Esceptrum

El prestigio del anumerismo

13 diciembre, 2007 01:00

Una de las razones principales de que este blog viera la luz son las conversaciones, que desde hace años, más o menos periñodicamente, mantengo con mi buen amigo Javier Hontoria sobre ciencia, Internet y cultura. La coincidencia del lanzamiento del blog con el comienzo del SIMO y el espacio que le dedicaban a la Web 2.0 en la feria este año, me hicieron dedicar mis primeros artículos a esta nueva ola tecnológica y de nuevas empresas que nos abruma.

Tras esa primera serie, quiero ahora volver a mi idea inicial y, para ello, nada mejor que comentar algo que, desde hace años, me llena de sorpresa y tristeza a la vez: el prestigio del anumerismo.

Sí, has leído bien. En esta sociedad nuestra, moderna, exuberante de teléfonos móviles, gps, consolas e Internet, el anumerismo no es un estigma social, más bien al contrario; bien gestionado incluso aporta prestigio. El anumerismo, entendido como la incapacidad de manejar con comodidad los conceptos matemáticos básicos, es una enfermedad extendida por todas las capas sociales, incluidas aquellas entendidas como instruidas. Cuenta John Allen Paulos en su libro "El hombre anumérico" una divertida anécdota que reproduzco aquí completa: "... alguien estaba soltando una perorata monótona sobre la diferencia entre 'continuamente' y 'constantemente'. Más tarde, durante la misma velada, estábamos viendo las noticias de TV y el hombre del tiempo dijo que la probabilidad de que lloviera el sábado era del 50% y también era del 50% de que lloviera el domingo, de donde concluyó que la probabilidad de que lloviera el fin de semana era del 100%. Nuestro supuesto gramático no se inmutó lo más mínimo ante tal observación y, además, cuando le hube explicado donde estaba el error, no se indignó tanto, ni mucho menos, como si el hombre del tiempo se hubiera dejado un participio".

Esta anécdota, que personalmente no me resulta extraña ya que he presenciado situaciones similares muchas veces, ilustra muy bien una sociedad que vive de espaldas a las matemáticas y a la ciencia básica, en clara contradicción con la tecnología avanzada que nos abruma. Es usual encontrar personas, supuestamente instruidas, que presumen de su analfabetismo matemático. A diferencia de otros defectos, que se ocultan, éste es publicado e incluso muy bien recibido por la audiencia. Sin duda, hay un problema educativo subyacente muy grave, y las últimas noticias sobre los resultados españoles en el informe PISA no son esperanzadores, pero a mí me parece más grave la actitud social comprensiva e incluso orgullosa del analfabetismo numérico. En una sociedad que depende tanto de la tecnología y la ciencia constituye una contradicción sorprendente.

Es curioso cómo en algunos de los libros que abundan en los últimos tiempos, que intentan resumir en 1.000 páginas todo lo que hay que saber sobre la cultura, a veces ni aparecen nombre como Cantor o Güdel. Si alguien presume de no saber quién fue Gauss y no se le reprocha de la misma manera que si lo hubiera dicho sobre, por ejemplo, Balzac o Mozart, no estaremos en condiciones de alcanzar una cultura científica básica y, sin cultura científica no hay cultura y, lo que es peor, no habrá un futuro halagöeño.

PD. Como un pequeño reto, ¿cuál era la probabilidad de que lloviera el fin de semana?

Image: El parlamento de la Humanidad. La historia de las Naciones Unidas

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