Image: Dora García, existir en la escritura

Image: Dora García, existir en la escritura

Exposiciones

Dora García, existir en la escritura

Exilio

19 septiembre, 2014 02:00

Detalle de la obra Exilio, basada en manuscritos, fotocopías, recortes, folletos y dibujos

Galería Juana de Aizpuru. Barquillo, 44. Madrid. Hasta el 18 de octubre. De 18.000 a 50.000 euros.

En 1971, Aldo Piromalli fue arrestado por posesión de marihuana. Tras pasar un poco más de medio año en la cárcel se le dejó libre a la espera de juicio. Fue en ese momento cuando aprovechó para irse de Italia: Después de viajar por Europa decidió quedarse en Ámsterdam, donde todavía vive. Este viaje ya no era como los que, poco antes de ser detenido, había hecho al Este, que tenían el aire de la juventud o de la iniciación de un poeta al que se había incluido en la generación beat, sino que se había marchado más allá, quizás para nunca volver. Sintió que la sociedad a la que pertenecía ya no era la suya y se exilió.

Un exilio que no tiene que ver, o no sólo, con poner distancia, con irse del hogar y renunciar al origen, ni con una injusticia o con una situación política concreta, sino que consiste en situarse fuera del centro, en los márgenes, porque de algún modo resulta imposible adecuarse a la norma. Se es inadecuado, como tituló Dora García (Valladolid, 1965) su proyecto para la Bienal de Venecia de 2011, que formaba parte de su larga investigación sobre la locura y la marginalidad como posición artística y en el que Piromalli ya participó.

Piromalli era la respuesta a la pregunta que Dora García se hizo cuando le invitaron en 2012 a hacer una obra en el Museo de Tel Aviv: "¿cómo hacer del rechazo un término activo y productivo?". Y Exilio, el archivo en construcción que preside la habitación central de la galería Juana de Aizpuru, se convirtió de algún modo en un homenaje a la figura del poeta. Un archivo que se está formando con la correspondencia que envían una serie de colaboradores a los lugares donde se expone y que ha pasado por Vilnius y Buenos Aires. Son manuscritos, impresos, fotocopias, recortes, libros, folletos, fotografías, mapas y dibujos que se refieren a la palabra exilio. Es una correspondencia que no pretende ser contestada a vuelta de carta, sino que se ha quedado a la espera: fue, es y será. Las categorías de pasado, presente y futuro han quedado rotas y la escritura se ha convertido en una forma de ser, seguramente uno de los mayores actos de resistencia, en todos sus sentidos, que hay.

Existir a través de la escritura es lo que hizo también Robert Walser, otro exiliado, cuando fue encerrado en el manicomio de Waldau. Más tarde, al ser trasladado a Herisau, donde murió, sólo le quedarían los paseos, aunque caminar tiene mucho de escribir, como se puede deducir del dibujo sobre pizarra que la artista le dedica y que forma parte de un conjunto de diagramas más amplio que son trasposiciones de los esquemas que ella misma realiza en un cuaderno como parte de su sistema de trabajo y que aquí ha quedado desvelado. Son anotaciones de lecturas en las que además se puede encontrar a Antonin Artaud, James Joyce, o Philip K. Dick, igualmente exiliados.

El texto se transforma en un modo de ser y estar, pero también supone una protección, como se evidencia en esas esculturas que son puertas que se han incluido en la exposición. Umbrales en los que las Mezuzahs no son fragmentos de la torá sino libros que forman parte de la biblioteca de la artista y que remiten a otras de sus obras, como Insultos al público de Peter Handke, que desde el título lleva a su trabajo sobre el cómico (también el loco) como destructor de realidades, siguiendo a Erving Goffman, y que fue una de las bases de The Beggar's Opera, realizada para el Skulptur Projekte de Münster en 2007, y que epitomiza uno de los Hombres que ama (2009), el humorista Andy Kaufman. La obra de Dora García se descubre así como un relato continuo que parece no tener fin.