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El fin y los medios de la Fundación Catalunya-La Pedrera

16 enero, 2015 14:55

[caption id="attachment_474" width="557"] Vista del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial[/caption]

Christie’s subasta en Nueva York, el próximo 28 de enero, una Vista del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial de autor desconocido y datada hacia 1600. Su precio estimado es de 120.000-160.000 dólares. En la ficha, se detalla que procede de la colección de Ramón Casas en el monasterio de Sant Benet, a través de la Fundació Catalunya-La Pedrera. Los lectores de la prensa catalana sabrán de la venta de 200 obras de arte que esta fundación realizó hace año y medio a través de la casa de subastas online Setdart, pero el asunto no llegó a las noticias nacionales, así que voy a ponerles al tanto y a hacer algunas consideraciones sobre él.

La Fundació Catalunya-La Pedrera es resultado de la transformación de las obras sociales de las ya extintas cajas de ahorro en fundaciones bancarias, en este caso, la de CatalunyaCaixa. La antigua Caixa Catalunya, vinculada a la Diputación de Barcelona, se fusionó con las cajas de Tarragona y Manresa en 2010, año en el que la entidad recibió una primera inyección de fondos del Estado (FROB) que le acabaría aportando 12.000 millones de euros. En 2011 el negocio bancario pasó a denominarse Catalunya Banc, fue nacionalizado en 2012 y vendido en 2014 mediante subasta al BBVA, por solo 1.100 millones. Hoy se examinan en los tribunales las elevadas retribuciones que los directivos y consejeros de la caja se otorgaron a sí mismos en plena crisis, y la irresponsable gestión de la entidad se ha confirmado como uno de los más grandes lastres para la hacienda pública y para los contribuyentes en estos años tan difíciles.

La fundación, que empezó a funcionar en enero de 2013, ha quedado desvinculada de cualquier entidad bancaria y cuenta con sus propios activos y fuentes de ingresos, siendo la más importante la explotación turística de La Pedrera, el edificio de Gaudí, que aporta unos 15 millones de euros al año. Su presupuesto ha sido en 2014 de 25 millones, una cuarta parte del que tenía hace cinco años, pero aún una cuantía muy respetable que ha de cubrir las múltiples actividades que desempeña la fundación, centradas en programas médicos, asistenciales y medioambientales. La composición del patronato demuestra que se ha avanzado mucho en su despolitización, a pesar de que queden en él algunos representantes políticos, y que se cuenta con expertos en las áreas en las que se trabaja… menos en la de la cultura. La actividad artística de la fundación se limita a la gestión del Auditorio de Tarragona, un pequeño número de iniciativas relacionadas con la música y las artes escénicas, y las pocas exposiciones que se organizan en La Pedrera, además de algunas itinerantes. Desde que la fundación echó a andar, hace dos años, solo ha celebrado cuatro muestras en su principal sede: Colita, Depero, Chema Madoz y El Lissitzky. Pero, en fin, es una situación, esta de la pérdida radical de atención a las artes plásticas, que no difiere demasiado de la mayoría de ex-obras sociales de nuestro país. La actividad se podrá retomar en un futuro por ahora improbable en el que la acción asistencial sea menos necesaria. Lo que no se podrá recuperar ya será el patrimonio perdido. El cuadro que subasta ahora Christie’s se vendió en Setdart por 15.000 euros. Aún habrá que ver si se obtiene el precio ahora estimado, pero creo que podemos ya afirmar que la Fundación Catalunya-La Pedrera se equivocó al venderla. Por ese precio y, sobre todo, de aquella manera.

[caption id="attachment_480" width="557"] Patio interior del monasterio de Sant Benet[/caption]

Las 200 obras que puso a la venta en 2013 procedían de la colección que la familia del pintor Ramón Casas había reunido en el monasterio de Sant Benet, que adquirió su madre, Elisa Carbó, en 1907 y rehabilitó el artista con ayuda del arquitecto modernista Josep Puig i Cadafalch. No era una colección de arte de primer orden pero sí un conjunto patrimonial interesante, digno de ser conservado como parte de ese conglomerado histórico-artístico. En el año 2000, Caixa Manresa compró el monasterio a los herederos de los bienes de los Carbó y catalogó las obras que allí quedaban. Cuando se reformó para convertirlo en hotel se utilizaron bastantes piezas de mobiliario, decorativas y artísticas para ornar espacios y habitaciones, y para recrear una parte de la residencia estival de Casas. Se inauguró en 2007, manteniendo íntegro (por lo que sabemos) su equipamiento artístico hasta que la nueva fundación tomó la decisión de deshacerse de una parte de él. ¿Por qué? Está claro que una entidad con fines tan amplios y urgentes siempre necesita más fondos pero el plan que había presentado ante el Protectorado de Fundaciones preveía alcanzar el balance entre ingresos y gastos en su tercer año de funcionamiento, lo que le daba un margen para consolidar otros recursos.

La conclusión a la que debemos llegar es que la fundación no puso en venta aquellas 200 obras –pinturas y esculturas religiosas, cerámica y artes suntuarias- porque necesitara inmediatamente fondos sino porque quería quitarse de encima un patrimonio no demasiado valioso para “despejar” el complejo turístico Món Sant Benet e incrementar su rentabilidad como hotel, restaurante y enclave recreativo (ver aquí documental). Es un síntoma del descuido patrimonial que campa hoy en todo el territorio; también en Cataluña, donde el legado de Casas ha sufrido un envite aún más serio con la conversión de su casa en Sitges, Can Xicarrons, en zona de paso entre los dos museos vecinos, el Cau Ferrat y el Maricel. Pero lo peor es que una fundación que tiene el mandato, por Ley, de actuar “con los niveles de profesionalidad, independencia, transparencia y eficiencia máximos” y que, según sus estatutos, ha de ocuparse, en su ámbito cultural y en primer término, de “la protección y difusión del patrimonio propio”, ocultara deliberadamente que estaba saldando una parte de ese patrimonio.

[caption id="attachment_476" width="557"] Una de las estancias del monasterio de Sant Benet[/caption]

La versión inicial que dio Setdart fue que el conjunto procedía de una familia castellana que lo había tenido almacenado y abandonado durante muchos años. He hablado con Marina Pellegrí, una de las propietarias de la empresa, quien si bien en una primera conversación recordaba que no se hizo público que la colección procedía de Sant Benet, a pesar de la recomendación que ella hizo (pues podía elevar el precio de los lotes), por expreso deseo de la Fundación Catalunya-La Pedrera, afirma, tras pedir un tiempo para reunir la información que yo le solicitaba, que las obras no las subastó directamente la fundación sino un marchante que las compró a esta y luego las ofreció en venta pública. Pero, antes de la subasta, Setdart había comenzado a estudiar y a promocionar algunas obras entre su clientela y saltó la alarma. Los descendientes de Casas hicieron llegar a algunos medios de comunicación que aquellas obras procedían de Sant Benet y, paralelamente, la historiadora del arte Beli Artigas Coll, que realizó un estudio de la pintura de El Escorial e incluso siguió de cerca su restauración después de ser adquirida en la subasta, avisó en su blog de que su investigación sobre esta y otras pinturas le había hecho constatar que tenían esa procedencia. El diario Ara publicó un artículo revelando lo que había ocurrido y entonces las explicaciones se modificaron: la fundación reconoció el hecho y alegó razones de “eficiencia económica”. Lo que no me ha quedado claro (supongo que a nadie) es si existió ese intermediario fantasma que pudo llevar las obras a Setdart.

La fundación ha asegurado que no venderá más bienes y se ha justificado diciendo que no se liquidaron 200 obras sino 80 , de escaso valor, mal catalogadas o mal conservadas, y que el dinero obtenido se dedicaría a la mejora de una nave industrial aún por recuperar en el complejo de Sant Benet. Es cierto, comenta Beli Artigas, que la pintura de El Escorial estaba muy deteriorada pero todos los que la examinaron detectaron que era una obra de calidad, como ahora demuestra su inclusión, una vez restaurada, en el catálogo de Christie’s. ¿Qué más se vendió? Nadie da los detalles. Las fundaciones bancarias se crearon en origen con dinero público y el patrimonio que atesoran debería, al menos, hacerse público. ¿Dónde están las obras de arte contemporáneo que compró Caixa Manresa? Creo que el Presidente de la fundación, Germán Ramón-Cortés, publicista y miembro fundador del lobby catalanista FemCat, y la Directora General, Marta Lacambra, que fue Secretaria General de Cultura de la Generalitat, deberían adoptar otra actitud y acatar en todos los extremos las prácticas de buen gobierno que se han fijado.

Mi intención ahora, en cualquier caso, no es abundar en un asunto que, aunque feo, no tiene relevancia excesiva sino abogar por que exijamos entre todos transparencia, criterio y responsabilidad a todas aquellas entidades e instituciones con labores de custodia patrimonial.

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