Lobo gris generado por Colossal Biosciencies. Foto: Colossal Biosciences

Lobo gris generado por Colossal Biosciencies. Foto: Colossal Biosciences

Entre dos aguas Lo mejor de 2025

Los hitos científicos de 2025: el imperio incontestable de la IA y la resurrección de especies extintas

La inteligencia artificial ha protagonizado este año muchos avances en la ciencia. No todo, sin embargo, han sido buenas noticias.

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Volver la vista hacia atrás, evaluar el pasado, es siempre complicado. No se trata únicamente de disponer de información suficiente, sino que elegir es también preferir, esto es, que cuando alguien se adentra en el pasado, es difícil que no escoja los caminos que le resultan más familiares.

Desgraciadamente no creo ser ajeno a tales prejuicios, a lo que se suma el descomunal tamaño de las investigaciones en curso y de los resultados obtenidos.

Nadie puede abarcar semejante volumen de información. Nadie humano, porque tal vez las máquinas llamadas inteligentes, las acumuladoras y devoradoras de datos, sí sean capaces. En qué medida poseen habilidad para evaluar y relacionar investigaciones y resultados es otra cosa.

Sucede, sin embargo, que las máquinas a las que me estoy refiriendo transcienden el papel de "observadoras-recopiladoras" y se están convirtiendo en centro de atención de incontables investigaciones en las que ciencia y técnica van de la mano, junto a los negocios, la descarnada lucha por ser los primeros y llevarse beneficio. Me estoy refiriendo, es evidente, a la inteligencia artificial (IA).

Los hitos en este campo han sido innumerables a lo largo de 2025. En enero, investigadores de Microsoft publicaron detalles de MaterGen, una herramienta generativa de IA para el diseño de nuevos materiales.

La IA se ha instalado en nuestros teléfonos. Foto: Salvador Ríos

La IA se ha instalado en nuestros teléfonos. Foto: Salvador Ríos

Se evidenciaba así que la IA va camino de intervenir en todos los campos de conocimiento: hace poco fue en el diseño de antibióticos. Tarea que continúa pues, en agosto, científicos de la Universidad de Pensilvania descubrieron, con la ayuda de la IA y aprendizaje profundo computacional, antibióticos en arqueas, los microorganismos procariotas (esto es, sin núcleo) unicelulares cuyo origen se remonta a los primeros tiempos de la historia de la Tierra, cuando el ambiente, con temperatura, salinidad y acidez muy elevadas, era muy diferente al que se generó una vez se formó una atmósfera con oxígeno (precisamente por esto, las unidades celulares que sobrevivieron tenían una resistencia asimilable a las de los antibióticos).

Y ha continuado el desarrollo de los "conversadores" de IA, esos que acaso terminen siendo nuestros compañeros inseparables, a los que, ¡ay!, recurriremos para que respondan a nuestras preguntas.

El 27 de febrero, OpenAI anunció un nuevo modelo de ChatGPT, el GPT-4.5, el más avanzado entonces y que rápidamente, el 31 de marzo, superó el famoso test de Turing.

Pero el 7 de agosto OpenAI dio un paso más, con otro modelo más avanzado, el GPT-5, al que adjudicaban "nivel de inteligencia de un Ph.D (doctor)". Por su parte, Google presentó Gemini 3, su modelo de IA más avanzado, que ha integrado en su buscador y otros productos.

"Resucitar" especies extinguidas es un sueño que cada vez está más cerca de materializarse. Así, en abril se "generaron" cuatro lobos huargos

La medicina es otro campo en continuo desarrollo, en ocasiones, como he señalado, asociada a la IA, conjunción de la que se esperan muchos más logros; por ejemplo, realizando algunas de las funciones de diagnóstico de los médicos.

También merece la pena señalar que científicos de la Universidad de British Columbia y de Avivo Biomedical han desarrollado una enzima que hace que el riñón de un donante sea compatible con cualquier grupo sanguíneo, llevándose a cabo, en octubre el primer experimento humano de trasplante de un riñón previamente tratado con esa enzima, lo que constituye un gran paso para superar el gran problema que es la incompatibilidad entre donante y receptor.

La ciencia, como la vida, se enriquece con sueños, con proyectos aparentemente imposibles de conseguir. "Resucitar" especies extinguidas es uno de esos sueños, que cada vez está más cerca de materializarse, aunque hay que tener en cuenta que la especie recuperada nunca será idéntica a la perdida, pues los genes recuperados de fósiles tienen que insertarse en alguna especie cercana (mamut-elefante, por ejemplo).

En abril, la compañía especializada en este campo, Colossal Biosciencies, anunció que había "generado" cuatro lobos grises con características de los extintos lobos huargos, y en julio presentó un plan para resucitar la moa, la gran ave no voladora extinta de Nueva Zelanda.

Hay campos de la ciencia recurrentes, que aparecen una y otra vez, bien proyectos únicamente formulados que se desean cumplir, o que no solo comenzaron su andadura sino que llevan en curso mucho tiempo.

Uno de ellos es la fusión nuclear, el problema de conseguir reproducir en un laboratorio las reacciones que ocurren en el interior de las estrellas (la principal, la reacción de dos isótopos del hidrógeno, el deuterio y el tritio, para producir helio y energía).

El propósito es generar esa reacción de manera controlada, para utilizarla como fuente de energía con fines civiles, pacíficos, no, por supuesto, para bombas de hidrógeno, que éstas sí se han fabricado.

En febrero, en el WEST Tokamak de Francia se logró mantener un plasma de helio durante 1,337 segundos, batiendo así el récord mundial que un mes antes se había conseguido en China, superándolo en un 25 %.

Un avance importante, pero muy alejado todavía del tiempo suficiente para extraer de ese plasma energía para el consumo público.

¿Y qué hay del estudio del universo, de la astrofísica y la cosmología? Los resultados en esos campos son frecuentes. Pueden proceder, por ejemplo, de imágenes tomadas por el Telescopio Espacial James Webb, imágenes que cada vez nos acercan más a los primeros momentos de la historia del universo, o que permiten descubrir nuevos exoplanetas.

Ilustración de la fusión de dos agujeros negros. Foto: Raúl Pérez y Davis Newell

Ilustración de la fusión de dos agujeros negros. Foto: Raúl Pérez y Davis Newell

Pero para mí las novedades más destacadas tienen que ver con lo que las señales de ondas gravitacionales enseñan sobre los abundantísimos misteriosos agujeros negros.

En julio, la colaboración LIGO-Virgo-KAGRA anunció que se había detectado la unión más masiva de dos agujeros negros de entre todas las observadas hasta ahora. El resultado es un agujero negro de masa aproximadamente 225 veces la de nuestro Sol.

Y en noviembre, en Nature Astronomy se describía la llamarada de energía más potente jamás observada. Procedente de un agujero negro supermasivo, ha llegado a brillar como ¡30 billones de soles!

En definitiva, la ciencia continúa avanzando. Sin embargo, no se puede decir que lo que enseña sea siempre capaz de influir en apartados como el del problema del cambio climático, en el que demasiados aún no creen, o fingen no creer. En noviembre supimos que el glaciar Hektoria, de la Antártida, se ha reducido en dos meses un 50 %, la disminución conocida más rápida de un glaciar en la historia moderna. ¡Ay!