Cine

David Cronenberg: "Pretendo noquear al espectador con cada imagen"

13 octubre, 2005 02:00

David Cronenberg lo ha hecho de nuevo: una obra intensa y lúcida como pocas de las que ofrece el actual cine norteaemericano. Se titula Una historia de violencia y en ella el director candiense (Toronto, 1943) explora de nuevo las más bajas compulsiones humanas. Tras desatar la controversia en el pasado festival de Cannes, el director de Videodrome y Crash, de exquisitas maneras, llegará este domingo a Sitges acompañado del protagonista del filme, Viggo Mortensen, donde presentará su película unos días antes de que ocupe las pantallas españolas.

-Con sus películas parece decirnos que la línea que separa al hombre bueno del malo se hace cada vez más delgada...
-Cada vez más. Esta es la alegoría para los Estados Unidos de hoy en día. Cómo un aparente buen hombre, del medio Oeste, dueño de un aburrido café y amante padre de familia, puede ser a la vez el más sanguinario de los asesinos si le ponen en una situación de aprieto. Se convierte en un héroe a su pesar y eso le destruye, con la contribución de los medios de comunicación. No he utilizado vísceras, ni imágenes sangrientas, ni disfunciones sexuales... diríamos que esta es mi película “menos Cronenberg” (risas.)

-Ha vuelto a escudarse en la productora New Line.
-Es la única manera en la que puedo hacer mis películas. Tras el fracaso de taquilla que fue Spider encontré en New Line a gente que podría arriesgar los 32 millones de dólares necesarios para esta película y lo que se considera en la industria como ideas transgresoras. En fin, quizá los grandes estudios no quieran invertir en historias que analizan crisis existenciales o la desconcertante naturaleza de la identidad humana. Y no les culpo por ello.

-¿Conocía el cómic de John Wagner y Vince Locke cuando firmó el contrato para el filme?
-No. Ni siquiera había oído hablar de él. Eso me ha permitido fusionar elementos del western, películas de gángster, road movies y dramas colegiales de instituto con total libertad. Pretendo que cualquier espectador se sienta noqueado con cada imagen, y no sepa qué esperar secuencia a secuencia.

-¿Puede que esta sea su película en la que con más claridad ofrece su percepción de la sociedad norteamericana?
-Para mí la Nortemérica de Bush Jr. contiene una náusea implícita, una especie de falsa felicidad, Biblia en mano y bienestar muy lejos de la realidad. Cualquier imagen idílica se puede tornar en una pesadilla. Y el mejor de los hombres, el más apacible, oculta la piel del lobo.

Pesadilla hitchcockiana
Como en los mejores arranques de las películas de Hitchcock, la idíilica tranquilidad que respiran los primeros fotogramas de Una historia de violencia sólo pueden ser el anuncio de algo mucho peor que está por llegar. Tom Stall (Mortensen), el dueño de un bar de carretera de Millbrook, en Indiana, casado con una abogada y padre de un adolescente y una niña, se ve elevado a categoría de héroe cuando mata a sangre fría a dos criminales que irrumpen en su negocio. La visita de un misterioso hombre marcado por una horrenda cicatriz sólo será el principio de los peores sueños para él y su familia.

-Hay mucho en común entre la doble personalidad de Tom/Joey y los hermanos gemelos Beverly y Elliott Mantle de Inseparables.
-Sí... y con Joan Lee y Joan Frost en El desayuno desnudo y con la señora Cleg e Yvonne de Spider. Mantengo una desesperada atracción hacia los dos inseperables lados del ciudadano estadounidense: el civil, temeroso de Dios y amante padre de familia, y el militar, violento y amoral, que aprieta el gatillo con suma facilidad a cambio de dinero. Las dos caras muestran un mismo rostro.

-¿Dónde se agazapa la violencia y por qué se manifiesta?
- La violencia norteamericana tiene muchos rostros y se manifiesta de muchas formas: la genocida, la sancionada por los magnates y gobernadores, la de la frontera, la organizada, la de las mafias, la del honorable miembro de la comunidad que se ve obligado a usarla cuando su familia se ve atacada, la del vaquero... Lo que yo pretendo es mostrar los efectos traumáticos no sólo de utilizarla sino también de sus repercusiones. Es más significativa que la violencia misma, la importancia mítica que se le ha proporcionado. Y la manera en la que los políticos hacen uso de ella.

-Su teoría es que la violencia salpica a todos, incluso el protagonista viola a su propia mujer.
-Es una de las perspectivas desde las que muestro cómo la violencia puede degenerar. Hubo un tiempo en que esta búsqueda me tuvo algo preocupado, incluso llegó a plantearme muchos problemas de adaptación. Una vez leí que Martin Scorsese tenía miedo de que nos presentaran amigos comunes. Menos mal que el día en que nos presentaron me confesó que yo más bien parecía un ginecólogo de damas ricas en Beverly Hills. Es el mayor cumplido que jamás me han dado.

-¿El sueño americano sigue siendo papel mojado?
-Siempre lo ha sido. El sueño siempre acaba hecho añicos, pero no cuento nada que nadie sepa ya. El potencial para la violencia anida en cualquiera de nosotros y una pequeña chispa lo hace explotar. Está en nuestras vidas y yo me limito a rodarlo. En la proyección para el público de Cannes comprobé que aplaudían cuando Tom mata a los asaltantes. Pensé que había logrado lo que la película muestra: que la violencia encuentra cómplices en cada uno de nosotros. Los aplausos del público fueron mi mayor premio.

Sexo y violencia
-La violencia sexual resulta también alarmantemente atractiva.
-La mujer de Tom se siente alarmada por la súbita violencia de su marido. Al principio siente repulsión pero finalmente le resulta atractiva. Ya sabe, sexo y violencia no sólo han caminado juntos sino que se llevan de maravilla. Es como el bacon y los huevos revueltos, diferentes pero implacablemente unidos. Si echamos una vista atrás en la historia de la violencia sexual cinematográfica veremos que ambos se fusionan: hay mucho de violencia en el sexo y viceversa. Para mí, es una cuestión a explorar de una forma natural.

-¿Por qué cree que sus películas son criticadas tan duramente?
-No sé... la prensa británica me ha bautizado como “el barón de la sangre”. Es curioso porque me siento muy atraído por la literatura británica, de hecho, ahora ruedo una adaptación de London Fields, de Martin Amis. Pero creo que lo que incita al furor es simplemente explorar el hecho real de la violencia, algo cuyo impacto no es agradable. Ni en el cuerpo humano ni en la sociedad. Mis películas no son kung-fu de moda y rodadas a cámara lenta para no perder detalle. No son nostálgicas, no tienen bandas sonoras elaboradísimas ni hacen homenajes a los años 70. Mis películas muestran la violencia tal y como es: horrible, rápida, brutal e impredecible. Y las consecuencias... horrendas.

-¿Hay algo nuevo en este filme, algo que fue una novedad que explorar para usted?
-Me sentí como un novato durante el rodaje... y eso que lo hice con mi equipo habitual desde hace dos décadas. Habitualmente, en mis películas presento a personajes que van desde lo excéntrico hasta lo verdaderamente inhabitual. Y trato de que el público se sienta atraído por esa diferencia. Aquí he realizado el viaje a la inversa: lo natural y familiar resulta oscuro y extraño cuando lospersonajes revelan sus pliegues más oscuros. Somos animales racionales mamíferos y el instinto salta cuando los cachorros y el clan son amenazados. Es un instinto oculto pero que actúa cuando algo le provoca. Es una especie de demonio interior que logra salir y desarrollarse de forma brutal. En todo caso, a pesar de la dureza de la película, éste ha sido uno de los rodajes más divertidos y llenos de buen humor de mi vida.

-Desintegración, vejez, enfermedades, separaciones, traumas... son los elementos de su cine. ¿Cuál diría que es el elemento principal de Una historia de violencia?
-Creo que el factor central es la identidad, en el sentido de definirqué es y qué no es absoluto en nuestras vidas. Sentí que necesitaba hacer un drama familiar, por primera vez y alejado por ejemplo de M. Butterfly, desde una visión naturalista y reconocible para cualquiera. Por eso antes le decía que posiblemente sea mi película “menos Cronenberg”.

-¿Qué nos va a proponer en London Fields?
-De momento, me he propuesto a mí mismo disfrutar al máximo del rodaje. Voy cumpliendo años y trato de sentirme tan apasionado como al comienzo. Y dado que la edad ya me impide realizar carreras de coches, trato de ganarme el sueldo disfrutando. El aburrimiento será señal de que ya no valgo para esto.