La soprano Inés Alonso y el grupo Cantoría. Foto: Dolores Iglesias.

La soprano Inés Alonso y el grupo Cantoría. Foto: Dolores Iglesias.

Qué raro es todo!

La voz cercana

Se agradece la vuelta a un canto cercano y claro, ejemplificado por la soprano Inés Alonso y el grupo Cantoría en un concierto navideño de villancicos en la Fundación Juan March.

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Llevamos ya un siglo largo de historicismo en música. A diferencia de todas las épocas anteriores, en las que lo que se practicaba era la música del momento, lo que se oye en la nuestra es, casi en exclusiva, la del pasado.

En consecuencia, los compositores de hoy se ven en la cruel tesitura de tener que competir con todos los anteriores, desde Hildegarda hasta Stravinski, pero también hay consecuencias agradables, como el poder disfrutar a voluntad de todo ese maravilloso repertorio.

A mí me satisface especialmente la recuperación de una forma de cantar cercana y clara que había desaparecido del uso culto desde que se impusieron las salas y teatros grandes, que obligaban al cantante a impresionar a oyentes situados a mucha distancia.

La impostación operística es un gran logro de nuestra civilización y ha hecho posibles verdaderas cumbres del arte que todos conocemos, pero tiene sus contrapartidas: deja en la cuneta las inflexiones pequeñas, pero conmovedoras, los guiños de voz proferidos de cerca, que tal vez no lleguen a la fila 15, pero van llenos de expresión.

Hace unos días tuvimos un ejemplo de esta impostación cercana, casi prosódica, en la voz fresca y natural de la soprano Inés Alonso, emitida con la misma sensación de facilidad con que nos entra.

Junto a sus colegas del grupo vocal Cantoría (Oriol Guimerá, alto; Jorge Losana, tenor y dirección; Lluís Arratia, bajo), dieron en la Fundación Juan March un concierto de Navidad a base de villancicos del Cancionero de Upsala ("Riu riu chiu", "Verbum caro", "Dadme albricias", "Yo me soy la morenica") y de Bartomeu Càrceres ("Soleta i verge") y un buen surtido de ensaladas de Mateo Flecha el Viejo, esa música divertida y enloquecida, revoltijo de lenguas, estilos y asuntos, que Cantoría ha convertido en una de sus especialidades.

Todos los aficionados al canto coral conocen bien este repertorio renacentista que alegra el oído por su empleo cercano (¡otra vez!) de la polifonía. Matizada y eficaz fue también la versión que la parte instrumental de Cantoría hizo de las recercadas del "Tratado de glosas" de Diego Ortiz.

La viola da gamba de Marc de la Linde y la vihuela de Jeremy Nastasi, cantaron con elegancia y expresividad acompañados por el órgano positivo de Marina López y la percusión de Iñaki de la Linde.

El concierto fue la contribución de Radio Clásica, de Radio Nacional de España, al navideño Día de Euroradio, verdadera apoteosis de la radio como medio de reunión cultural por encima de las fronteras.

Es una especie de Eurovisión en audio, lo que significa algo menos de audiencia, pero tiene enormes ventajas en todo lo demás. Es un continuo de conexiones en directo y una ensala de emisoras de toda Europa. El título del concierto decía: "Jubilate", ¡alegraos!. Pues eso.