Rima interna por Martín López-Vega

Todo son afueras: Pablo García Casado

22 julio, 2013 02:00

Se publican muchísimos libros de poemas, pero sólo unos pocos dejan algo de huella. En 1997 Dvd ediciones publicó Las afueras, primera entrega de Pablo García Casado (Córdoba, 1972) si descartamos un par de breves entregas previas. Había algo de nuevo en su propuesta. Muchos se despistaron: uno llegó a leer que el mérito de García Casado era ser el primero en meter el Dixan en un poema (sin comentarios). El caso es que el asunto trajo cola y muchos creyeron que renovar era ser el primero en decir facebook o bosón. Zarandajas de lado, la economía de medios de García Casado podía despistar en una lectura rápida (a menudo, economía es ausencia) y el paisaje de sus poemas podía parecer una copia más del realismo sucio americano. Pero no era sucio, que tenía Dixan (ustedes me disculparán el chiste preagosteño...) Desde luego, García Casado había bebido mucho en la tradición norteamericana (sin disimulo titularía su siguiente libro El mapa de América) pero más allá de un tributo a los escritores que admiraba, Las afueras era un profundo ejercicio de retratar y entender nuestro propio paisaje. García Casado habría leído a Carver pero uno nunca dejaba de perder de vista que de aquello de lo que nos hablaba era de Córdoba (de una Córdoba de la mente, claro). La irrupción de García Casado y la enorme atención que se le prestó supuso que la poesía española se manchara un algo de realidad sin caer en la copia. Por aquellos años se publicó una antología, Feroces, que venía a ser el manifiesto de que el cuerpo y otros asuntos supurantes habían entrado por fin con naturalidad en la poesía española. Aquella antología era un poco como la avalancha que debe producirse en un Corte Inglés cuando se abren las puertas en unas rebajas (o mejor, en Desigual, un día de esos que regalan ropa por ir medio en pelotas), pero algunos poetas, es el caso de García Casado, eran poetas de verdad.

Lo que añadía García Casado era ese minimalismo expresivo, pretendida imitación de un fluir de conciencia que no se atreve a llamarse pensamiento. Casi un diario no reflexionado. No reflexionado, claro, por la voz protagonista del poema, pero sí por el poema: todo en sus poemas funciona como un engranaje perfecto.

Escribía hace poco Luis Antonio de Villena a propósito de este Fuera de campo (Visor) que reúne la poesía completa de García Casado hasta el momento con el añadido de algunos inéditos, que el problema de presentarse con un libro como Las afueras es (para su autor) sobrevivir a él. Estoy de acuerdo. Después del rotundo arranque de Las afueras, El mapa de América aparece como un libro de transición, no exento en absoluto de buenos poemas, pero sin llegar a resultar tan contundente como su estreno. García Casado recuperaría su punch con Dinero (2007), un libro que vale la pena leer en paralelo con Mercado común (2006) de Mercedes Cebrián porque ambos nos ofrecen una mirada sobre las dos caras de la misma moneda: algo más intelectual la de Cebrián, más pegada a la calle la de García Casado, ambos libros tenían algo de visionarios de lo que estamos viviendo ahora.

Leer ahora juntos los tres libros de García Casado, junto a un puñado de inéditos, subraya la sensación de que estamos ante un poeta único, con mucha personalidad y capaz de un trabajo poético de depuración al alcance de muy pocos. Cierto que a veces deja la sensación de que García Casado sólo hace discos unplugged y dan ganas de enchufarle la guitarra a ver qué pasa. Pero le releemos y se nos pasa. Leída atentamente, su poesía nos enseña que en los lugares sin salida se oculta, porque está ante nuestra vista, el camino de huida. La poesía enseña pocas cosas más útiles que esa.

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