Image: Jorge Satorre: una orgía en torno a una columna

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Exposiciones

Jorge Satorre: una orgía en torno a una columna

Jorge Satorre

27 septiembre, 2013 02:00

Pilar, 2013.

Halfhouse. Av. Vallvidriera, 69 bajos. Barcelona. Hasta el 15 de noviembre.

La casa que ocupa Halfhouse en Vallvidriera está atravesada por corrientes subterráneas desde hace poco menos de un año. Las descubrió, como parte de la primera propuesta de Javier Peñafiel para el nuevo espacio, un zahorí que realizó un plano telúrico del emplazamiento. En él señalaba que el punto de confluencia de todas las energías del lugar está en el jardín, frente al porche de la entrada. Mucho tiene que ver con lo que ahora presenta el artista Jorge Satorre (México, 1979), que se ha beneficiado este verano de una las residencias para artistas que Halfhouse ofrece (y ese sí es un misterio maravilloso: dos creadores, Alberto Peral y Sinéad Spelman, que deciden hacer de su casa un espacio de exposición y residencia de artistas, todo desde una voluntad encomiable).

En esos dos meses, el zahorí, las corrientes telúricas o actos propios de bacanales colectivas mientras se quema un árbol en la chimenea de la casa (propuesta de Black Tulip en marzo) se mezclaban con la investigación sobre los menhires que Jorge Satorre ha llevado ha cabo. Ahora expone esa documentación siguiendo los rastros de menhires a lo largo de la península y anotando las microhistorias que les envuelven. Pero, sobre todo, ha erigido un menhir en el punto estratégico de confluencia de energías de la casa. Bueno, no exactamente un menhir, sino una especie de menhir contemporáneo. Y como contemporáneo, no podría ser otra cosa que una réplica de una réplica: una réplica de un menhir convertido en réplica exenta de una de las columnas del porche de Halfhouse, sujeta precariamente con cuerdas. Para celebrarlo, más bacanal: barbacoa incluida durante la inauguración y una orgía imaginaria que Jorge Satorre ha plasmado en un dibujo.

La visita a esta exposición implica entrar en un terreno fascinante, por lo fantástico o misterioso de la historia, que hay que ir desentrañando poco a poco, a partir de un dibujo o una columna como un rastro o pesquisa que seguir. De ahí también la fijación del artista con Carlo Ginzburg, el padre de la microhistoria, que le ha perseguido en los últimos años y sobre el que también expone unos dibujos.