Image: Jonh Cassavetes, rebelde con pausas

Image: Jonh Cassavetes, rebelde con pausas

Cine

Jonh Cassavetes, rebelde con pausas

7 marzo, 2001 01:00

Jonh Cassavetes rodando

John Cassavetes forma ya parte de la Historia del cine americano por unas cuantas casualidades de las que surgen en el universo inesperado de los talentos. En el momento adecuado, supo mostrar la naturaleza imperfecta en la pantalla, o lo que es lo mismo al ser humano en bancarrota espiritual, con una vida de bajo presupuesto. Mientras la gran industria de Hollywood no acababa de mentalizarse sobre cómo invertir en la revolución de las ideas con las que amenazaba la década de los sesenta, un actor con hambre de hacer algo sin tener que ir de "casting" en "casting" decidió no esperar tanto la llegada de las glorias deslumbrantes para agarrar una cámara, gastar los pequeños ahorros y filmar las sombras.

Shadows, lo que era en principio un ejercicio entre amigos en 16 milímetros para practicar cine libremente, consigue que los inquietos y avizores críticos de Nueva York, preparados para divinizar cualquier asomo de novedad de estilo, decidieran convertir a Cassavetes en cabeza de un vanguardismo rompedor por su refrescante estilo desmañado. La intelectualidad de la costa Este decidía enfrentarse al mercantilismo opíparo de la costa Oeste, como si le dieran un corte de mangas a la política desorientada de los ominipotentes Estudios. "Chuparos ésa, es posible hacer cine independiente", dijeron, aspirando los aromas iconoclastas que llegaban del otro lado del Atlántico, y Cassavetes, que se había propuesto hacer cine sin saber hacer cine, se convirtió en emblema de un espíritu de renacimiento filmográfico.

Su inteligencia, sin embargo, le permitió desmarcarse un poco del peso del emblema haciendo una meritoria carrera de actor de fuste en obras de gran calibre, como Código del hampa de Don Siegel, Doce del patíbulo, de Robert Aldrich, La semilla del diablo, de Roman Polanski, o La Furia, de Brian de Palma, entre otras.

Por el otro lado, su prestigio como director sin trabas en su existencia paralela lo ha convertido en un clásico a pesar de todo. Hablábamos antes de las casualidades de la fortuna, y una de ellas fue la de casarse con una actriz un poco fuera de lo normal, como es Gena Rowlands, capaz de encarnar todo tipo de dudas, obsesiones e incluso acciones. Contando además con colegas de la categoría de Ben Gazzara o Peter Falk, ahí tenemos Una mujer bajo la influencia o Maridos, y después Gloria, poniendo a la señora a correr.

Ahora el cine independiente de Nueva York es tan comercial como el de Hollywood, aunque tal vez más barato. Se diferencia sólo en las facturas en el despacho de producción, pero Cassavetes, como precursor de un estilo, más que de lenguaje fílmico de lenguaje de cuentas, permanece como símbolo para todas las generaciones que sueñan con la libertad creativa. Para todos los chicos y chicas que, hoy en día, pueden acercarse a alquilar una Arriflex.