Image: Val del Omar, el 'cinemista'

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Cine

Val del Omar, el 'cinemista'

Se rescatan trabajos inéditos del visionario

15 octubre, 2010 02:00

Imagen de Acariño galaico, de Val del Omar.

El cine más inclasificable del arte español, el de Val del Omar, renace no sólo en el Reina Sofía, sino en una lujosa edición de DVD (Cameo) que incluye su obra casi íntegra y descubre trabajos insólitos.

No podremos evitarlo: James Cameron pasará a la historia como el cineasta que inventó el 3D y revolucionó, una vez más, la experiencia audiovisual. Pero todavía estamos a tiempo de reconocer para siempre la importancia visionaria que José Val del Omar tuvo en la historia del arte (y no sólo en la del cinematógrafo). Antes de que sea demasiado tarde, antes de que el tiempo corroa sus inventos y desdibuje sus películas, se impone una necesidad: abrir los ojos y dejarse guiar por la desbordante luz de una obra tan breve como perdurable. Porque algo es cierto: no hay memoria humana capaz de borrar de sus neuronas los bellísimos fotogramas de Val del Omar, fogozanos de mística sobre celuloide que deslumbran la mente para iluminar el corazón. Amemos a Val del Omar.

Y se preguntará la España olvidadiza, ¿quién es José Val del Omar? Granadino viajero y nómada, Val del Omar nació en 1904 y fue fotógrafo y cineasta, amante de la vida y prodigioso inventor, padre de familia y místico-tecnológico de profunda devoción amorosa; creador incomprendido y arrinconado. Un "guerrillero de sí mismo que sólo tuvo una idea en su vida: hacer lo que le daba la gana", en palabras de Gonzalo Sáenz de Buruaga, yerno, heredero de Val del Omar y su "representante en esta galaxia. Porque hay otras galaxias, y allí tendrá otros representantes". Muerto joven en 1982, a la edad de 78 años, en un accidente de coche, Val del Omar dejó en un semisótano del madrileño barrio del Pilar su Laboratorio PLAT: un perfecto desorden de películas inacabadas, experimentos, diapositivas, cables, cámaras y muchos inventos que pocos son capaces de reparar y mucho menos de entender.

El legado de muchos años dedicados a una visión que él llamó "meca-mística", una creación audiovisual que expandiera el cine más allá de los límites tradicionales y que permitiera alcanzar una verdad más pura a través de la revolución tecnológica. Un futurista español, un inventor genial, un vínculo entre las vanguardias y el arte moderno que se adelantó muchos años a muchas cosas. Al cine expandido de los años setenta, por ejemplo, con sus proyecciones desbordantes; al sonido envolvente, con sus sistemas Diafónicos; o a esa idea tan propia del arte moderno del proceso artístico como cuestión central y foco de interés. Porque el trabajo de Val del Omar, el que se conserva, es exiguo en duración pero infinito en sus ramificaciones: un work in progress que desborda el cine, sus formatos y la obra terminada. Como él mismo sellara algunos de sus trabajos: "Sin fin", en lugar del tradicional "The End". El cofre que ahora presenta Cameo, en colaboración con el Archivo María José Val del Omar y Gonzalo Saénz de Buruaga y el Museo Reina Sofía, no sólo termina con el aura de cineasta inaccesible que ha rodeado injustamente a Val del Omar, permitiendo disfrutar de su obra cumbre, y en versión restaurada, el "Tríptico elemental de España", realizado entre 1953 y los años sesenta, sino que despliega un sinfín de complementos como películas familiares, trabajos previos al Tríptico, hasta hoy inéditos, o estudios visuales sobre el poderío inabarcable de su imaginación visual y tecnológica.

Pero entre todo el laberinto de complementos, collages y extras que incluyen los cinco DVD sobresale el trabajo que Velasco Broca realizó en el laboratorio PLAT. Un cortometraje de apenas cinco minutos que se dibuja como el auténtico heredero del espíritu meca-místico del granadino. Bajo el título de Val del Omar fuera de sus casillas, Velasco Broca transformó el encargo inicial, un making of al uso, en un trabajo mágico y enigmático para devolver a la vida el espíritu del cinemista (de cineasta y alquimista): "No es un cine experimental, es cine de la experiencia. Se trataba primero de resucitar a Val del Omar en los miembros del equipo de rodaje. Para ello hicimos algunas intervenciones en el PLAT, donde estuvimos viviendo y trabajando una semana con total libertad. Y luego había que transmitir esas experiencias al espectador de una forma anímica y no intelectual o descriptiva", afirma Velasco. El resultado es un híbrido entre poema y conjuro, la encarnación de algo que pide siempre Sáenz de Buruaga: que Val del Omar siga vivo en nuevos valdelomarianos.