Cine

Miranda July

“El cine independiente también es sexista”

15 diciembre, 2005 01:00

Miranda July

La artista conceptual norteamericana Miranda July ha conquistado a los festivales de Sundance y de Cannes con Tú, yo y todo lo demás. El Cultural ha hablado con ella justo antes del estreno en España de su sorprendente debut, un derroche de talento y originalidad que escribe, dirige y protagoniza.

En los primeros instantes de Tú, yo y todo lo demás, nos atrapa un intrigante plano: un pájaro al borde de una rama, a punto de volar. En esa actitud nos sorprende la película de la debutante Miranda July (Vermont, 1974), en la antesala de un viaje ensoñador y mágico, ácido y tierno, por las complejas emociones de seres no acostumbrados a frecuentar las pantallas. ¿Recuerdan Punch-Drunk Love (2002, P. T. Anderson) y Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004, M. Gondry)? Miranda July reconoce la influencia de estas películas -"mis preferidas de los últimos años"- en su ópera prima, premiada en Sundance (Gran Premio del Jurado) y en Cannes (Cámara de Oro), pero sería injusto relegar a un espacio común un film tan personal como éste.

-Es curioso, porque ese plano del que me habla es el primero que filmé, mi estreno como directora. Siempre, en todos mis trabajos artísticos, propongo que el espectador viaje conmigo a sensaciones poco convencionales, a una parte de ellos mismos que quizá todavía no han explorado. Uno de los principales motivos de mi trabajo es la creencia en uno mismo como motor de su vida, en la autoconfianza para hacer todo aquello que nos da miedo. Richard [John Hawkes] se encuentra en un momento de confianza cero, no siente que pueda ser un buen padre, ni un buen amante, ni un profesional competente... el pájaro a punto de volar, en cierto modo, le permite no darse del todo por vencido. Cuando uno tiene miedo, debe invitar ese temor a convivir con uno mismo.

La timidez y delicadeza aparentes de July, a quien entrevistamos en el Hotel Suecia de Madrid minutos antes de que visite el Centro Reina Sofía (en cuyas salas ha exhibido parte de su obra conceptual ), oculta una guerrillera del arte que lleva quince años batallando en el escenario underground norteamericano. Novia del también director de cine Mike Mills (Thumbsucker), sus performances en vídeo se han proyectado en el Guggenheim de Nueva York. Con su primer largometraje (que escribe, dirige y protagoniza), se suma a ese puñado de cineastas, cada vez menos, que aún permiten creer en un cine "indie" capaz de salir de su ombligo para alcanzar sensibilidades ajenas.

Emociones errantes
-¿Cómo ha sido el proceso de gestación de Tú, yo y todo lo demás?
-Muy sencillo. Viajando en tren me vinieron a la cabeza dos imágenes: un padre y dos niños, y una directora de un museo y una artista solitaria, y pensé que a partir de ahí iría creando más personajes y situaciones. Cuando salí del tren, le dije a un amigo: "Ya tengo mi primera película". Me inscribí en la Oficina de Sundance de desarrollo de guiones, y al tercer intento lo aceptaron. A partir de ahí, todo ha ido muy rápido. Tuve la oportunidad de rodar siete escenas del guión en el mes de prácticas, y eso fue muy importante porque me obligó a sacar las historias fuera de mí.

Bajo la apariencia de un relato coral, Tú, yo y todo lo demás sigue las peripecias de varios personajes, si bien se centra en la marciana historia de amor que viven Christine y Richard, una artista conceptual que conduce taxis para ancianos y un empleado de una zapatería recién separado y con dos hijos adictos a los chats subidos de tono. En los escenarios de la película (rodada en el valle de San Fernando), confluyen también dos adolescentes obsesionadas con el sexo, la estresada directora de un museo, una niña que acumula objetos para su futuro marido... emociones errantes, impulsos secretos, pequeños gestos más allá de las palabras.

-En su web personal (www.mirandajuly.com) ha desarrollado una filosofía, un juego, que trata de conectar personas. ¿Es esta necesidad la gran inspiración de la película?
-Puede ser. Esta película procede, sobre todo, de los grandes anhelos que tenía de pequeña, de pensar en qué me depararía el futuro, en encontrar a alguien, en cómo la magia intervendría en mi vida para transformalo todo. Luego pensé en cómo esos sueños han evolucionado con la edad, a medida que me convertía en un ser adulto más atormentado y temeroso, pero conservando la fantasía y las esperanzas.

-Comenzó su carrera en la escena vanguardista, lo que significa que siempre ha trabajado con plena libertad creativa. ¿Tras el éxito de su primera película, cree que esa libertad corre peligro?
-Yo procuro pensar todo lo contrario, que el éxito sólo va a influirme de modo positivo. No voy a dejar de hacer performances o de subirme a un escenario cuando me apetezca. Además ahora tendré más seguridad, más poder y hasta más libertad. Si alguien quiere controlar mi próxima película, bastará con decirle que no. La controlaré yo como siempre he controlado todo mi trabajo. El éxito de mi película puede garantizarme eso, que podré trabajar con libertad.

-Acostumbrada a trabajar en la abstracción, ¿fue un reto escribir una historia que responde más o menos a una narrativa convencional?
-La verdad es que esa limitación me la vengo imponiendo desde hace tiempo. Empezó a interesarme en qué medida podría mostrar en un territorio más prosaico los conceptos algo efímeros y mágicos con los que suelo trabajar. Simplemente me pareció que el cine era el medio más adecuado. Lo irónico es que, como resultado de hacer algo muy narrativo, mis piezas más abstractas se hicieron todavía más abstractas. Supongo que donde más cómoda me siento es en el punto en el que abstracción y narración se tocan. Creo que eso es lo que probablemente le confiere ese estado de ensoñación constante a la película.

Anhelos y deseos
-La infancia juega un papel muy importante en el film. Los niños actúan como adultos y algunos adultos actúan como niños. ¿Cómo ha intervenido su propia infancia?
-En mi infancia es donde entré en contacto con mi creatividad. He tenido que ocuparme de mí misma a través de ella, porque mis padres estaban tan ocupados en otras cosas, que era mi forma de hacerme ver y llamar la atención sobre lo que me importaba. Hay un personaje en el film, Silvia, que es una niña que sueña con su vida en el futuro, y va acumulando una "dote" para quien vaya a ser su pareja. Este personaje está claramente basado en mi propia infancia. De niña, era mucho más materialista que ahora.

-Aparte de las similitudes superficiales, ¿cuánto hay de usted en Christine, la artista que interpreta?
-La verdad es que todo mi trabajo anterior, las performances, los cuentos cortos, están basados en mi propia personalidad. Esta vez, para una película, me resultaba un poco difícil escribir algo que pudiese identificarse conmigo. No quería exponerme demasiado, no me sentía cómoda. Además, me parece mucho más difícil interpretarme a mí misma que a un personaje inventado. He escrito escenas para Chris que no tienen nada que ver conmigo, y son esas escenas las que más tarde me hacen darme cuenta de lo distanciada que estaba de mí. En realidad, hay algo de mí en todos los personajes.

-Es muy interesante el modo en que trata el sexo en su película. Consigue que lo escabroso sea hasta inocente. ¿No le ha creado problemas involucrar a menores de edad en escenas de contenido sexual?
-Es muy complicada la negación que hace la sociedad americana de la parte sexual en la infancia. Está probado que ya nacemos sexuales, pero la idea general en la que nos educan es que el sexo aparece, de repente, en la adolescencia, y te deja loco y obsesionado. Esto es lo que pasa con las dos adolescentes de la película. Es sorprendente, pero el caso es que la distribuidora me puso problemas para que las chicas mencionaran la palabra "mamada" (blow job), así que les dije que dijeran otra, una palabra inventada. Lo absurdo es que no me pusieron problemas para grabar la escena en la que de hecho practican la felación.

-Como mujer cineasta, ¿ha sido especialmente difícil para usted sacar la película adelante?
-Cuando buscaba financiación, tuve la sensación de que había algo de prejuicio en el hecho de ser mujer. Nunca puedes asegurar que pasen de un proyecto por eso, y probablemente influyó más que yo no quería estrellas en el reparto. Pero una vez que terminé la película, llegó a Sundance y vi que de las dieciséis películas en competición, sólo dos eran de mujeres, me quedé algo perpleja. Me pregunté: "¿Aquí también ocurre? ¿También son sexistas?". La respuesta es que el cine independiente también lo es. No sabes claramente cómo se manifiesta, pero es algo que está ahí.

-¿Con qué le gustaría que el espectador se quedara de la película?
-Supongo que la idea de que algo es posible cuando antes no lo era... sea una sensación, una reflexión, una conversación o el hecho mismo de crear algo. Me encanta cuando algo me hace sentir que hay más espacio en el mundo del que conocemos. Creo que esa idea es la quiero transmitir.