Image: Marte ¿mar o desierto?

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Ciencia

Marte ¿mar o desierto?

Las nuevas tecnologías allanan el camino hacia el Planeta Rojo

19 junio, 2002 02:00

Fotografía de la zona sur del planeta donde se ha localizado con el GRS señales ocultas de hidrógeno

Las últimas informaciones de la nave Mars Global Surveyor (MGS) y de la Mars Odyssey (MO) han despejado algunas incógnitas sobre el desarrollo de vida en Marte. Javier Gómez-Elvira, vicedirector del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC), analiza para El Cultural los últimos hallazgos y la importancia tecnológica de las futuras misiones.

"Varios metros por debajo de la superficie de Marte una mezcla de hielo y agua ocupa los intersticios de las rocas que forman el manto del planeta. En este caldo se desarrollan multitud de microorganismos que no necesitan ni oxígeno ni luz para vivir y que se alimentan de los minerales que forman esas rocas..." éste podría constituir el sumario de un artículo de divulgación científica que podría aparecer publicado a lo largo de la próxima década.

Pero esta hipótesis, que hace unos años era digna de un libro de ciencia ficción, hoy en día empieza a tener ciertos visos de realidad. Por ejemplo, la existencia de vida en ausencia de oxígeno y luz se ha encontrado en nuestro planeta. Precisamente, el hecho de descubrir que la vida puede desarrollarse en condiciones de altas temperaturas, altas presiones o niveles extraordinariamente altos de radiación o de salinidad, ha sido uno de los motores que ha relanzado la búsqueda de vida fuera de nuestra confortable Tierra. Marte ha sido uno de los objetivos de la exploración planetaria desde sus comienzos. La primera sonda rusa se lanzó en 1960 y a ella le han seguido 32 vehículos de Rusia, EEUU, Japón y Europa. Por cierto, con un balance bastante negativo, puesto que de todos ellos sólo 15 llegaron a su destino. Ha sido una de las últimas misiones, la Mars Global Surveyor (MGS), la que ha aportado detalles de una importancia científica inigualable.

Energía calorífica
Cientos de imágenes en las que se pueden ver desde paisajes sedimentarios que quizás hayan estado cubiertos de líquido en algún momento de su historia, valles generados por desbordamientos de grandes cantidades de "agua", hasta muestras de actividad volcánica pretérita (fuentes de energía calorífica dentro del planeta). También se ha comprobado que sobre la superficie de Marte hay zonas con magnetismo remanente, lo que hace suponer que hace miles de años existiera en el planeta rojo un campo magnético similar al que tiene actualmente nuestro planeta Tierra...

Aunque MGS sigue transmitiendo información a la Tierra, un nuevo satélite ha entrado en órbita alrededor de Marte y está comenzando a enviar información, la Mars Odyssey (MO). Esta nave está equipada con instrumentación más precisa que la MGS en cuanto a su capacidad de resolución. Por ejemplo, el instrumento encargado de estudiar la composición mineralógica de la superficie marciana es capaz de observar detalles 90 veces más pequeños que la MGS. Pero es con otro de los equipos que lleva la MO, un espectrómetro que analiza los rayos gamma generados en las capas más superficiales de su corteza como consecuencia del impacto de los rayos cósmicos, el que ha permitido descubrir que hay gran cantidad de hidrógeno bajo su superficie, distribuido en extensas áreas de sus dos hemisferios. Esto puede significar que muy probablemente exista agua congelada en las zonas analizadas.

Marte puede contener agua, por lo tanto cabe hacerse la pregunta ¿tendrá vida? La respuesta sólo se puede encontrar estudiando el planeta en profundidad: su geología, su clima y todo su potencial biológico, lo cual supone un reto formidable para la comunidad científica.

Pero si el planeta rojo es un reto científico no lo es menos desde el punto de vista tecnológico, y la muestra es el historial de fallos que se han producido hasta el momento. La exploración es un reto que ya no lo puede afrontar únicamente EEUU: es necesaria una coordinación internacional, que asegura con las reuniones del International Mars Exploration Working Group (IMEWG), grupo de trabajo encargado de definir y coordinar la estrategia a seguir en esta gran aventura y que está formado por las grandes agencias de exploración del espacio y aquellos países interesados en participar. Su última reunión ha tenido lugar recientemente en el campus del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial auspiciado por el Centro de Astrobiología (INTA-CSIC).

El papel de los rovers
Tres son los objetivos fundamentales que diseñan la estrategia de exploración: conocimiento profundo del planeta, conseguir traer muestras a la Tierra y, por último, situar a un ser humano sobre la superficie de Marte. El primero se tratará de alcanzar durante esta década, el segundo se sitúa en la próxima y el tercero más allá del 2020.

Para conseguirlos habrá que desarrollar y probar multitud de nuevos instrumentos y tecnologías. La flota de exploración estará compuesta por satélites, rovers, landers (sondas que permanecen fijas en la superficie del planeta), globos, aviones… Un ejemplo de estas nuevas tecnologías son los rovers, elementos fundamentales en la exploración planetaria. Ha habido un salto cualitativo desde el primer rover utilizado en el espacio, el ruso Lunokhod sobre la superficie de Luna, hasta Sojourner que circuló sobre Marte: un salto en dimensiones, capacidades, autonomía....

Traer una muestra del suelo marciano a la Tierra, exige un salto aún mayor en las capacidades robóticas. Dos misiones pretenden conseguirlo: MER (Mars Exploration Rovers), que la NASA lanzará el próximo año cuyo objetivo es poner dos vehículos gemelos en dos puntos distintos de la superficie de Marte, y otra a finales de esta década aún sin bautizar y en la que se combinarán unas altas capacidades robóticas y de instrumentación. El rover de la próxima década tendrá el suficiente nivel de autonomía como para ser capaz de tomar decisiones sobre el camino a seguir, cómo actuar ante situaciones de emergencia, qué objetivos científicos tiene que buscar y qué instrumentación debe utilizar; muy lejos del último rover que cuando al detectar una dificultad esperaba órdenes de la Tierra. Los rovers tienen una limitación en cuanto a su capacidad de movimiento y nadie espera que sean capaces de recorrer miles de kilómetros: por tanto hay que buscar nuevos vehículos. Los globos son una alternativa real (existe un precedente en el año 1984 en el que una nave rusa desplegó un globo en Venus) y tanto Rusia como Estados Unidos dedican importantes esfuerzos para conseguir el nivel tecnológico adecuado que les lleve a desarrollar un aerostato capaz de sobrevolar grandes áreas de la superficie de Marte, e incluso aterrizar para la toma de datos científicos.

Huellas de microorganismos
Otro ejemplo de nuevos desarrollos son los aviones. En el año 2007 NASA lanzará una misión denominada Scout aún sin definir y que será seleccionada a partir de un conjunto de propuestas en las que se está trabajando actualmente. Entre ellas hay una que propone utilizar un pequeño avión para la toma de imágenes y datos de la atmósfera. Puesto que se parte de la hipótesis de que es posible que existan o hayan existido microorganismos en Marte, hay que dotar a los rovers de la capacidad de detectar sus huellas (biomarcadores son sustancias que únicamente pueden ser generadas por organismos vivos). Esto se traduce en que es necesario desarrollar instrumentos que de forma remota analicen el suelo marciano buscando huellas de vida.
El subsuelo de Marte esconde información que nos ayudará a entender su geología, y quizás también su biología, por lo que es necesario llegar a él. Actualmente se están desarrollando equipos capaces de realizar perforaciones de cientos de metros que de forma autónoma obtienen muestras y las analizan in situ, enviando los datos a Tierra.

La exploración de Marte representa un reto científico y tecnológico no sólo por la posibilidad de encontrar parte de la historia de la vida en su interior, lo cual nos ayudará a estudiar nuestra historia y también nuestro futuro, sino porque el desarrollo de nuevos vehículos e instrumentos redundará en el desarrollo de nuestra civilización.

Javier GóMEZ-ELVIRA