Image: Mel Gibson

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Cine

Mel Gibson

“"La pasión de Cristo" se ha prejuzgado y condenado desde el principio”

18 marzo, 2004 01:00

Mel Gibson. Foto: AP

Con la tempestad mundial que ha levantado el estreno en Estados Unidos de La pasión de Cristo -que llega a nuestras salas el 2 de abril-, el oscarizado director Mel Gibson concedió una entrevista a Paul Fischer, una de las contadísimas veces en las que el actor y cineasta ha hablado de la película tras su estreno. En esta conversación que Fischer ha cedido en exclusiva a El Cultural, Gibson se defiende de las acusaciones de antisemitismo, habla sobre la figura de Cristo y sobre su catolicismo.

Relajado y de buen humor, Gibson es perfectamente consciente de que lo que empezó como "una película de muy bajo presupuesto" se ha convertido en un auténtico huracán de controversias. No es alguien que generalmente se escabulla de la prensa, pero en esta ocasión, el director oscarizado y también estrella de Hollywood no está disponible para los medios, con la excepción de algunas entrevistas concedidas a los grandes canales de televisión y a un par de revistas impresas.
-Sinceramente, la película no lo necesita. No me gusta tratar con la prensa, nunca me ha gustado, pero te haces a la idea y si es necesario hacerlo para ayudar a la promoción, pues entonces lo hago, aunque sólo sea para tranquilizar mi conciencia. Pero esta película no lo necesita, porque funciona por sí misma, tiene su propia vida, así que no tengo mucho que decir.

Gibson añade que hacer poca publicidad es algo positivo "porque cuando abro la boca soy un idiota y es mejor callarme y desaparecer". El director afirma que es mejor ser prudente. "Además, una vez que te expones a la prensa acabas convirtiéndote en una especie de reclamo, en un nombre, y eso es precisamente lo que no quiero hacer con esta película".

El actor y director insiste en que su reluctancia a hablar de la película no tiene nada que ver con el encendido debate que se ha extendido como una plaga desde el estreno de La pasión de Cristo. Para llevar los evangelios a la pantalla, el problema de Gibson fue encontrar una fina línea que separara las fuentes bíblicas de sus creencias personales. "En cuanto te sumerges en asuntos políticos, religiosos o espirituales, tienes la seguridad de que vas a tocar ciertas fibras sensibles, porque no todo el mundo es igual ni piensa lo mismo, así que esperaba un poco de polémica. Pero todo esto va mucho más allá de lo que había imaginado". Agitando sus brazos y adoptando un gesto desesperado, Gibson asegura: "Yo pensaba que estrenaría la película, enviaría un mensaje cristianos y con suerte recuperaría lo invertido". El director asegura que se siente sorprendido por la reacción de los medios y por las amplias críticas recibidas:
-Francamente, no veo dónde está el furor de todo este asunto que me ha caído como una tormenta. Cada vez que abro el periódico encuentro algo nuevo sobre el filme, incluso en las páginas de deportes, pero tengo la conciencia muy tranquila. Ya hubo mucha oposición a la película durante el rodaje, lanzándome todo tipo de ofensivas, ha sido un proyecto prejuzgado y condenado por algunos sectores desde el principio, y yo siempre me he mantenido al margen.

Esto incluye la noción de que tanto él como la película son antisemitas. Gibson admite que, en ocasiones, todo este debate sobre el antisemitismo consigue abatirle. "Es muy desagradable porque no tiene ningún fundamento. Oí en una ocasión que Steven Spielberg fue acusado de antisemita porque compró los derechos de un libro sobre Charles Lindbergh, lo que me hace pensar en lo poco que hace falta para levantar falsas acusaciones. Lo realmente terrible es que este discurso sobre el antisemitismo se trata con la suficiente frecuencia como para que lentamente se amalgame en torno a una serie de verdades aceptadas". Para Gibson, las acusaciones forman parte de la campaña contra la película puesta en marcha desde que era sólo un proyecto. "A lo largo del último año podía coger cualquier periódico y encontraba algún escándalo sobre la película, así que mi tolerancia se ha puesto a prueba día a día", dice sonriendo. Teniendo en cuenta que la tolerancia es uno de los temas del filme -y del catolicismo-, hace referencia a una escena en La Pasión de Cristo que resume sus sentimientos respecto a la animosidad que ha despertado la película; una escena que, según el cineasta, no estaba en el guión original y que proviene del Evangelio según San Lucas: "Se trata del momento en que Cristo dice que hay que amar a todos incluyendo a los enemigos, porque si sólo amas a la gente que te gusta, ¿qué hay de bueno en eso? No hay ninguna prueba ni sacrificio en ello, así que incluí esa escena a propósito basándome en mis experiencias".

Devoción católica
Algunas de esas experiencias, sostiene, son las que le trajeron de vuelta a su propio catolicismo. Su devoción y su regreso a un renovado sentido de la espiritualidad tuvo lugar hace unos doce años, durante lo que a él le gusta llamar "una noche oscura del alma", que asegura que no es algo fuera de lo normal para la mayoría. "En algún momento tocarás fondo", explica. A él le sucedió a los 34 años. "Entonces me di cuenta de que estaba absoluta y completamente arruinado espiritualmente, y hay mucha miseria en eso". Gibson prefiere no revelar qué fue exactamente lo que desencadenó su crisis espiritual, aunque asegura que no tiene nada que ver con la industria cinematográfica. "Que trabajes en esta industria no significa obligatoriamente que estés arruinado espiritualmente, pero sin duda ayuda", añade riéndose. "Lo que a uno le arruina el espíritu es la falta de constancia", explica. Añade que todo era distinto cuando empezó.

-Yo era un chico feliz, con suerte y sin problemas, que eventualmente me preguntaba de qué iba todo esto, si se trataba de una especie de broma. Pero llegó un momento en el que me quedé paralizado, en una tierra de nadie de agonía. Como Hamlet, me encontré con el gran dilema, sin saber si quitarme de en medio o si seguir adelante con la farsa. En este punto es cuando realmente tienes que empezar a plantearte cuestiones muy serias y cambiar algunas cosas si quieres respuestas y una cierta paz en tu vida.

Examen de conciencia
Así que en cierto punto bajo de su vida, Gibson recuerda que hizo un severo examen de conciencia para investigar su propio catolicismo "porque no llevaba a la práctica todo aquello en lo que creía". Por qué exactamente Gibson dio la espalda a su religión se debe en parte al tipo de tentaciones que se pusieron en su camino, como la adulación y el estrellato de Hollywood llamando a su puerta. Gibson ya tenía 31 años cuando rodó su primera Arma letal, y ocho años antes Australia le recibió como el joven Mad Max. Para cuando aterrizó en Hollywood, Gibson ya venía intoxicado de aquello que vio más allá del arcoiris. "Adopté el laicismo de la industria y la paz que traía consigo", reconoce. "Fue muy seductor y con muchas posibilidades donde elegir, pero no importaba la cantidad de excesos, de lujos, simplemente no era suficiente y no llenaba el vacío". Así que en la cúspide de su éxito internacional, recuerda Gibson, "llegué a ese lugar en el que empecé a cuestionarlo todo. Fue como entrar en un círculo vicioso de tortura permanente, dando vueltas y vueltas, que se convirtió en un intento por mi parte de cambiar el curso de las cosas, detenerlo y tomar otra dirección, encontrar algunas respuestas y curar mis heridas, porque la vida es un lugar que asusta", dice con una medio sonrisa.

Llenando un vacío
Aparte de esta necesidad de llenar un vacío espiritual, Gibson acudió a la Biblia y a los Evangelios, y le asaltó la necesidad de volver a relatar una de las grandes pasiones de la historia de la humanidad. Así nació La Pasión de Cristo, una obsesión que le ha perseguido durante los últimos diez años. Gibson no da una respuesta directa a la pregunta de si la experiencia de realizar este filme ha llenado definitivamente ese vacío: "Ponlo de este modo: ahora estoy más lleno de lo que estaba antes. Sigo siendo corrompible y tengo los mismos defectos que cuando empecé. Es un proceso largo, un trabajo diario. Más allá de la fe, se cometen errores, pero creo que tengo un par de pistas sobre lo que nunca debo hacer, porque es muy cómodo tomar la solución más fácil y cercana".

Así que La Pasión de Cristo ha sido una solución parcial al sentimiento de vacío de Gibson, y sostiene que la historia de Jesucristo tiene algo muy pertinente que decir al gran público seglar que verá la película: "Creo que lo que he intentado con la película es hacer un filme tan realista como humano. Creo que lo primero que te golpea son los aspectos humanos de la historia. A todos nos incumbe la experiencia humana, porque eso es lo que somos, animales con espíritu. Creo que la mayoría de la gente tiene una noción de que estamos por encima de lo que vemos", afirma.

Tras haber puesto tanto de sí mismo en esta película, uno no puede dejar de preguntarse hacia dónde caminará Mel Gibson como cineasta después de esta experiencia. "Hay otras cosas que quiero hacer, aunque no serán ni tan intensas ni polémicas como ésta, gracias a Dios", añade con una mueca. Ahora que ya ha dejado atrás La Pasión de Cristo, todavía quiere estar detrás de la cámara: "Me encanta el proceso de un director para contar historias, y creo que sé cómo hacerlo. Mi escuela fue George Miller y Peter Weir, y de ellos he absorbido todo como una esponja", sostiene.

Respecto a su futuro como actor, Gibson, que ha actuado recientemente caracterizado y con mucho maquillaje en El detective cantante, ansía escapar de sí mismo: "Creo que estoy cansado de ello como el resto del mundo. Mi ideal utópico sería el anonimato. Puede que ocurra en Pekín, porque allí somos todos iguales para ellos". Preguntado por futuros papeles, no parece muy entusiasmado, "aunque siempre hay un autobús al que subirse, pero ya no es tan excitante para mí". Se ríe al ser preguntado por la cantidad de dinero que le ofrecen por hacer otra entrega de Arma letal. "Ah, buena pregunta. Estoy demasiado viejo y ya no puedo hacer películas de acción por más tiempo". Esto también afecta al muy retrasado proyecto de Mad Max 4: "Está llegando a un punto en el que empezarán a llamarlo ‘Fat Max’", pero desea no tener que esperar mucho para volver a trabajar con Weir y Miller. "Esos tipos son unos maestros, así que por supuesto que me encantaría trabajar con ellos otra vez. El problema es... ¿querrán ellos trabajar conmigo?".

Paul FISCHER