio porque te dicen que es frívolo. Pero en Gaza todos te decían que ellos se quieren reír también. Les gusta que por una vez lleguen cosas positivas de ellos.

- El protagonista es un clásico de la comedia italiana, ese hombre medio, sin un duro, tirando a pusilánime, que se ve arrastrado por las circunstancias.
- Me gusta mucho la comedia italiana y es una gran fuente de inspiración. Esa mezcla entre cómico, ácido, negro. Me gusta muchísimo por ejemplo Brutos, sucios y abandonados. Lo que vemos son personajes que no son libres, que siempre tienen unos límites impuestos por su propia sociedad. Tanto el pescador como la judía son inadaptados y al mismo tiempo están aislados.

- Es un personaje muy enlazado también con la gran tradición cómica, hay ecos de Chaplin, de Keaton, o de esos italianos tan expresivos.
- Lo veía como un Chaplin, está en el mundo un poco perdido, pero no es tonto. Busca la manera de obtener su pequeño beneficio, no se mueve en grandes conceptos pero es muy listo a la hora de encontrar soluciones.

- Vemos una enorme desconfianza previa, ¿el problema es también que sencillamente no se hablan?
- Lo que más me sorprendió allí es que los dos se ven como víctimas. Es muy difícil llegar a un acuerdo cuando ambos se sienten ofendidos. Los judíos sienten que están aislados en medio de palestinos y árabes y los otros detestan su ejército. Poder salir de sí mismo y dar un paso adelante precisa mucho coraje, es muy complicado. Lo más curioso es que se parecen mucho, culturalmente están muy próximos, es una cuestión de política. Es difícil olvidar toda esa historia. Cuando se comunican entre ellos es muy fácil porque se parecen mucho.

- Hay una crítica muy clara contra el islamismo radical, ¿temió las consecuencias?
- Alguien me dijo que terminaría como Salman Rushdie. Lo intenté reflejar de una manera graciosa pero no cruzar el límite y entrar en la pura religión. Por ejemplo los islamistas no los puse como los barbudos habituales porque es un tópico. Muchas veces esos islamistas son una pura mafia, es un pretexto para tener poder. Yo lo quería ver más que como un fenómeno religioso como una estructura de poder. Lo que yo defiendo es que dentro de tu fe tienes el derecho absoluto a creer en algunas cosas y otras no, mantener una postura crítica.