Foto de escena de 'Numancia'.
'Numancia' contada en una ambiciosa y entretenida producción
José Luis Alonso de Santos dirige esta nueva versión de la obra de Cervantes que cuenta el célebre asedio romano a los numantinos con un generoso elenco de 20 actores.
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La Numancia que se representa en los Teatros del Canal hasta febrero es la tercera producción de la obra cervantina que se ve en Madrid en diez años. Con versión y dirección de José Luis Alonso de Santos, esta última tiene hechuras clásicas, un generoso y entrenado elenco de 20 actores y cuenta de forma ágil y comprensible para el público el célebre asedio romano a los numantinos.
Alonso de Santos ha afirmado que ha montado Numancia (titulada por Cervantes como Tragedia de Numancia) porque “defiende valores que a mí me parecen esenciales”.
En primer lugar, la obra es un grito contra la falta de libertad (del tipo que sea), de ayer, de hoy y de siempre. (Un grito) contra la resignación y la humillación, y contra las tiranías que obligan a tener una vida de sufrimiento”.
Numancia es el episodio de un pueblo que prefiere inmolarse antes que caer en la esclavitud del yugo romano. Y es también una obra patriota, ya que para Cervantes los numantinos —pueblo celtíbero— no solo son los primeros españoles, sino que su gesta es el espejo de fraternidad y coraje donde debe mirar la España de su tiempo.
El autor entiende que la patria es el hogar de los hombres libres, razón de por qué hay que defenderla. Hay que recordar que Cervantes escribe esta obra a su vuelta de su cautiverio en Argel, en 1579, por lo que es comprensible el valor que da a retornar a su tierra de origen y al tema de la libertad del hombre y de los pueblos.
Pero siendo importante este asunto en la obra, Cervantes lo aborda de manera secundaria, por medio de unas alegorías ideológicas que incrusta en los intersticios del relato épico principal, y en los que nos habla de una España de valientes pueblos divididos, a la que le espera un destino de gloria si logra unirse al modo de los ejemplares numantinos.
Como es natural, el director de escena le ha dado el protagonismo al relato épico, que nos presenta al modo de una crónica histórica como si hubiera sido redactada por Tito Livio o Apiano (que fue uno de los que sí la escribió); son breves acotaciones de la cosecha de Alonso de Santos que oímos de una voz en off (Jacobo Dicenta) y que nos sitúan en la época en que el senado romano envió a Escipión a sofocar las guerras celtíberas de Hispania en el año 135 a. de Cristo.
Retablos pictóricos vivos
Oímos esos apuntes históricos a la vez que en escena contemplamos estáticos cuadros visuales del elenco, retablos de gran belleza plástica gracias a la esmerada labor de los iluminadores Juan Gómez Cornejo e Ion Aníbal, donde rastreo la inspiración del Goya de Los fusilamientos del 2 de mayo, o las pinturas heroicas románticas de un Delacroix. Con el episodio del muerto resucitado logran un cuadro vivo de sorprendente composición y belleza de luz velazqueña. Cuando la voz en off se apaga, los cuadros se deshacen y comienza la acción dramática.
La audaz y bonita escenografía conceptual de Ricardo Sánchez Cuerda, que sugiere el cerco o muralla de Numancia, dispone al numeroso elenco en dos grupos que van ocupando la escena alternativamente: el del ejército romano liderado por Escipión, encarnado por un enérgico e inmisericorde Javier Lara, que se enfrenta al verso endecasílabo con la ferocidad con la que piensa someter a los numantinos; y el más numeroso de la comunidad de Numancia, con Teógenes al frente y al que da vida Arturo Querejeta, que repite el rol al que estamos habituados a verle, jefe de dignidad intachable que conduce a su pueblo, en este caso, al sacrificio.
Es el grupo de numantinos quien más personajes e historias concentra, como las protagonizadas por las mujeres que alimentan la tragedia con su negativa a quedarse de brazos cruzados para acabar como botín de guerra de los romanos. Destacan Carmen del Valle, fantástica con el verso, y Ania Fernández, protagonista de la historia de amor con Morandro, encarnado por un estupendo Jimmy Castro.
Alonso ha resuelto la puesta en escena de las alegorías de manera clara y diferenciada. Sube a los personajes de estas —la guerra, el hambre, España, el Duero, la fama— en unas torres que entran en escena cuando se disuelve la acción dramática. Sobre estas torres Pepa Pedroche, Karmele Aramburu, Carlos Lorenzo, Carlos Manrique y Del Valle, vestidos con trajes intemporales lanzan sus versos en una prosodia que no guarda un estilo de conjunto.
No está clara la fecha en la que Cervantes escribió esta obra, pero fue en el lustro inmediato a su vuelta de Argel, cuando se casó, publicó su primera novela La Galatea y aspiraba con Numancia a labrarse una posición en el teatro madrileño. No lo consiguió, la fórmula de la obra resultó demasiado erudita para los corrales de comedias.
Ahora no es una cuestión de erudición. De las tres producciones que he visto (con versión de Luis Alberto de Cuenca, Ana Zamora y ahora esta), las tres tienen el mismo problema: su carga emocional está diluida, los personajes no viven imperiosas contradicciones humanas y resultan esquemáticos, sin conflictos internos no hay momentos conmovedores.
Aun así, esta gran producción se ve muy bien, lo que no es poco. Es entretenida, de buena factura y muy vistosa (han participado unas 40 personas sin contar el elenco) y no podía ser menos tratándose de un entusiasta de Cervantes y de la historia de Roma como es Alonso de Santos (baste recordar su monólogo El romano o la adaptación teatral de Yo Claudio). Y así también la vio el público, que la recibió puesto en pie la tarde de un sábado.
Sumario básico.
Autor: Miguel de Cervantes
Dirección y versión: José Luis Alonso de Santos
Reparto: Teógenes / Arturo Querejeta Escipión / Javier Lara Covino / Jacobo Dicenta – Sergio Otegui Voz en off / Jacobo Dicenta La Fama, madre con hijos / Pepa Pedroche España, numantina / Karmele Aranburu Marquino / Manuel Navarro Delegado del pueblo, hambre / Carlos Lorenzo Mario / Jesús Calvo Yugurta / David Soto Giganto Lira / Ania Hernández (Sara Mata en funciones escolares).