Tengo una cita por Manuel Hidalgo

Garci lo ve negro

16 julio, 2013 02:00

José Luis Garci escribe "con todo", con todo lo que lleva encima. Hace lo que hacen los escritores, escribir con el cuerpo, con la sangre, con la piel, con las vísceras. Escribir con la vida vivida, con la memoria, con la experiencia, con las heridas abiertas y con los placeres disfrutados. Por eso, Garci es, naturalmente, un escritor, un escritor muy bueno, siendo ocioso echar mano de un inexistente aparato de medir para tratar de calibrar si es más escritor o más cineasta.

Garci practica una literatura de la subjetividad, una "literatura del yo" -mira y habla expresa y expresivamente desde el yo-, y, por ello, cuando aborda, como en Noir (Notorious), una especie de ensayo misceláneo sobre el cine negro, su inteligencia analítica, crítica y cinéfila recurre a la narrativa autobiográfica, a los amigos -nombrados- y a los enemigos -aludidos-, a las emociones -amores y rencores-, al conjunto de sus aficiones y gustos, de manera que el libro se desborda por sus márgenes, aunque también podría decirse, de otra manera, que integra y totaliza géneros y formas de escritura con un resultado inequívocamente personal.

En Noir hay apartados formidables como el largo texto dedicado a Perdición (Billy Wilder, 1944), y aparece con brío la ficción pura, como en esos dos relatos "noir" que Garci escribió, hará veinticinco años, como base para sendas películas que no llegó a realizar.

El meollo del volumen -hay que resaltar que ofrece una magnífica edición gráfica- es, sin duda, ese "Abecedario Noir", de casi trescientas páginas, que, en orden alfabético de directores, contiene opiniones y recuerdos sobre más de cien cineastas que han cultivado el cine negro y sobre las películas que han hecho dentro del género. No hay ausencias llamativas, pero sí rescates del olvido y apuestas muy particulares que excitarán la adrenalina y las salivales del lector, como también lo hará el último apartado ("Mis listas negras"), dedicado, como indica su título, al juego de las listas, a los preferidos de Garci dentro del cine negro: películas en blanco y negro y en color, directores, actores, actrices, guionistas y fotógrafos, listas de doce favoritos brevemente comentadas.

La introducción de Noir es cañera, pone las cartas sobre la mesa y sirve de aviso a navegantes por parte de un Garci que afirma haber padecido "una cinefilia precoz, contagiosa e incurable". Y esta introducción contiene una sincera declaración imposible de soslayar: "el cine que me gusta ya se ha hecho".

En contra de "los nuevos gurús de la Politique des auteurs", Garci proclama su predilección por los maestros que hicieron sus grandes películas básicamente entre los años 20 y 50: Walsh, Wilder, Preminger, Minnelli, Murnau, Renoir, Buñuel, Mizogouchi, Dreyer, Rossellini, Ford, Hitchcock, Lang, McCarey, Berlanga, Lubitsch...

Y añade: "El cine de Hollywood de la edad de Oro -similar al siglo de Pericles, tan parecido a nuestros dorados años de Cervantes, Lope y Quevedo-; insisto, el cine que hicieron esos gigantes que acabo de citar, más Ozu, Chaplin, Stroheim, Welles, etcétera, es "único" e "irrepetible", como la vida. Ese cine, el que me gusta, el que ya se ha hecho, cada vez me recuerda más los cuadros de Van Gogh, Rembrandt, Goya, Picasso, Velázquez, Zurbarán, Valdés Leal, Caravaggio o Vermeer..."

Al margen de posibles hipérboles, es lógico y normal que, a propósito de cualquier disciplina artística se exalte a los grandes clásicos. Ahora bien, si esa posición lleva aparejada el rechazo de la modernidad es preciso tener cuidado. Garci sabe muy bien que Murnau, Rossellini y Berlanga, por ejemplo, hoy clásicos, fueron en su día renovadores. Y también sabe que Lope fue un innovador. Y también sabe perfectamente que lo fueron, si hablamos de pintura, Van Gogh, Goya o Picasso. Cada cual es muy libre de tener los gustos personales que más le plazcan, ¿pero no fue Van Gogh rechazado en su tiempo por, simplificando, no pintar como Rembrandt? ¿Dónde han quedado los juicios de los contemporáneos de Picasso que lo repudiaron frente a Velázquez o, sin ir más lejos, a un Van Gogh ya admitido?

La Historia demuestra que es un error, fruto de las dificultades de la contemporaneidad y la corta distancia -y también de la predilección por el pasado y por lo que ya ha adquirido carta de naturaleza académica-, no saber ver o negar la existencia de genios dorados en el presente desde el que se mira. No es tarea específica de Garci -ni mía- saber distinguir a los cineastas de hoy que, a la vuelta de veinte o treinta años, serán considerados clásicos. Pero tiene que haberlos. De no ser así, caramba, sería la primera vez en la Historia -incluida la del Cine- que el presente y la modernidad no son simiente y fragua de los clásicos del futuro. ¿Acaso el mismo Garci no habla bien, en su "abecedario noir", de Affleck, Bogdanovich, De Palma, Ferrara, Fincher, Hanson, Lynch, Mamet, Pakula, Polansky, Scorsese o Tarantino? Pues eso.

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