Image: Margot y la boda

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Cine

Margot y la boda

Director: Noah Baumbach

19 junio, 2008 02:00

Arriba, Nicole Kidman y Jennifer Jason Leigh. Abajo, con Evan Rachel Wood.

Estados Unidos, 2008. Intérpretes: Nicole Kidman, Jack Black, Jennifer Jason Leigh y Seth Barrish. Guión: Noah Baumbach. Duración: 93 mins.

Como un Wes Anderson sin gracia; un Spike Jonze sin ideas, o una Sofia Coppola sin fondo de armario. Noah Baumbach representa el lado árido del cine cool. Eso sí, no ser tan conocido como ésos le ha dotado de un atractivo a su pesar. No se puede presumir de moderno sin poseer la gracia de la exclusividad. Ser el menos popular ha convertido a Baumbach, qué cosas, en el más popular de la clase. Pero no nos despistemos. El director de la premiadísima (en el festival de Sundance y alrededores) Una historia de Brooklyn presenta ahora Margot y la boda. De nuevo, son los avatares de la familia "desestructurada" (palabra clave), los escombros del baby boom, los desastres del campus de Berkeley, los que ocupan al siempre circunspecto director.

En su anterior película, era la crisis familiar transmutada en divorcio la que servía para construir un intenso relato a través de la inocencia perdida, la inmadurez del padre o, ya puestos, los inconvenientes de la custodia compartida. La película se beneficiaba de una forma de narrar transparente, lejos de convencionalismos, apoyada por la solidez de unos diálogos creíbles. Lástima que la travesía desembocara en una, esta vez sí, convencional y algo plomiza reivindicación de la familia unida que para sí quisieran los payasos de la tele.

Ahora vuelve al ataque y... malas noticias. Margot y la boda acentúa la peligrosa deriva de Una historia de Brooklyn hasta el paroxismo. Convencido de su genialidad, el director convierte cada uno de sus tics en rasgos de carácter. Donde antes se adivinaba una ligera afectación, esta vez abruma. Autoindulgente y cargante, se deja llevar por unos diálogos que quieren ser originales y se quedan en ocurrentes. De poco sirve la acertadísima interpretación de Nicole Kidman (por cierto, más que un lifting, tiene la cara centrifugada), la resurección de Jennifer Jason Leigh, el soberbio debú de ese extraño adolescente que es Zane Pais o los esfuerzos del cómico Jack Black por quitar hierro. La historia de una escritora neurótica incapaz de tener una relación tranquila con su hijo, su marido, su amante, su hermana, su futuro cuñado o su mismísima mismidad (basta) es un innecesario y algo pedestre catálogo de naufragios. Por supuesto, la familia es la única tabla a la que amarrar tanta patología existencial. Es decir, y por abreviar, Baumbach no es Bergman.

Nótese que no anda lejos de Wes Anderson (con quien colaboró en el guión de The life aquatic). De hecho, los dos filmes de Baumbach podrían leerse como la versión en prosa (por prosaicas) de Los Tennenbaums. Sin embargo, una cosa separa a ambos de forma drástica: el sentido del humor, el único método homologado de separar el genio de la paja. Ver a Anjelica Huston mandando al carajo a sus vástagos en Viaje a Darjeeling tonifica. Aquí, ni rastro. Todo en este Baumbach es incontinencia, pesada y cargante incontinencia.