Image: La ciudad y su imaginario

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Exposiciones

La ciudad y su imaginario

Malas calles

19 marzo, 2010 01:00

Guy Debord: Guide Psychogéographique de Paris , 1956

Comisario: José Miguel G. Cortés. IVAM. Guillem de Castro, 118. Valencia. Hasta el 9 de mayo.

El título de esta exposición del IVAM, Malas calles, posee intencionadas referencias cinematográficas. Más aún, para iniciar el recorrido de la muestra, el espectador ha de penetrar una pantalla e introducirse literalmente en las imágenes de una proyección. Se trata de un documental del arquitecto Rem Koolhaas sobre Lagos (Nigeria), una de las ciudades más populosas de África. Y es que la muestra nos invita a una reflexión sobre la representación de la ciudad o, mejor, sobre el imaginario del mundo urbano.

El itinerario de la exposición describe una suerte de historia de esta representación, es decir, de cómo, en distintos periodos y circunstancias, se ha ido articulado una imagen de la ciudad y cómo ésta ha ido evolucionando desde los años veinte y treinta del pasado siglo hasta el presente, que es el arco cronológico que cubre la muestra. Sin embargo, la narración sigue un sentido inverso al temporal, de manera que se inicia con la ciudad actual para remontar cronológicamente la historia. Así, el primer capítulo, titulado "Se acabó la fiesta", trata de la urbe de hoy en día, una metrópolis devastada, vaciada de cualquier noción de utopía, hecha de soledades y contradicciones. Entre otros artistas y materiales, en este primer episodio se exhiben obras de creadores como Gabriel Basilico, Allan Sekula, Jeff Wall, Paul Graham y Michael Ashkin; de los arquitectos Rem Koolhaas o Peter Eisenman; de escritores como Don Delillo o Héctor Abad Faciolince; de cineastas como Godfrey Reggio o de músicos como el grupo Nirvana.

Aunque consciente del devenir de los procesos históricos, la intención de la muestra no es tanto hacer arqueología en busca de unos orígenes que expliquen el desarrollo posterior, como de tomar conciencia de la ciudad en que vivimos y pensarla más allá de los tópicos y los lugares comunes. A este planteamiento le corresponde una manera particular de narrar. La exposición está estructurada en diferentes núcleos que se concentran en torno a un periodo determinado. Interesa destacar que cada uno de estos capítulos o núcleos interrelacionan fotografía, dibujos, canciones, libros, películas y vinilos con citas literarias... El recorrido se convierte así en una especie de caleidoscopio, compuesto por una miríada de imágenes que se solapan entre sí, se entremezclan y cambian de lugar y que, más que establecer un discurso lineal, evocan asociaciones a partir del fragmento y la sugerencia. Es decir, el imaginario de la ciudad se construye emotivamente a partir de referentes muy diversos: una canción, por ejemplo, puede desencadenar infinidad de intuiciones y absorber multitud de significados, de la misma manera que las citas en la pared se convierten en chispas que, al entrar en contacto con otros materiales expuestos, provocan una descarga de sentido.

José Miguel G. Cortés, el comisario, ha desarrollado una importante labor teórica en torno a la arquitectura, pero entendemos que su trabajo aquí ha atendido más a los aspectos visuales y de puesta en escena, como corresponde a un planteamiento expositivo. El mérito de la muestra radica, pues, en haber propuesto una selección de asociaciones subjetivas para recrear un imaginario múltiple de la ciudad. Por utilizar una imagen gráfica, podríamos describir el trabajo de Cortés como el de un flaneur, al estilo de Baudelaire, o si se quiere, a la manera de los détournements o dérives de Guy Debord, como la construcción de un nuevo mapa de relaciones afectivas y políticas con el entorno.