Image: Un lugar llamado escultura

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Exposiciones

Un lugar llamado escultura

Mapa - suelo - paisaje. NF Galería / Víctor Santamarina. Túnel. García Galería

10 mayo, 2019 02:00

Irene Grau: Sobre lo que resta 2419-P-1, 2019 (NF Galería)

Blanca de Navarra, 12. Madrid. Hasta el 31 de julio. De 1.350 a 12.000 € / Doctor Fourquet, 8. Madrid. Hasta el 15 de julio. De 3.500 a 5.500 €

¿Qué tienen en común un mapa, el suelo que pisamos y el paisaje? Este es el hilo del que tira la Galería NF para reflexionar sobre la idea de territorio y trazar un recorrido por geografías devastadas, apuntes de canteras clásicas y partes del cuerpo. Irene Grau (Valencia, 1986) utiliza la ceniza como pigmento para hablar de los incendios gallegos de 2017. Pasa del blanco manchado al negro, con paradas intermedias en el gris, y recurre a la capacidad instalativa de la pintura situando algunos de los lienzos sobre el suelo. Los monocromos negros están hechos superponiendo múltiples capas con asombrosa laboriosidad mientras que las piezas con pequeñas motas de ceniza nos hacen pensar en la mano del hombre en la naturaleza. Estos juegos de paleta encuentran su réplica en las esculturas de Clara Montoya (Madrid, 1974) que beben de su estancia en la Academia de España en Roma y de su paso por las canteras de Carrara. Siguen ahí los frágiles equilibrios y el acercamiento científico a los materiales, a los que niega su bulto redondo adosándolos a la pared. Hay delicados juegos de camuflaje cuando combina mármol y cuarzo, y un festival hipnótico de texturas y minerales, piedra azul de Bélgica, estibina y azurita. Desembocan en una pieza que resume la exposición: varios bloques de mármol aplastando una base de arcilla húmeda sobre una peana de listones de madera reciclados. Es, en definitiva, un paisaje que dialoga a la perfección con las fotografías de Daniela Libertad (Ciudad de México, 1983), quizá la menos conocida de las tres artistas, con una montaña hecha con un tarro y un vaso de cristal y el zoom de varios granos de sal gorda en la palma de su mano. Explora la relación entre los objetos y su cuerpo y conecta, a su vez, con las piezas de mármol de Clara Montoya. Una de las propuestas más interesantes de este cierre de temporada.

Víctor Santamarina: Weight Transfer, 2019 (García Galería)

Hay también piezas en equilibrio en Túnel, la exposición con la que Víctor Santamarina (Madrid, 1990) se estrena en García Galería, y mucha relación con el cuerpo, pues trabaja los materiales atendiendo a las proporciones del suyo. Le recordarán por sus esculturas alcohólicas de Querer parecer noche, los yesos del CA2M de los que emanaban gin-tonics y vodka. Traslada ahora ese material a cemento blanco con moldes, dejando a la vista sus imperfecciones. Son piezas muy táctiles, de formas redondeadas, pliegues y ásperas texturas. Sigue aquí presente la noche, en esas peanas con forma de plintos de gogós y en los vasos de tubo que utiliza como soporte. También en la chupa de cuero roja, esa que dejamos olvidada entre el montón de abrigos de un bar, aplastada aquí bajo una de las esculturas. Pero, sobre todo, se establece un juego con la escultura clásica en las múltiples posibilidades de esos bloques blancos abstractos. Parecen mármol, pero no lo son, y son susceptibles de ubicaciones infinitas. Cada uno puede ver lo que quiera. Al fondo, yo he visto el torso de Belvedere de Miguel Ángel. Pura coincidencia, o no. Un Miguel Ángel entre cubatas.

@LuisaEspino4