Image: Desde el paraíso de Wolfgang Tillmans

Image: Desde el paraíso de Wolfgang Tillmans

Exposiciones

Desde el paraíso de Wolfgang Tillmans

20 enero, 2005 01:00

Tomatoes, 2001

Juana de Aizpuru. Barquillo, 44. Madrid. Hasta el 11 de febrero. De 3.000 a 30.000 e

El trabajo de Wolfgang Tillmans (Remscheid, Alemania, 1968) lo perfila como uno de los jóvenes artistas "multivectoriales" y políticos, cuyo intenso proceso internacional se ha reduplicado desde que la Tate le concedió el Premio Turner en 2000. En España su obra se dio a conocer en 1998, con su propuesta Fruiciones en el Espacio Uno del Reina Sofía. Esta exposición -imprescindible- que le dedica Juana de Aizpuru constituye su primera individual en nuestro sector de galerías, y aunque se centra en el desarrollo experimentado en su proceso durante los dos últimos años, Tillmans la amplía con producciones de los noventa, propiciando una visión bastante completa del sentido de su proyecto global, por más que no estén aquí sus ácidas y significativas series de imágenes corporales referidas a la erótica homosexual.

Tillmans suele montar sus exposiciones bajo el formato de instalación. Así lo ha hecho esta vez, desarrollando la propuesta en un mural de imágenes que incita al espectador a huir del esquematismo, a ser menos servil con la unilateralidad y a librarse de las imposiciones de la causalidad lineal; lo cual no le impide mostrar de modo secuencial algunos de sus trabajos, como el proceso de floración y fructificación de un manzano urbano -Apple tree- (una de las claves conceptuales de Tillmans es el valor y de lo temporal o efímero), ni tampoco a ordenar como "serie" un grupo de sus singulares retratos, en los que tanto le importa captar el significado no sólo de las identidades, sino también del vestido, los hábitos y la cultura de sus efigiados, que resulta ser la street culture. Metido el espectador en este vértigo de imágenes superpuestas, debe descubrir las relaciones entre imágenes (a veces tan divertidas como las que se establecen entre el anillo del piercing nasal del retrato de un rudo ciudadano y la mancha en forma de aro que advertimos en el centro de la "cara" redonda de un lejano "mundo" u objeto sideral).

Sobre esas relaciones tan diversas, uno debe hallar el hilo conductor de todo este discurso, que podemos denominar "multivectorial", ya que Tillmans trabaja, efectivamente, con vectores, con acciones proyectivas de cualidad, magnitud e intensidad variables, pero empeñándose en que esos vectores no se conviertan en cuestiones ni en temáticas exclusivas. Así, éste es un universo en que los convencionales iconos siderales, los impactantes nocturnos de vistas urbanas aéreas, las efigies cercanas de los "colegas" del artista, los suntuosos y sensuales bodegones frutales -incluyendo confesadamente la rotundidad y la escala monumental de las esferas escultóricas de Pomodoro-, la calidez especial que tiene el paisaje de los parques ciudadanos (Duske Park), los interiores domésticos obscenos (la serie Filthy Bed), las inquietantes composiciones de ropa (Stripped), la iconografía erótica y sexual, las abstracciones sorprendentes (Freischwimmer), las imágenes hechas de colores imposibles, las fotos "documentales" de escenas humanas… Imágenes que no tienen un sentido único pero que constituyen un solo mundo gobernado por Tillmans bajo la idea de fusión: "Quiero ser espiritual. Pretendo crear una imagen de mi idea de belleza y del mundo del que deseo vivir. El paraíso se encuentra cuando tú disuelves tu propio ego en otros cuerpos, en otras realidades".

Algunos consideran a Tillmans un "documentalista". No es cierto. En todas estas obras la complejidad y la movilidad de la vida están muy por encima de la foto documental. Además, en muchos de estos trabajos se impone la "mirada de pintor", que busca el arte del puro color, de la luz. Sus espléndidas abstracciones (los citados y monumentales Freischwimmer), por más que su carga de sensualidad les dé un sentido orgánico, tienen la riqueza y la ambigöedad poética de las calidades difuminadas de Richter.

Tillmans pertenece a la última y nueva generación de artistas políticos, los cuales, aunque saben que las obras de arte políticas o sociales no originan ningún debate real en la retórica predominante, creen que hay que aludir a temas de nuestro tiempo y mantener posiciones críticas, no tanto para condenar a la sociedad, cuanto para hacerla reflexionar. Por lo que la función de estas imágenes es producir una dramatización "no espectacular", intentar distanciar al arte de la situación de reflejo de la realidad, y crear nuevas estrategias ante los temas políticos y la cultura dominante.