Stanislavblog por Liz Perales

Ficciones, de Federico León

9 julio, 2015 18:22

Las ideas, del argentino Federico León, ha clausurado el programa “El Lugar sin límites” que el Centro Dramático Nacional ha dedicado a las dramaturgias experimentales durante el mes de junio. Se nota que la programación ha sido diseñada en colaboración con la sala Pradillo, pues han desfilado por ella artistas afines a este espacio como Rodrigo García, Elena Córdoba, Claudia Faci, La Ribot, Juan Loriente, Juan Domínguez, El Conde de Torrefiel o Angélica Liddell, presente con una exposición de autorretratos con poemas autobiográficos (Via Lucis).

Hacía tiempo que el argentino no se prodigaba por estos pagos. Y ha traído un trabajo que me resulta muy anticipatorio, más todavía si pensamos en que fue ideado hace dos lustros, en 2005.  No hay duda que León es un artista ingenioso y original, con un discurso y un estilo propio. En Las ideas reincide en “su” tema preferido: la leve frontera entre lo real y lo imaginado, llevado al terreno de la creación artística y que él sabe engordar con reflexiones humorísticas y ejemplos sencillos tomados de la vida misma.

Un ordenador portátil preside la mesa de pin-pon en la que Federico León y su colega Julián Tello desarrollan una particular “brainstoming”. La tecnología, las drogas y la inspiración, son los motores en esta obrita en la que León intenta sistematizar el proceso de la creación artística y plantear si las ideas surgen de manera espontánea o de forma planificada. Como si estuviera jugando con unas matrioskas rusas, los actores se  autoproyectan en una pantalla, creando una inquietante sensación de irrealidad, pues no se alcanza a saber si su perspectiva es la de ver o la de que les vean… Además, proyectan videos que les permiten introducir conversaciones sobre  teatro, mujeres… material realista susceptible de convertirse en ficción mediante su incorporación a la obra de creación.

Me quedo con una reflexión vertida en la pieza: “La vida es como un falsa botella de whisky de las que se usan en el teatro, en la que el 80 por ciento es té y el 20 por ciento whisky de verdad. O sea, la vida es un 80% de ficción y un 20% de realidad”.

Cuando hace casi tres lustros tuvo lugar el boom del teatro argentino (con Veronese, Ricardo Bartís, Rafael Spregelburd…), tuve ocasión de entrevistar en Buenos Aires a “Tito” Cossa, el dramaturgo rioplantese más célebre en los 60 (La nona) considerado el patriarca del teatro porteño.  Cossa me habló entonces de este autor:  “León es el que más me interesa, no sólo porque es el más joven, sino porque sabe contar las cosas”.

Entonces León tenía una edad escandalosamente joven, 22 años, y con un solo espectáculo, Cachetazo de campo, trascendió la frontera argentina y se dio a conocer por Europa. La obra se presentó como investigación sobre el llanto y en ella dos actrices no paraban de llorar desde el principio hasta el final. A esta se sucedieron más espectáculos y también películas: Las multitudes, con un centenar de actores, o Yo en el futuro, obra de teatro y película de cine, que llegó a Madrid, y cuya idea no sólo comparte argumento y se anticipa de alguna manera a Boyhood, sino que en ella el autor riza el rizo en relación con el tema que le obsesiona: la ficción.

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