Vista de las marismas de Doñana. Foto: Wanda visión

Vista de las marismas de Doñana. Foto: Wanda visión

Ciencia

'Doñana, donde el agua es sagrada', un cautivador crisol de la naturaleza que se convierte en mazazo cruel

La cinta de Carmen Rodríguez capta las proezas de la naturaleza presentes en la reserva andaluza y, con ello, trata de concienciar sobre lo que se puede llegar a perder en el caso de mantenerse la crisis hídrica.

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Litros y litros de lluvia han caído sobre la Península Ibérica durante los últimos meses y ni ello ha sido suficiente para que la reserva natural de Doñana se restablezca. Las alarmas llevan sonando durante años, y se están llevando a cabo incontables medidas —dejamos en este texto a juicio de otros el resolver si éstas son suficientes— para paliar el dramático descenso de las reservas hídricas en el humedal más grande de toda Europa. Por ahora, nada ha bastado.

La flora y la fauna que en ella habitan, ya sea de forma continua o estacional, sufren las consecuencias. El amplio —amplísimo— abanico de especies que se puede encontrar en ella está muriendo más y se está reproduciendo menos. Así pasa también con las aves que históricamente pasaban por la reserva durante su migración: aquellas que se dirigían a la marisma andaluza en invierno en busca de ambientes ligeramente más cálidos, aparecen ahora de forma menos frecuente. Ahora, en cambio, es más habitual ver especies típicas del norte de África, donde la situación es, si cabe, más grave.

Todo por ese agua que antes encharcaba y caracterizaba la zona y ahora brilla por su ausencia. Y por faltar cuando antes abundó, es por lo que ahora más que nunca en esas tierras es un tesoro tan preciado. Sagrado, incluso, según titula Carmen Rodríguez su documental Doñana, donde el agua es sagrada, donde propone un retrato tan crudo como preciosista de la reserva andaluza.

El documental, que forma parte de un conjunto formado también por Guadalquivir (2013), Cantábrico (2017) y Dehesa (2020), en los que se inmortaliza la vida de algunos de los enclaves naturales más importantes de nuestro país, se estrenó en cines el pasado 30 de mayo.

Doñana, donde el agua es sagrada recoge en su primera mitad algunas de las imágenes más fascinantes que se han podido apreciar de la reserva a orillas del Guadalquivir. Mérito es esto de la labor de Joaquín Gutiérrez Acha, quien se encargara anteriormente de la dirección de los tres anteriores largometrajes y que en esta ocasión desempeña la función de director de fotografía.

En ocasiones el documental recurre a las cámaras de alta velocidad para capturar imágenes que de otra manera ocurrirían demasiado rápido para el ojo humano. Así ocurre con la escena en la que el camaleón extiende su lengua para capturar a un insecto, y lo hace con una lentitud antinatural tan solo para que nosotros lo podamos apreciar. En otros momentos, el documental tiene la deferencia para con los límites de percepción de los sentidos humanos y emplea la técnica del time lapse para que así podamos ser testigos de movimientos normalmente imposibles de detectar.

Se construye así, con una completísima serie de secuencias en las que desfilan innumerables especies, un mosaico total de la naturaleza del Doñana que confiere al espectador una sensación casi omnisciente de lo que sucede en la reserva.

Un lince ibérico en el documental 'Doñana'. Foto: Wanda visión

Un lince ibérico en el documental 'Doñana'. Foto: Wanda visión

Es fascinante la variedad que ofrece Doñana, de la que nos hace testigos el filme de Rodríguez. Impacta también la manera orgánica con la que salta de una a otra especie, cada cual más sorprendente que la anterior, para conferirle a cada uno su tiempo y su protagonismo. A las zambullidas de las águilas pescadoras les sucede la terrorífica caza bajo la arena de las ninfas de Synclisis baetica, y a esta, las imágenes como de otro mundo de los camarones hada, una especie que habita en charcas temporales y se enquistan en el momento en el que se secan, a la espera de que los niveles hídricos se restablezcan.

Hasta en las láminas de agua intermareales, se introduce Rodríguez. Allí encuentra a los gusanos de Roscoff, unos gusanos fotosimbióticos aplanados de un par de milímetros de longitud. Le deben su color verde a las algas que se alojan bajo su piel y que, a través de un proceso de fotosíntesis, proporcionan el suministro de energía y todos los nutrientes necesarios para sobrevivir.

Agua, divino tesoro

"Nuestra pequeña aportación para ayudar a su conservación no es otra que poder mostrarle al mundo que Doñana, aún mal herida, quiere seguir viviendo, que sus diferentes ecosistemas y su tremenda biodiversidad siguen allí, aunque sus poblaciones se hayan reducido considerablemente", declaraba Carmen Rodríguez con respecto a los efectos que buscaba provocar en el espectador.

Entra en valor aquí la función de concienciación del largometraje. Tras ofrecer una vista general de las especies y paisajes presentes en la reserva natural, Rodríguez dedica una extensa secuencia a tratar la crisis hídrica en la que se encuentra el parque de Doñana.

Es en el momento del estiaje durante los meses de verano donde Rodríguez, a través de la voz de Odile Rodríguez de la Fuente, comienza a reflexionar sobre las causas y consecuencias de esta crisis medioambiental que está cambiando de forma dramática el paisaje de la reserva. La fotografía de Gutiérrez del Acha ofrece en estos momentos algunas imágenes desoladoras, donde la tierra, antes totalmente empapada, ahora se resquebraja, y la fauna busca desesperada alguna fuente de agua de donde beber. De haberla, está tan enturbiada que más bien es lodo.

Un camaleón en el documental 'Doñana'. Foto: Wanda visión

Un camaleón en el documental 'Doñana'. Foto: Wanda visión

"El estado de sequía de las lagunas permanentes apunta al verdadero problema. Las balsas de agua se han trasladado de sitio", afirma la voz en off de la cinta. Y donde se han trasladado es al sistema de invernaderos y urbanizaciones que durante años es nutrido por las reservas cada vez más exiguas de Doñana. "El descenso del nivel freático se mide en metros, en algunas zonas, más de 15", continúa, a modo de advertencia —o sentencia— Odile Rodríguez de la Fuente. "Sí hay agua, pero ahora fluye por cauces distintos".

Igual de alarmante es la situación del coto de lince ibérico en Doñana, que fue uno de los dos últimos reductos de la especie  en los momentos más críticos de la década de los 60 del siglo pasado. En la actualidad, con la población de este felino repuntando en otras zonas de la Península, en la reserva andaluza sigue descendiendo debido, sobre todo, a la situación hídrica y los atropellos.

Siguiendo la estela de Gutiérrez Acha en sus anteriores trabajos, Carmen Rodríguez compone en Doñana, donde el agua es sagrada un homenaje a uno de los mayores tesoros de biodiversidad que posee nuestro país. Rodríguez sabe cautivar durante los primeros minutos a través de la belleza, sutil a veces, evidente en la mayoría de ocasiones, del ecosistema de Doñana para, a continuación, propinar un mazazo en la conciencias del espectador. Un golpe que, días después, aún duele.