Image: Rebecca Miller

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Cine

Rebecca Miller

“Si negamos el pasado seremos seres sin atributos”

25 junio, 2010 02:00

Rebecca Miller, en un momento del rodaje.

La novelista, actriz y cineasta Rebecca Miller vuelve hoy a nuestras carteleras con La vida privada de Pippa Lee, adaptación de su propia novela que protagoniza Robin Wright. La hija de Arthur Miller e Inge Morath, y mujer de Daniel Day-Lewis, lleva hoy a la pantalla sus experiencias vitales.

No es autobiográfica", insiste Rebecca Miller (Roxbury, Connecticut, 1962), aunque es difícil disociar su peripecia existencial de la persona en crisis que aparece en La vida privada de Pippa Lee, una mujer de cuarenta años que siente el vacío de su vida cuando descubre que su marido, un editor mucho mayor que ella, la engaña con su mejor amiga. Se multiplican entonces los problemas con su hija y redescubre la sexualidad en los brazos de un camionero. La película, adaptación de una novela propia, reflexiona sobre los errores del pasado. La forma en que Miller ha trabajado difiere de cualquier otra adaptación: "La escritura de la novela fue una experiencia catártica. Cuando decidí adaptarla para el cine quise que el lienzo tuviera más emociones en la paleta", explica.

La directora ha contado con un notable reparto, con Alan Arkin, una recuperada Winona Ryder, Keanu Reeves, la ubicua Julianne Moore, Monica Bellucci y, sobre todo, Robin Wright Penn y Blake Lively, madre e hija en la ficción, alimentando una el trabajo de la otra. "No quise que pasaran mucho tiempo juntas. Robin vio los trabajos de Blakely en vídeo y se apropió de un movimiento de cejas que ella había adoptado como tic. Así, la fusión se produjo por completo". Muchas de de las escenas ocurren tan sólo en la cabeza de Pippa. De hecho, la escena sexual está rodada de una manera tan onírica que queda en el limbo de lo irreal. La fuente literaria se revela con el uso, quizá excesivo, de flashbacks a sumar una narración en off. Y es que la llegada al cine de Miller fue difícil y complicada. "A nadie le interesaba que yo dirigiera. Llamé a todas las puertas. Comencé a escribir pequeñas historias y así creé Personal Velocity y pude ir a Sundance". Allí ganó el Gran Premio del Jurado y tras media docena de películas como actriz, carrera que abandonó en 1993, su destino quedó perfilado.

Desde entonces, ha dirigido historias protagonizadas por mujeres. En Berlín, compitió también con La balada de Jack y Rose, en la que abordaba el complejo de Electra. "Pippa descubre que quiere realizar varias huidas: de su pasado, presente e incluso de sí misma". La hija y mujer de grandes artistas no cree que el tránsito a la madurez pueda, ni deba, conllevar el olvido: "No es posible. Somos nuestro pasado. Nuestros padres y maestros siempre estarán con nosotros y si negamos ese legado seremos seres sin atributos. El vacío nos impedirá evolucionar. En mi país se ha creído en esa noción de reinventarse, cambiar de lugar e incluso de identidad. Se puede intentar, pero el pasado siempre estará con nosotros".

Vida familiar
Rebecca Miller prohíbe expresamente las preguntas personales. No es que reniegue del padre y el marido, es que prefiere estar asociada consigo misma. Ha sacrificado su carrera para vivir en Irlanda dedicada a sus dos hijos y a las necesidades familiares. Para ella, su escape es la escritura, "que me ayuda a no volverme loca". Como Pippa Lee, ha elegido la vida familiar: "Es lo que nos ocurre a todas las mujeres. En un momento determinado de nuestras vidas dejamos de ser nosotras mismas. Nuestro sentido ilimitado del sacrificio es muy elevado. Y a veces, pagamos un precio muy alto".

No hay reproche en la voz de esta mujer diferente, de apariencia frágil y una belleza de un clasicismo antiguo. En el filme, cuando Pippa se casa con el editor, la primera mujer de éste se suicida. Es imposible no compararlo con la más célebre de las tragedias del show business: dos meses antes de que su padre se casara por tercera vez con la fotógrafa de la agencia Magnum Inge Morath, Marilyn Monroe, su esposa anterior, se suicidó. De nuevo, un territorio vedado. Su nuevo paso, ser patrón del teatro de Dublín, el Grand Canal.