Image: Medem discursos y formas

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Cine

Medem discursos y formas

2 octubre, 2003 02:00

Julio Medem (dcha) durante el rodaje de La pelota vasca

Director: Julio Medem. Fotografía: J. Agirre, J. Elizagi, Ricardo de Gracia. Guión: Julio Medem. Estreno: 21 de marzo 115 min.

La pelota vasca propicia -probablemente a su pesar- un apasionante debate sobre las intenciones y los resultados, sobre los discursos y las formas, sobre la naturaleza de los materiales utilizados y sobre el tratamiento fílmico que se hace de ellos. La película convoca a un total de setenta entrevistados (historiadores, políticos, artistas...) para construir un crisol de opiniones sobre el llamado "conflicto vasco". Con escasas, pero valiosas excepciones (la joven torturada por la policía, la esposa de un preso etarra, el hijo de un concejal asesinado por ETA), casi todos son de sobra conocidos y se sabe bien lo que piensan. Fuera queda la ciudadanía anónima y plural, la realidad cotidiana de la Euskadi que vive y sufre, todos los días, bajo la amenaza del terrorismo.

Los escenarios en los que Julio Medem coloca a sus entrevistados (caseríos, campas, acantilados), la argamasa que une las intervenciones (aizkolaris, pelotaris, bailes regionales, levantamiento de piedras), las imágenes de ficción que se intercalan (el espantapájaros de Vacas, las cabras que combaten en Topeka, las fantasiosas divagaciones de Orson Welles sobre el País Vasco) y la música de Mikel Laboa (con su vertiente telúrica y con su fatum de pesarosa violencia) dan cuerpo a una visión de Euskadi atávica y milenaria, al universo rural y ancestral que engendra el mito del "pueblo vasco" como resistencia frente a los procesos de industrialización y modernidad. Fuera quedan, de nuevo, las contradicciones de clase (como si Neguri fuera lo mismo que los Astilleros, como si los barrios elegantes de Donosti fueron lo mismo que los altos hornos), la Euskadi urbana y contemporánea, civil y ciudadana.

Este confuso magma de etnicidad da cuerpo a una visión antropológica de Euskadi anclada en las fantasías nacionalistas y envuelve un debate necesario (organizado por el montaje también de forma muy discutible) en lo que el propio director llama "las espesuras de lo vasco". Una propuesta para discutir.