Nathan Fielder en la segunda temporada de 'Los ensayos'

Nathan Fielder en la segunda temporada de 'Los ensayos'

En plan serie Lo mejor de 2025

Las 25 mejores series de 2025: del delirio de Nathan Fielder en 'Los ensayos' al clasicismo de 'The Pitt'

En riguroso orden alfabético. Nada de clasificaciones. Baste con decir que están 'Los ensayos' y el resto.

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Como cada año, llegó el momento. Las mejores series del año. En riguroso orden alfabético. Nada de clasificaciones. Baste con decir que están Los ensayos y el resto. Hay 25, aunque, en realidad, incluyo algunas más en forma de mención.

Puede que echéis en falta algunos títulos. Unos porque no los he visto (Pubertat, The Last of Us, Blue Lights). Otras porque he sido incapaz de terminarlas (Blossoms Shanghai, Superestar, Muerte por un rayo). Y algunas porque, para mí, carecen del interés o del nivel cualitativo que muchísima gente les ha adjudicado (Alien: Earth, The Studio, Adolescencia o El eternauta).

También os preguntaréis por qué demonios incluyo tal o cual serie. Si es así, recordad: esta es mi baldosa.

1. The Agency (Jez Butterworth & John-Henry Butterworth, 2024 / SkyShowtime)

¿Puede un remake ser genuino? Los hermanos Butterworth, con la inestimable ayuda del director Joe Wright, demuestran que sí. Se apropian del argumento de la magnífica Oficina de infiltrados (Eric Rochant, 2015-2020), lo enfrían, lo remozan con una estética propia del cine de los 70 trasplantada a la era de la hipervigilancia y le imprimen una agradecida sequedad.

The Agency es, antes que nada, un estudio sobre la cambiante identidad de un espía filmado con intención (el juego con los espejos, el trabajo con los zooms), que destierra cualquier atisbo de espectacularidad y que jamás se olvida de que es un spy game.

Aquí Brandon Martian (Michael Fassbender) es un espía estadounidense que acaba de ser devuelto a la oficina londinense de la CIA tras seis años infiltrado en Etiopía. Su pasado, y la mujer con la que mantenía una relación, serán claves en el proceso de pacificación de Sudán, que mantiene enfrentados a China y a Estados Unidos.

Al mismo tiempo, el extravío en Bielorrusia de un operativo poseedor de informaciones sensibles, con la guerra de Ucrania como escenario clave para entender lo que supone tal pérdida, y la infiltración de una nueva agente en Irán para que extraiga información de su programa nuclear, sirven para trazar un afinado croquis de la geopolítica de ahora mismo.

2. La agente encubierta (Adam August, 2025 / Netflix)

El sleeper del año. Una agente novata es elegida para infiltrarse en una organización que se dedica al tráfico de drogas. Su misión pasará por hacerse amiga de la esposa del líder y así reunir información que facilite la captura del boss y el desmantelamiento de la banda. Nada que no nos hayan contado mil veces.

¿Dónde está, pues, la gracia de esta miniserie danesa? En sus personajes. En el hecho de que la mujer del capo sea una choni con tanta ambición como miedo. En que el mafioso de turno no sea un cliché andante, sino un tipo que quiere a su hija. También en las dudas que afectan a la protagonista y que tienen que ver con sus propios traumas heredados.

Y, sobre todo, en el modo en el que Adam August no traiciona jamás a sus criaturas, porque le interesa más el desmoronamiento interior de esa gente sometida a una doble vida que la peripecia policial. August respeta las inclinaciones de sus personajes y es coherente con el mundo que nos ha planteado. Y eso, queridas y queridos lectores, no pasa todos los días.

3. Andor (Tony Gilroy, 2025 / Disney +)

Segunda parte de la precuela de una precuela (Rogue One) y, sin embargo, no hay serie que se muestre tan deseosa por desoír el libro de instrucciones para montar el mecano de Star Wars como Andor. A Tony Gilroy le debemos este drama político adulto, denso y no por ello exento de emoción.

Es atrevido en su estructura (cuatro bloques casi independientes de tres episodios cada uno) y la elipsis es una de sus marcas de estilo. Busca siempre mostrarnos el envés del arquetipo, con ese Cassian Andor (Diego Luna) que se debate entre la responsabilidad, el sacrificio y un posible futuro junto a Bix (Adria Arjona).

Sin necesidad de entrar en su prolijo argumento, digamos que aquí se abordan cuestiones como el colonialismo depredador, la infiltración de los servicios secretos del gobierno entre los movimientos revolucionarios para destruirlos desde dentro o, en pleno apogeo de la presidencia de Donald Trump, temas como el control de la información, la anulación de la disidencia y el destino que aguarda a todos aquellos que sirven al emperador de turno en el momento en el que caigan en desgracia (hola, Elon).

A nivel visual, los tres últimos capítulos dirigidos por Alfonso Ruizpalacios (Una película de policías) proporcionan un cierre a la altura de la dramaturgia de Gilroy. Lo mejor que le ha pasado a la franquicia Star Wars en diez años (animación al margen).

4. Asura (Hirokazu Kore-eda, 2025 / Netflix)

Una imagen de 'Asura'

Una imagen de 'Asura'

Takiko (Yu Aoi), retraída bibliotecaria y tercera de las cuatro hijas de la familia Takezawa, le encarga a un investigador privado que descubra si su padre le es infiel a su madre. Las indagaciones no solo desvelarán que el cabeza de familia tiene una amante, sino que está inmerso en una relación longeva con niño incluido.

Con ese punto de partida, el cineasta Hirokazu Kore-eda compone un sobrio retrato familiar que se aleja de lo telenovelesco merced a la elegante distancia que media entre su mirada y los personajes (a los que nunca juzga) y el primoroso uso del reencuadre. Y lo cierto es que la trama, que ya fue carne de culebrón en adaptaciones anteriores, da para lanzarse al melodrama desaforado, pues nos encontraremos con embarazos inesperados, bodas accidentadas, tragedias hospitalarias, épica pugilística, intentos de suicidio y niños desamparados.

Kore-eda, fiel a su estilo expositivo, nos entrega un lúcido fresco multigeneracional en el que cuatro hermanas de distintas edades han de reaccionar a una crisis familiar en el Japón de 1979 sin necesidad de traicionar (ni actualizar) los usos y costumbres del periodo, pero prestando mucha atención a cómo la mirada masculina delimita el lugar que las mujeres ocupan en el mundo. Kore-eda at his best.

5. Brian y Maggie (James Graham & Stephen Frears, 2025 / Movistar Plus +)

Dos episodios. Dos actores como la copa de un pino. Y una historia real. A veces no hace falta nada más. Bueno sí, un guionista competente y un director que mueva la cámara con sentido. Y esos son James Graham (Sherwood, Quiz, el escándalo de ¿Quién quiere ser millonario?) y el nunca suficientemente bien ponderado Stephen Frears (Las amistades peligrosas, La camioneta).

Los dos se embarcan en la reconstrucción ficcional de la entrevista que la primera ministra británica, Margaret Thatcher, concedió al periodista Brian Walden el 29 de octubre de 1989 y que supuso el principio del fin de su tercer y último mandato presidencial.

Graham nos ofrece una composición mesurada de los protagonistas, Harriet Walter y Steve Coogan bordan sus interpretaciones y Frears es capaz de poner en imágenes el poder de fascinación que el periodista –un tipo situado en el otro lado del espectro ideológico con respecto a Thatcher- siente por la primera ministra o de romper la mirada del espectador en el momento clave de la entrevista. Por cierto, Movistar Plus + la estrenó como película… pero es una miniserie, aunque solo sea de dos episodios.

6. El camino estrecho (Shaun Grant & Justin Kurzel, 2025 / Movistar Plus +)

Esta adaptación de la novela de Richard Flanagan que firman el guionista Shaun Grant (Mindhunter) y el cineasta Justin Kurzel (The Order) cuenta la historia de Dorrigo Evans, oficial médico australiano, capturado por los japoneses en 1943 como prisionero de guerra y obligado a trabajar en la construcción del ferrocarril entre Tailandia y Birmania.

La historia, sin embargo, no se circunscribe únicamente a ese periodo. El relato se fragmenta en tres tiempos: dos situados entre 1941 y 1946, uno referido a los meses previos al ingreso de Dorrigo (Jacob Elordi) en el ejército, en el que asistimos al enfebrecido enamoramiento que siente por la mujer de su tío, y otro en el campo de prisioneros. La tercera etapa reflejada nos sitúa en 1989, con Dorrigo (Ciarán Hinds) convertido en un exitoso cirujano que debe afrontar una investigación por presunta negligencia médica, al tiempo que le es infiel a su mujer con la esposa del médico con el que comparte quirófano.

Tres tiempos, tres espacios y un par de triángulos amorosos en los que Kurzel combina un doble modelo de planificación. En 1989 insiste en encerrar a Dorrigo Evans en edificios que parecen cárceles, símbolo de alguien que se quedó atrapado en aquel bosque tailandés y prendado de una mujer a la que jamás podrá recuperar.

En el otro bloque narrativo, el director australiano trabaja a fondo las grandes escalas, baña la selva con una luz sucia y dota a cada imagen de una dolorosa fisicidad que por momentos parece traspasar la pantalla, como si El puente sobre el río Kwai (David Lean, 1957) se mezclase con Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979).

7. Il camorrista (Giuseppe Tornatore, 1985 / AMC +)

Una imagen de 'Il camorrista'

Una imagen de 'Il camorrista'

Cuarenta años después de su grabación, el primer trabajo del oscarizado Giuseppe Tornatore (Cinema Paradiso) llegó a nuestras pantallas tal y como se había concebido, y no como aquel largometraje que la productora se inventó para tratar de salvar los muebles en 1985. Hablamos de Il camorrista, adaptación de la novela homónima del periodista Giuseppe Marrazzo que narraba el ascenso de Raffaele Cutolo, líder de la llamada Nuova Camorra Organizzata, y que firmaron Massimo de Rita y por el propio Tornatore.

El gran problema al que se enfrentó el proyecto fue el de contar lo que en aquellos momentos sucedía en Italia casi de manera simultánea al desarrollo de los acontecimientos: Vincenzo Casillo, brazo derecho de Cutolo, fue asesinado en el 83, y el macrojuicio contra la organización acabó justo en el año en el que esta miniserie de cinco episodios tenía previsto estrenarse.

Ahora, AMC + ha recuperado la serie, inédita hasta hoy, en la que el director siciliano combina con acierto la crudeza del poliziesco y de filmes como Revolver (Sergio Sollima, 1973) con cierto lirismo en clave baja heredado de Francis Ford Coppola. Todo ello sin desatender cierta función pedagógica: Il camorrista es una serie didáctica en el modo en el que lo es Gomorra de Roberto Saviano.

Tornatore nos muestra una violencia despiadada, cuasi vírica, indetenible, expuesta sin tapujos sobre todo en apabullantes secuencias de montaje, siempre apoyadas por la vibrante partitura de Nicola Piovani, huyendo de cualquier estilización coreográfica, montándola a partir de escalas cortas y angulaciones extremas, agrediendo la mirada del espectador.

Podemos considerar Il camorrista como una de las grandes reposiciones de este 2025. Las otras dos, traídas por Filmin, son La sangre helada (2021), la obra maestra de Andrew Haigh (Weekend, 45 años), y la mítica Friday Night Lights (Peter Berg, 2006-2011), una serie en la que el futbol americano no es más que un pretexto para escrutar los Estados Unidos de su tiempo. Imprescindibles.

8. División Palermo (Santiago Korovsky, 2025 / Netflix)

Pueden ver la segunda temporada de División Palermo como un divertimento entretenidísimo, pero es bastante más que eso. Es más que la historia de esta guardia urbana inclusiva tratando de desenvolverse en un contexto de campaña electoral. Más que el fichaje de Felipe Rosenfeld (Santiago Korovsky) por el servicio secreto para investigar a una banda criminal que opera desde un café y que podría estar involucrada en el tráfico de drogas. División Palermo es, antes que nada, una reflexión sobre los engranajes que mueven la comedia.

Existe en ella una conciencia plena del funcionamiento de los resortes del género y un respeto máximo por la inteligencia del espectador que, a su vez, se emplea como herramienta lúdica. Y entre carcajada y carcajada se describe una nación en convulsión permanente, que necesita media cerilla para prender la llama de la protesta pero a la que resulta fácil aplacar, dominada por arribistas a los que solo les importa el dinero y en la que la extorsión es ley.

Todo ello, y al contrario de lo que sucede en el cine de los reyes de la comedia argentina Cohn y Duprat, envuelto por una mirada humanista que no es ajena a los males del país. Detrás de ese grupo de parias unido por la fuerza de las circunstancias y la necesidad, bate el latido de la solidaridad, la forja de un sentimiento de comunidad a contrapelo, representado por el buenismo flácido de su inapropiado y tierno líder Mike (Daniel Hendler).

División Palermo es, junto con Viudas negras: P*tas y chorras (Malena Pichot, 2025), la comedia argentina del año. Al contrario de lo que sucede con ese apelativo cuando se aplica a nuestro país vecino, las comedias argentinas del año son buenas.

9. Dying for Sex (Elizabeth Meriwether & Kim Rosenstock, 2025 / Disney +)

He aquí una historia basada en hechos reales ‘distinta’. Como suele suceder, el tono lo es todo. Elizabeth Meriwether y Kim Rosenstock se basaron en la experiencia que Molly Kochan (Michelle Williams) contó en el pódcast conducido por su amiga Nikki Boyer (Jenny Slate). Y esa vivencia no es otra que el regreso de un cáncer que creía aniquilado. Una enfermedad que vuelve para quedarse en el cuerpo de Nikki de manera definitiva. ¿Trágico, no? Pues no. Y sí.

No, porque Molly decide que antes de palmarla va a darse una alegría que su marido, al que abandona inmediatamente, no le ha proporcionado en 15 años de mustio matrimonio. Esa alegría no es otra que alcanzar un hermoso, placentero y merecido orgasmo.

Dying for Sex es una aventura de autodescubrimiento sexual que se cuida muy mucho de enjuiciar a nadie. También es un canto a la amistad femenina que barre con cualquier estereotipo y una historia de reconciliación materno-filial marcada por el trauma. Pero, sobre todo, es una comedia negra y paradójicamente vitalista muy difícil de encontrar (de hecho, es mucho menos interesante cuando se pone seria).

Probablemente, la de Michelle Williams sea la mejor actuación del año. Quizá junto con la de Robyn Malcolm en Después de la fiesta (Robyn Malcolm & Dianne Taylor, 2023) en la que los abusos también están presentes, como en Dying for Sex, aunque no los hayamos citado hasta ahora.

10. Efectos secundarios (Joseph Bennett & Steve Healy, 2025 / HBO Max)

Una imagen de 'Efectos secundarios'

Una imagen de 'Efectos secundarios'

Instalados en la era de la postverdad, con un totalitarismo rampante que amenaza con derruir los pilares de la democracia y con la radio atestada de anuncios que nos insisten en que instalemos una alarma en nuestros hogares, ¿a alguien le extraña que el thriller conspiranoico haya experimentado un repunte?

Formulado de maneras muy distintas, incluso opuestas -y ahí están Una batalla tras otra (Paul Thomas Anderson, 2025) y Eddington (Ari Aster, 2025) para demostrarlo- el subgénero ha vivido una nueva floración en el ámbito serial, con outsiders que se enfrentan a un sistema corrupto en el que no confían.

En Efectos secundarios, Marshall, un tipo gordo y descamisado, descubre un hongo que podría contener la solución para eliminar todas las enfermedades. Eso le llevará a luchar contra el gobierno, contra la industria farmacéutica y contra antiguos compañeros de aventuras que quieren mercantilizar su hallazgo. La mejor serie de animación del año –de las que yo he visto- junto a la neurosis judía reflejada por Long Story Short (Raphael Bob-Waksberg, 2025).

El anti-sistema también puede ser un señor de clase media que diseña centros comerciales y que se enzarza en una cruzada imposible contra una compañía que fabrica sillas tras sufrir un ridículo accidente con una de ellas durante la presentación de un proyecto. Hablamos de La empresa de las sillas (Tim Robinson, 2025) en la que Tim Robinson enhebra su particular humor en una rocambolesca conspiración muy sintomática de los tiempos que vivimos. Bendita locura.

Y, por último, tenemos a Lee Raybon (Ethan Hawke) un librero/periodista/investigador que, en realidad, es una nueva versión de El Nota (Jeff Bridges) pasada por el filtro de las novelas de Jim Thompson (y no de Raymond Chandler, que era la matriz empleada por los hermanos Coen en El gran Lebowski). Hablamos de Verdades ocultas (Sterlin Harjo, 2025) que Disney+ estrenará la próxima semana (26 de diciembre) y que también nos habla de unos Estados Unidos desquiciados, racistas y podridos hasta la médula. Al igual que sucedió el año pasado con Sugar (Mark Protosevich, 2024), esta serie la han hecho para mí.

11. Los ensayos (Nathan Fielder, 2025 / HBO Max)

La serie del año. Con varios cuerpos de ventaja sobre la segunda. ¿Por qué? Intentemos explicarlo brevemente. La segunda temporada de Los ensayos arranca con Nathan Fielder preguntándose si un cómico puede salvar el mundo. Para responder a esa pregunta el creador canadiense se propone lo siguiente: dado que gran parte de las catástrofes aéreas vienen provocadas por la falta de comunicación entre pilotos y copilotos, ¿por qué no ensayar previamente esas interacciones, mediatizadas por el respeto a la autoridad y el miedo a las represalias, para evitar futuros desastres?

Así empieza esta segunda tanda de seis episodios que, como en un capítulo de Los Simpson (Matt Groening, Sam Simon & James L. Brooks, 1989-?) o de How to with John Wilson (John Wilson, 2020-2023), va desplazándose hacia territorios ignotos para convertirse en otra cosa. Todo se organiza a partir de una estructura inequívocamente serializada, en la que unos temas se superponen a otros, y que, pese a la infinitud de improbables giros de guion que atraviesan el show, nunca se abandonan, sino que siempre regresan para conformar relaciones a priori imposibles pero finalmente orgánicas.

Para armar este artefacto inclasificable, Fielder se apropia de diversos formatos de telerrealidad, los moldea con herramientas extraídas del documental performativo y del mockumentary, y les añade recursos visuales procedentes de los social media. Utilizando un humor frío y distanciado como marcador, Fielder logra organizar con sentido toda esa maraña de referentes y, al tiempo, alinearlos con su máxima preocupación, que no es otra que la incapacidad para sentir emociones y la búsqueda de un método para hacerlas emerger.

La inquietud personal de Fielder -que se resume en el siguiente interrogante: ¿puede una persona con autismo pilotar un Boeing 737 con doscientos pasajeros a bordo?- alcanza dimensiones reflexivas de gran profundidad, sobre todo desde el momento en que decide que la estética de la hiperrealidad domine el conjunto: lo vemos todo, desde todos los ángulos, y, sin embargo, somos incapaces de mostrar nuestra verdadera naturaleza frente al otro. Los ensayos inaugura una nueva categoría televisiva, la del egotrip humanista.

12. Hacks (Lucia Aniello, Paul W. Downs & Jen Statsky, 2025 / HBO Max)

La cuarta temporada de Hacks es una brillante sátira sobre el mundo de la televisión, centrada específicamente en la producción de late nights y derramando su mirada mordaz sobre el funcionamiento de las cadenas y de los conglomerados empresariales que las dirigen.

De hecho, esta nueva entrega se desmarca de las anteriores desde el momento en el que se inscribe en un nuevo medio. Pasamos del mundo del espectáculo, de la stand up comedy que triunfa en casinos y teatros, al del late night, un territorio dominado por hombres. Hacks se mantiene fiel a unos esquemas narrativos prefijados que no son otros que su diseño en forma de onda sinusoidal a partir de un esquema de dobles parejas.

Sin abandonar su tono ligero, e incluyendo guiños a títulos centrados en el mundo catódico como Network (Sidney Lumet, 1976), la cuarta tanda de episodios de esta producción de HBO Max nos habla de la censura que las cadenas imponen con tal de promocionar sus propias producciones, de lo complicado que resulta, para las mujeres de la industria, denunciar casos de acoso sexual o de las renuncias creativas que conviene aceptar para conquistar los espacios consagrados a las grandes audiencias, codiciados a su vez por anunciantes e inversores. La serie es, además, un cursillo acelerado sobre cómo funciona, hoy, la televisión.

13. MobLand (Ronan Bennett, 2025 / SkyShowtime)

Una imagen de 'Mobland'

Una imagen de 'Mobland'

Dos familias, los Harrigan y los Stevenson, se disputan el control de la distribución de estupefacientes en Londres. Cuando el menor de los Stevenson desaparezca, después de una noche de juerga con el pequeño de los Harrigan, la guerra entre ambos clanes parece estar a punto de estallar.

Para evitar que la sangre llegue al río, Harry Da Souza (Tom Hardy), un solucionador de problemas al servicio de los Harrigan, deberá encontrar al chico perdido mientras trata de que nadie se tome la justicia por su mano (a excepción de él mismo, claro).

El guionista Ronan Bennett, con la inestimable colaboración de Jez Butterworth (The Agency), arma un relato gansteril que necesitaría de un nuevo sistema métrico para calibrar las dimensiones del mal que contiene cada uno de los personajes que pueblan esta serie. Pierce Brosnan y Helen Mirren, es decir los Harrigan, harían que Tony Montana se hiciese adicto al Ventolin después de mantener una breve charla con él.

MobLand es una serie seca, sin concesiones y altamente disfrutable pese a las licencias que se toman sus guiones. Más que los reveses de la trama, importa el diseño de unos personajes adictos a la traición. Además, está planificada con solvencia por un Guy Ritchie comedido –en la línea de Despierta la furia (2021)– y mejorada por el veterano realizador Anthony Byrne.

14. Monstruo: La historia de Ed Gein (Ryan Murphy & Ian Brennan, 2025 / Netflix)

Seguro que muchos de ustedes se extrañaran al ver este título en la lista. Es cierto que lo penúltimo de Ryan Murphy (e Ian Brennan) es excesivo y que quizá se alargue en demasía, pero, aún así, este nuevo capítulo de su antología a propósito de serial killers famosos tiene demasiados puntos de interés como para ser despachada sin más.

En primer lugar, detrás de la elección de un hombre con el porte de Charlie Hunnam para encarnar a un monstruo como Ed Gein late el pulso de una inteligencia perversa. ¿Por qué le ponemos el rostro de un tipo tan guapo a un ser abominable? La siguiente cuestión, directamente relacionada con la anterior, tienen que ver con el índice de referencias a la cultura popular que compendia la serie. ¿Por qué Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960), La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974) o El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991) tuvieron como motivo de inspiración a Ed Gein? Y, lo más interesante, ¿cómo se reinterpretó su figura, y se transformo el género, con el paso del tiempo hasta llegar a nuestros días?

Si Murphy y Brennan ponen a Hunnam al frente de la nueva entrega de Monstruo es porque su incuestionable fotogenia despierta la atracción del público, una atracción similar a la que diferentes creadores sintieron por la historia de Ed Gein. Así pues, aquí se habla de la fascinación por el mal a todos los niveles.

Partiendo de la biografía de Gein, la serie bucea también en el terror histórico: la atracción que el asesino sentía por Ilse Koch –aquí encarada por una impresionante Vicky Krieps, quien protagoniza una trama/proyección mental autónoma– hace del serial killer la personificación de la abominación ideológica que derivó en un conflicto mundial.

Esa cotidianidad del mal se sustenta en una estética en la que lo sórdido, lo morboso y lo instintivo se funden en este true crime sin concesiones a la hora de mostrar las pulsiones sexuales de un hombre reprimido, impulsos que terminan canalizándose a través de la violencia. Monstruo: La historia de Ed Gein es una de las nuevas formas adoptadas por un género en constante mutación como el terror.

15. Mr. Scorsese (Rebecca Miller, 2025 / Apple TV +)

La escritora y directora Rebecca Miller (Intimidades, El plan de Maggie) explora las contradicciones de la vida, obra y milagros del cineasta Martin Scorsese haciendo un uso inteligentísimo de la pantalla partida, que lo mismo sirve para exponer las paradojas del tipo que pudo ser un gánster o cura y terminó siendo uno de los más grandes directores del cine contemporáneo, como para trazar análisis comparativos o para contraponer distintas versiones de determinados hechos.

Estamos ante un minucioso retrato en cinco episodios trufado de testimonios tomados en la actualidad -además de una ingente cantidad de material de archivo- que no solo refieren a la vida profesional de un Scorsese entregado (Robert De Niro, Daniel Day-Lewis, Leonardo Di Caprio, Brian De Palma, Steven Spielberg, Thelma Schoonmaker), sino también a su esfera personal (esas charlas con sus viejos amigos del barrio ambientadas en las cafeterías que frecuentaban de chavales), sin rehuir ningún tema (divorcios, adicciones, conflictos laborales) y repasando en profundidad toda su obra a la manera de un Hitchcock-Truffaut filmado por entregas que pone de manifiesto el peso del director de Taxi Driver en el conjunto de historia del cine. El documental del año, si me preguntan.

16. Mussolini: Son of the Century (Stefano Bises, Davide Serino & Antonio Scurati, 2024 / SkyShowtime)

Una imagen de 'Mussolini: Son of the Century'

Una imagen de 'Mussolini: Son of the Century'

En esta adaptación de la novela de Antonio Scurati a propósito del dictador Benito Mussolini (Luca Marinelli) vuelve a aparecer el nombre del director británico Joe Wright; sí, el de The Agency. Ahora bien, las dos series no pueden ser más distintas. Aquí estamos ante una bioserie que desafía todas las normas dramáticas y estéticas que suelen dominar este tipo de propuestas.

Primero, se elije únicamente la etapa en la que el futuro sátrapa ascendió al poder. Dos: se introduce el argumento en un túrmix visual que se apropia de la estética fascista y que guarda relación con el sincretismo político de Mussolini, alguien dispuesto moldear sus principios ideológicos a con tal de amarrar el poder: “querer siempre más hasta quedárselo todo por cualquier medio, eso es fascismo”, se escucha en la serie.

Tres: la serie es excesiva, grotesca y violenta, agresiva para con los espectadores, M: Son of the Century conecta de manera clara con un presente marcado por el ascenso de nuevos totalitarismos que utilizan los mismos recursos estéticos –sobre todo en lo referido al culto al líder y a la manipulación de las imágenes- que empleó Mussolini para imponerse. No es casual que Il Duce nos diga, mirando a cámara, aquello de “Make Italy great again”.

17. The Pitt (R. Scott Gemmill, 2025 / HBO Max)

The Pitt es la heredera directa de Urgencias (Michael Crichton, 1994-2009) y 24 (Joel Surnow & Robert Cochran, 2001-2010). De la serie impulsada por Michael Crichton surge el grueso del equipo creativo de esta nueva producción para HBO Max. El showrunner R. Scott Gemmill, el director y productor John Wells y el guionista Joe Sachs trabajaron en la mítica serie de los 90, y Noah Wyle, que protagoniza la serie, la coproduce y escribe dos episodios, ya formaba parte del reparto de Urgencias.

De la serie liderada por Jack Bauer (Kiefer Sutherland) se adopta su concentración temporal, pues a lo largo de sus quince episodios se nos cuenta lo que sucede durante un turno en el Pittsburgh Trauma Medical Center. A razón de capítulo semanal, los aproximadamente 45 minutos que dura cada episodio logran transmitir la sensación de que estamos viviendo en tiempo (casi) real lo que sucede en esa convulsa sala de urgencias.

También se apropia de determinados mecanismos presentes en otro hit del cambio de siglo como fue El ala oeste de la Casa Blanca (Aaron Sorkin, 1999-2006). Como en la serie creada por Aaron Sorkin, que John Wells heredó a partir de la quinta temporada, vemos a un grupo de personas altamente capacitadas luchando codo con codo para lidiar con los problemas relacionados con la más estricta actualidad (aquí se también se tocan temas políticos, no solo sanitarios).

También se adoptan algunos de sus recursos visuales (la preferencia por las tomas largas, los walks & talks para entrelazar múltiples puntos de vista). Dos series de estirpe hawksiana. The Pitt demuestra que la vieja/buena televisión sigue más viva que nunca.

18. Pluribus (Vince Gilligan, 2025 / Apple TV +)

Cuando lean estás líneas todavía no se habrá emitido el noveno y último episodio de Pluribus, la nueva serie de Vince Gilligan tras su díptico sobre el lumpen (Breaking Bad, Better Call Saul) que supone su regreso a la ciencia ficción, a sus tiempos en Expediente X (Chris Carter, 1993-2002).

Pluribus arranca como una revisión de La invasión de los ladrones de cuerpos (elijan la versión que prefieran) con guiños a Estallido (Wolfgang Petersen, 1995), una expansión vírica que recuerda a El incidente (M. Night Shyamalan, 2008) y una conclusión que bien podría ser el reverso de Idiocracy (Mike Judge, 2006).

Siendo el capítulo espléndido, lo importante viene después. ¿Qué sucede cuando Carol Sutrka (Rea Seehorn) descubre que es una de las únicas 12 personas que han logrado mantener su conciencia al margen de una invasión alienígena que ha colonizado los cerebros de todos los seres humanos hasta construir una gran mente colmena?

Gilligan nos muestra como Carol se enfrenta a un enemigo amable que solo busca que ella, una escritora superventas que no pasaba por su mejor momento, sea feliz. El nuevo organismo que controla a la humanidad es incapaz de mentir y se esfuerza por procurar el bienestar de los supervivientes. Ella, inmune al virus, solo puede integrarse en esa conciencia global por propia voluntad.

Esa cruzada por resistir va transformándose en un discurso a propósito de la soledad, indaga sobre el ser humano como ser social, sobre la importancia de la conexión, la empatía y la vida en comunidad. Para ello, Gilligan desafía todas las reglas que conforman la ortodoxia narrativa televisiva.

Un ejemplo. Su séptimo episodio, con dos personajes aislados que no pueden o no quieren comunicarse con nadie, es pura experimentación. Por una parte nos muestra el abanico de estados de ánimo por el que atraviesa Carol; por el otro, relata la aventura selvática que Manousos Oviedo (Carlos-Manuel Vesga) emprende desde su Paraguay natal a la búsqueda de Carol, que vive en una Albuquerque que nada tiene que ver con la de Breaking Bad.

Gilligan se maneja en unos registros poco habituales dentro de la ciencia ficción y prácticamente inéditos en la teleficción (habría que retrotraernos a experimentos míticos como El prisionero, para encontrar una sensibilidad similar). Pluribus es una de esas series que contribuyen al avance del lenguaje televisivo. No se la pierdan.

19. Poquita Fe (Pepón Montero & Juan Maidagán, 2025 / Movistar Plus +)

En solo ocho episodios de poco más de diez minutos cada uno, Pepón Montero y Juan Maidagán son capaces de revisar esta España nuestra como nadie (otra vez, porque hablamos de la segunda temporada de Poquita Fe).

Una cosa es tener la perspicacia y el talento suficientes como para dibujar gags en los que lo cotidiano se enrarece hasta que lo real deviene surreal simplemente mediante la introducción de detalles en apariencia nimios: una señal wifi intermitente que solo funciona con calor humano, un neonazi que no sabe dibujar esvásticas, o un señor que sale a la calle con un sombrero estrafalario enfermando de vergüenza ajena a su esposa...

Otra cosa muy distinta es la inaudita capacidad de los responsables de Poquita Fe para que esa colección de geniales intuiciones armonice en un discurso profundo que lo mismo nos habla de la crisis de la vivienda que del envejecimiento de la población, todo ello a partir de la pequeñísima historia que envuelve a Berta (Esperanza Pedreño) y José Ramón (Raúl Cimas), cuyas desventuras sentimentales tras quedarse sin casa sirven a un propósito discursivo trabajado, siempre, desde el subtexto.

20. La ruta. Vol: 2. Ibiza (Borja Soler, Roberto Martín Maiztegui & Clara Botas, 2025 / Atresplayer)

Una imagen de 'La ruta. Vol: 2. Ibiza'

Una imagen de 'La ruta. Vol: 2. Ibiza'

La primera temporada de La Ruta se ordenaba a partir de una rompedora narración in extrema res. Ahora, en su segunda entrega, sus creadores han optado por un relato intercalado a dos tiempos, el primero situado en abril de 1996 con el DJ Marc Ribó (Àlex Monner) ya instalado en Ibiza, y el segundo en 1971, con su padre, un aspirante a constructor, como protagonista.

El inteligente uso de la elipsis, el trabajo concienzudo con la mecánica del plano/contraplano y con las estéticas de ruptura (estamos ante una serie sobre la desestructuración familiar), la valentía a la hora de romper las estructuras dramáticas sin perder ni ápice de coherencia o su lectura sobre la transformación de Ibiza a nivel urbanístico, económico, social y cultural –desde la evolución del clubbing a la llegada de nuevas tendencias musicales, pasando por los cambios de la moda estupefaciente según cada época– hacen que la serie funcione como interpretación sociológica de un entorno modificado por el desembarco del turbocapitalismo. Todo ello sin olvidarnos de su primoroso diseño de personajes y de su muy particular lectura sobre la paternidad, otros dos motivos que hacen de La Ruta. Vol. 2 una serie imprescindible que, desgraciadamente, ha visto muy poca gente.

21. Sense filtres (Ainhoa,Bolaños, Aleix Mestre, Amaya Izquierdo y Afioco Gnecco, 2025 / 3Cat)

Abrumados por el constante goteo de estrenos que nos llega desde las grandes plataformas, los críticos apenas prestamos atención a las producciones procedentes de nuestras cadenas autonómicas. Y eso nos lleva a ignorar algunos proyectos que no deberíamos pasar por alto.

Sin ir más lejos, en este último mes del año TV3 lanzó Sense filtres, ficción adolescente que sigue la estela de proyectos como Skam (Julie Andem, 2015-2017). Dividida en tres partes de tres episodios cada una, remite a temáticas tan diversas como la transición de género, los abusos o la orientación sexual.

Siendo esas cuestiones importantes, resulta más pertinente analizar los elementos comunes a las tres historias, empezando por una duración que oscila entre los 17 y los 19 minutos por capítulo y que continua con el uso de una estética extraída de los social media o los videojuegos, para una propuesta que pone en juego la construcción de la identidad en un entorno digital.

También habría que citar aquí Zeru ahoak (Koldo Almandoz, 2025), segunda parte de este noir vasco creado por Koldo Almandoz, esta vez en colaboración con el novelista Harkaitz Cano, cuyo aparataje estético se sitúa, por poner un caso, muy por encima de la media de cualquiera de los abundantes thrillers con que Netflix nos atiborra cada año. Esta producción para la ETB de presupuesto modesto luce como un nordic noir de prestigio y, además, demuestra un erudito conocimiento del género.

22. Slow Horses (Will Smith, 2025 / Apple TV +)

Ya no se hacen series como Slow Horses. Vivimos el auge de las miniseries y pocos son los proyectos que nacen, desde el inicio, con vocación de continuidad. Y los que lo hacen, ya no alcanzan las cotas de longevidad de títulos como The Shield (Shawn Ryan, 2002-2008) o Justified (Graham Yost, 2010-2015).

La serie creada por Will Smith (no es ese en el que están pensando) basada en las novelas de Mick Herron es una de las escasas excepciones. Y lo es, porque, en el fondo, ha sabido adaptarse a los nuevos esquemas del streaming. Es una serie larga, sí, pero sus temporadas son de seis episodios y funcionan (casi) como miniseries autónomas. Lo cual no quiere decir que sus creadores no trabajen a fondo la continuidad de los personajes y su evolución. En un sentido estrictamente narrativo, Slow Horses supone un interesantísimo caso de estudio.

Dicho esto, su quinta temporada no baja ni un milímetro del nivel de las anteriores. Un tiroteo en mitad de Londres, un ataque que pretende hackear el sistema de seguridad británico, un ajuste de cuentas histórico, una lectura mordaz sobre las consecuencias del colonialismo y sobre el auge de la extrema derecha y de los políticos populistas, y un desternillante relato de espionaje liderado por un Gary Oldman que se merece todos los premios del mundo hasta que decida retirarse. Larga vida a Jackson Lamb.

23. La suerte (Paco Plaza, Pablo Guerrero, Borja González Santaolalla & Diana Rojo, 2025 / Disney +)

El encuentro fortuito entre un improvisado taxista y un torero deriva en una road movie estática que, entre corrida y corrida, se instala más que recorre varios lugares de esa España cainita poblada de gente que no se entiende. En ese contexto, La suerte nos invita a escucharnos y a abrir vías de diálogo que faciliten posibles reconciliaciones, aunque sea parciales.

La supresión de los trayectos y el acomodo en las ciudades permite a Paco Plaza y Pablo Guerrero, directores del proyecto, diseñar cada episodio como si fuese una pieza autónoma, unidos todos ellos por un tono muy particular, genuino, alejado de cualquiera de las convenciones que reinan en la teleficción contemporánea española.

La serie tiene un toque surrealista que surge de la combinación de sus dos personajes principales –magnífico Ricardo Gómez como aspirante a abogado del estado que en sus ratos libres conduce el taxi de su padre; no menos espléndido el diestro encarnado por un Óscar Jaenada que daría el pego en Las Ventas– cuya distinta extracción permite fraguar choques visuales en los que la comicidad y el extrañamiento se dan la mano. Todo ello sirve para reflejar una España reconocible, pero no desde la óptica del costumbrismo canónico, sino poniéndola ante un espejo deformante, de clara inspiración esperpéntica.

24. Yakarta (Diego San José, 2025 / Movistar Plus +)

Una imagen de 'Yakarta'

Una imagen de 'Yakarta'

A medida que Diego San José se fue alejando de los estándares de una comedia cinematográfica que le pedía un nuevo Ocho apellidos vascos (Emilio Martínez Lázaro, 2014) cada año, y en sincronía con la expansión de las plataformas de streaming, el guionista irundarra empezó a desarrollar una carrera sustentada en el retrato de perdedores sin carisma.

De la mano de personajes como el político torpe Juan Carrasco (Javier Cámara) o de Sara Santano (Carmen Machi), una gris inspectora de hacienda sin miramientos a la hora de cumplir con su deber, ha ido apartándose del humor para adentrarse de lleno en el drama.

En Yakarta, el más claro exponente de esa transformación, José Ramón Garrido ‘Joserra’ (Javier Cámara), un profesor de gimnasia desaliñado que en sus ratos libres ejerce como entrenador de bádminton, encuentra en una adolescente el clavo ardiendo al que agarrarse para sobrevivir. Su objetivo: convertirla en campeona de España y ajustar cuentas con los responsables de la Federación que le arruinaron la vida.

Estamos ante una odisea deportiva carente de épica que profundizará en la compleja relación entre un profesor cínico y una alumna que le dará unas cuantas lecciones vitales pese a su temprana edad.

Las claves de este drama amargo no exento de ternura pasan, además de por las imponentes actuaciones de Javier Cámara y Carla Quílez, por unas localizaciones y un diseño de producción que remiten a la ruinosa psicología de los personajes, por la finura en la concepción de los diálogos, por un diseño de personajes atravesados por contradicciones irresolubles y por una planificación, ideada por Elena Trapé, que trabaja sobre los conceptos de separación y ruptura.

No es esta la única demostración de ese interés por buscar tonos nuevos alejados del mainstream. En 2025, San José y su pareja creativa durante buena parte de su carrera, el director Borja Cobeaga, estrenaron en Prime Video Su Majestad (2025) otro retrato, en este caso el de la vaga e insolente infanta Pilar (Anna Castillo), que nos muestra desde la ficción, y remitiendo a una institución a priori intocable como la monarquía, la cara más disparatada de nuestro país.

25. Wolf Hall: The Mirror and The Light (Peter Straughan & Peter Kosminsky, 2024 / Movistar Plus +)

Una década separa las dos temporadas que conforman Wolf Hall, adaptación de las tres novelas de Hilary Mantel llevada a cabo por el guionista Peter Straughan y el realizador Peter Kosminsky.

Si en la primera entrega, fechada en 2015, se narraba el ascenso de Thomas Cromwell (Mark Rylance), abogado de extracción humilde que pasó de ser el asesor del cardenal Wolsey (Jonathan Pryce) a convertirse en la mano derecha del rey Enrique VIII (Damian Lewis), en la segunda, subtitulada The Mirror and The Light, asistiremos a su caída en desgracia a medida que la ascendencia que poseía sobre el rey Enrique empieza a desvanecerse, en parte porque el soberano va sumando matrimonios a la búsqueda de un heredero sin importarle en absoluto los métodos de ‘divorcio’ elegidos para separarse de sus cónyuges (lo mismo una ruptura con la iglesia que una ejecución).

Wolf Hall se mira en la inveterada tradición de la BBC que pasa por adaptar novelas de prestigio en clave de tragedia shakespeariana. Hablamos de una propuesta eminentemente dialogada, pero siempre a partir de eufemismos, circunloquios y alusiones, repleta de rodeos retóricos en la que los personajes logran decir lo que desean pero jamás desde la literalidad. Súmenle una planificación que le saca todo el partido a unas prestaciones técnicas inmejorables (diseño de producción, localizaciones, vestuario) pero siempre desde una medida austeridad. Y añadan las sublimes interpretaciones de Rylance y Lewis (y de todo el reparto, para que engañarnos). Otro brillante ejercicio de televisión tradicional.