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Marta López de Diego: "Al virus no le interesa matar a sus hospedadores"

La investigadora del CNB, que trabaja para desentrañar el comportamiento del nuevo virus desde la genética, considera que "los rebrotes podrán ser controlados"

14 mayo, 2020 09:23

Un virus desconocido que no descansa, que ataca silenciosamente y que podría haber venido para quedarse. Como tantos otros. La lucha continúa, frenética, desde los laboratorios. También en el de la investigadora Marta López de Diego (Madrid, 1980) en el Centro Nacional de Biotecnología, desde el que lleva tiempo rastreando el comportamiento del virus de la gripe y de los coronavirus. Pese al conocimiento de microorganismos parecidos, el SARS-CoV-2 ha conseguido sorprender a buena parte del mundo científico. Entre los virólogos siempre se había tenido la percepción de que podía darse una pandemia de virus respiratorios, como ocurrió con algunas cepas del virus de la gripe en 1918 y 2009. Lo que no esperaban, reconoce López de Diego a El Cultural, es un coronavirus capaz de transmitirse entre humanos tan rápidamente. "La respuesta del mundo de la ciencia ha sido masiva, con un gran número de grupos involucrados en proyectos, ideas, datos y experimentos para combatirlo", señala la investigadora, quizá pensando en la plataforma PTI Salud Global, organizada por el CSIC para abordar la financiación de proyectos basados en su origen y detección. "Es muy importante destacar que toda la comunidad científica, desde distintos campos de investigación y desde numerosas instituciones, se ha volcado en buscar soluciones", subraya López de Diego.

Pregunta. ¿Qué piensa de las investigaciones sobre vacunas de los equipos de Luis Enjuanes y Mariano Esteban en el CNB?

Respuesta. La vacuna propuesta por el grupo de Luis Enjuanes e Isabel Sola se basa en un virus atenuado que se obtiene mediante la eliminación de genes que contribuyen a que este virus sea patógeno. Esta estrategia está basada en trabajos que ya se realizaron para SARS-CoV y MERS-CoV, en los que yo participé. Generalmente, estas vacunas son muy eficientes y producen una respuesta que perdura en el tiempo. En este caso, el virus expresa la mayor parte de las proteínas virales, y no una sola, como ocurre en otras muchas aproximaciones que se están usando en el mundo. Aunque la proteína viral que se incluye en otras aproximaciones de vacunas es la proteína que induce una mejor respuesta inmune protectora, en el virus hay otras proteínas que contribuyen a potenciar esa respuesta. La estrategia del grupo de Mariano Esteban y Juan García Arriaza se basa en generar virus basados en la vacuna que se utilizó para erradicar la viruela, a los que se le añaden proteínas del coronavirus capaces de inducir anticuerpos que bloquean la infección del virus. Una vez que estos virus se han generado en el laboratorio, los siguientes pasos son probar su eficacia en modelos animales no humanos, y después en ensayos clínicos en humanos.

P. También colabora con Anna Planas, del Instituto de Investigaciones Biomédicas. ¿Qué importancia tiene la genética en la lucha contra el Covid-19?

R. Hasta ahora se desconocen los motivos por los que ciertas personas jóvenes, sanas y sin patologías previas, infectadas con este nuevo coronavirus, son asintomáticas o presentan síntomas leves, mientras que otras personas, también en este grupo de población, desarrollan formas muy severas de COVID-19. Los enfermos graves desarrollan el síndrome de distrés respiratorio, causado por una respuesta inflamatoria muy exacerbada, sobre todo en los pulmones, que hace que las personas no puedan respirar bien. Nuestra hipótesis es que algunos factores genéticos, mediados por variaciones en genes de respuesta inmune y de inflamación, por ejemplo, afectan a la severidad de la enfermedad. Esto es lo que vamos a analizar en el proyecto realizado en colaboración con la doctora Planas en distintos hospitales y con otros grupos del CSIC. La importancia de variaciones genéticas ya ha sido observada para otras infecciones. Los resultados obtenidos permitirán identificar dianas moleculares para desarrollar fármacos.

P. ¿Qué le ha sorprendido más del SARS-CoV-2?

R. Su transmisibilidad. Anteriormente, ya había habido otros dos coronavirus altamente patógenos que emergieron en humanos mediante procesos zoonóticos: el SARS-CoV, en 2002, y el MERS-CoV, en 2012. Ninguno de los dos se transmitía muy bien entre personas, lo que favoreció que el SARS-CoV se controlara a mediados de 2003, y se erradicara su presencia en humanos. En el caso de MERS-CoV, este virus sigue circulando, pero los casos en humanos se dan fundamentalmente en la península arábica, y en personas que están en estrecho contacto con personas infectadas o con camellos, posible reservorio animal del virus. SARS-CoV infectó a unas 8.000 personas, causando la muerte en aproximadamente el 10%, mientras que en el caso de MERS-CoV, desde 2012 se han dado unos 2.500 casos, causando un 30% de mortalidad. Este nuevo coronavirus en unos cuatro meses ha infectado a casi 3 millones de personas (aunque estos números podrían estar muy subestimados), produciendo la muerte de más de 200.000.  El otro aspecto a destacar de este virus es que hay muchas personas asintomáticas o con síntomas muy leves que pueden transmitirlo sin saberlo, lo que hace más difícil su control.

P.-¿Qué lo diferencia del VIH o el Ébola, sobre el papel más agresivos?

R. Todos ellos son virus muy distintos. No se pueden comparar. La forma de transmisión de estos virus y la enfermedad que producen es la gran diferencia entre ellos. La vía de contagio de este nuevo coronavirus entre humanos se produce a través del contacto directo con las secreciones respiratorias y por los aerosoles de la persona infectada que se producen sobre todo al respirar, toser o estornudar. T

P. ¿Qué falta por conocer de este patógeno desde el punto de vista científico?

R. Solo por citar unos pocos aspectos: no se sabe con exactitud cuál es el reservorio animal desde el cual  "saltó" para infectar humanos. No se sabe si las respuestas inmunes generadas en las personas que ya se han infectado protegen a dichas personas con eficacia, y durante cuánto tiempo. Tampoco se sabe cuánto permanece en el organismo, o en qué otros tejidos se multiplica eficientemente, además del pulmón.

P. La desescalada está en marcha. ¿Ve usted riesgo de repunte?

R. Al ser un virus respiratorio que se transmite muy eficientemente entre personas infectadas, y que hay muchas personas asintomáticas o con síntomas muy leves, que pueden transmitirlo sin saberlo, va a ser muy difícil erradicarlo completamente, al menos a corto o medio plazo. Además, al ser un virus nuevo, el nivel de inmunidad en personas no infectadas es muy bajo. En mi opinión hay opciones de que vivamos múltiples repuntes, hasta que tengamos una vacuna eficaz, tratamientos con fármacos capaces de inhibir la replicación del virus, y la población presente un nivel alto de inmunidad, gracias a anteriores infecciones y/o vacunaciones. Sin embargo, creo que aunque haya "rebrotes" seremos capaces de controlarlos mejor y su impacto será menor, porque estaremos mejor preparados.

P. ¿Qué papel jugará la meteorología? ¿Atenuará su agresividad las altas temperaturas del verano?

R. Los coronavirus son sensibles a la temperatura y a la luz ultravioleta procedente del Sol, por lo tanto se espera que en verano disminuyan los casos. Son varios los expertos que piensan que tendrá un comportamiento estacional.

P. ¿Cree que la clase política ha dado la espalda a la comunidad científica en esta crisis?

R. Bueno, creo que si esta crisis tan devastadora y con tan graves consecuencias sanitarias, económicas y sociales, ha valido para algo es para alertar a la ciudadanía y a las clases políticas de que la ciencia es fundamental para combatir enfermedades. Lo que es necesario ahora es que se siga aportando más financiación para ciencia, que hasta el momento en España es muy insuficiente.

P. ¿Qué considera más urgente, los antivirales o las vacunas?

R. Los dos. Las vacunas sirven como herramienta profiláctica para proteger a la población antes de que se infecten. Por otro lado, los antivirales son herramientas terapéuticas que sirven para tratar a las personas una vez que ya han sido infectadas. La vacuna nos permitirá controlar la pandemia, pero los antivirales, dada la velocidad a la que se propaga el virus y las muertes que está ocasionando, son altamente necesarios.

P. ¿Cuál de ellos podría llegar antes al público?

R. En general, la mayoría de los laboratorios implicados en la generación de vacunas estiman que se tardará al menos un año o año y medio para obtenerla. En cuanto a los antivirales, se están probando ya en ensayos clínicos en humanos. Muchos de los antivirales ya están aprobados para otras enfermedades y otros virus, como HIV o Ebola, y se sabe que son seguros. Se ha analizado previamente su posible toxicidad o efectos secundarios. Por lo tanto, se podría esperar que hubiera antes antivirales disponibles que vacunas. El problema con los antivirales es que, en algunos casos, si no se aplican en fases tempranas de la enfermedad, podrían no ser eficaces, y con este nuevo coronavirus al principio de la enfermedad no suele haber síntomas. Como en otras infecciones virales, podría ser necesario un cocktail de compuestos.

P. ¿Mutará el virus? ¿Se suavizará con el tiempo?

R. La respuesta corta es que no sabemos. En general, lo que se espera de los virus que emergen en humanos procedentes de animales es que se vayan debilitando o atenuando con el tiempo. El motivo es que a los virus no les interesa matar a sus hospedadores, ya que entonces no se podrían replicar y desaparecerían.

P. ¿Llegaremos a convivir con él como con la gripe común? ¿Hasta qué punto ha llegado para quedarse?

R. Existe la posibilidad de que este virus, que ya está extendido mundialmente, sea imposible de erradicar y que tengamos que convivir con él, como pasa con el virus de la gripe y con otros coronavirus. No hay que olvidarse de que existen 4 coronavirus humanos circulando (HCoV-229E, HKU1, HCoV-NL63 y HCoV-OC43) que causan resfriados comunes. Es posible que este nuevo coronavirus pase a ser otro de ellos. Esperemos que si este es el caso, el virus se vaya atenuando, que haya una buena parte de la población que se haya infectado y permanezca inmune, al menos durante un tiempo, y que además ya tengamos vacunas y fármacos eficaces.