Image: ¡Buñuel eterno!

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Cine

¡Buñuel eterno!

En el 30 aniversario de su muerte se hace necesario recordar a un cineasta valiente y arriesgado, que habló sin tapujos de los impulsos del ser humano y pagó un alto precio por ello

29 julio, 2013 02:00

Luis Buñuel practicando boxeo en la Residencia de Estudiantes. Foto: Archivo de la Residencia de Estudiantes

Especial: Los cien de Buñuel

Treinta años después de su muerte, Buñuel sigue brillando como uno de los mayores genios de la cinematografía mundial. Buñuel supera categorías, etiquetas y clasificaciones para erigirse como uno de los cineastas más personales que jamás han existido en la historia del cine. Junto a Dalí y Lorca, con los que coincidió en la residencia de estudiantes, a sumar por supuesto Picasso, Buñuel es quizá el artista español más importante y conocido fuera de nuestro país de todo el siglo XX. Sin duda, en parte porque no tuvo más remedio que marcharse de España, una de las tragedias culturales más brutales que ha padecido este país.

Producto de una España miserable marcada por la pobreza, el atraso, el fanatismo religioso de una rigidez insoportable y finalmente la ominosa guerra civil que provocó su exilio, su primer corto, Un perro andaluz, dio lugar a una de las escenas más famosas de la historia del cine, ese ojo rasgado que aun hoy ilustra muchas veces a este arte como imagen más emblemática. Su primer filme, La edad de oro, seguía siendo muy deudor del surrealismo y prefiguraba uno de sus grandes temas, los efectos de una sociedad represora sobre la psique humana. El documental Las Hurdes, es otro clásico en el que vemos una de las zonas más atrasadas de España.

Con motivo de la guerra y tras su poca exitoso exilio a Estados Unidos, Buñuel pasó una larga y penosa década sin poder dirigir. En México pudo retomar de nuevo su filmografía entregando una serie de obras maestras en las que brillarían su capacidad para al mismo tiempo reflejar con certeza las condiciones sociales, en un país muy marcado por las diferencias y la huella del colonialismo, así como las pasiones humanas más desbocadas. La insuperable Los olvidados (1950) es un brutal retrato de la delincuencia en las barriadas del DF y la sensacional Demonio y carne (1951) nos cuenta la historia de los varones de una familia que sucumben al atractivo de una joven exuberante y prefigura el Teorema de Passolini.

Las pasiones turbulentas regresan con Don Quintín el amargado (1951), un estudio sobre los celos masculinos; El bruto (1953) es otro demoledor retrato sobre las diferencias sociales y Él (1953) es una obra maestra de la indagación psicológica sobre el complejo de inferioridad y, de nuevo, los celos. La locura masculina vuelve a aparecer en Ensayo de un crimen (1955) y la popular Nazarin vuelve a reflexionar sobre los rigores religiosos y los apetitos carnales a partir de un cura tentado por el pecado. La fiebre sube al Pao (1959) es un retrato de las pasiones pero también una agudísima parábola sobre las miserias de la política y del colonialismo.

En los años 60, un Buñuel pletórico realiza algunas de sus películas más conocidas. Viridiana (1961), su regreso a España, es una de las películas más famosas de la historia del cine y una inmersión perfecta en su universo fetichista y atormentado con parábola bíblica incluida. El Ángel Exterminador (1962) se convirtió en un símbolo internacional de la crítica a una burguesía ensimismada y banal. A finales de los 60, comienza la etapa francesa de su filmografía y también una época en la que Buñuel se sentía capaz de hablar con mayor libertad de sus obsesiones. La célebre Belle de jour (1967) representa a Catherine Deneuve como una burguesa que se prostituye en sus horas libres. Tristana, adaptación de Pérez Galdós, vuelve a tocar el tema del señor maduro enamorado de una joven mientras El discreto encanto de la burguesía es un nuevo viaje al terreno de lo perverso.

Su última película, Ese oscuro objeto del deseo, en la que Fernando Rey trata de seducir a Conchita (interpretada por Carole Bouquet y Angela Molina) es una indagación modélica en su obsesión por la obsesión, las difíciles relaciones entre hombres y mujeres, la propia naturaleza del macho dominado por el deseo y esclavizado por los sentimientos y las fuerzas represoras que marcan nuestra vida. Buñuel fue un cineasta valiente y arriesgado que habló sin tapujos de los impulsos más profundos del ser humano y tuvo que pagar un alto precio por ello. No tuvo una vida fácil pero sí murió con el reconocimiento universal que siempre mereció. Hoy brilla como uno de los grandes creadores del cine de todos los tiempos.