Waving the Sky, 2004

La manipulación de imágenes de modelos obtenidas de los medios de comunicación de masas, a las que ha ido añadiendo un valor extra de marca, mediante tatuajes y maquillajes varios, constituye la estrategia más conocida del trabajo que el artista suizo Daniele Buetti ha desarrollado en los últimos años. La instalación Waving the Sky (2004) -único trabajo presentado en esta exposición-, parece abrir, sin embargo, nuevas perspectivas para una obra que parecía languidecer, detenida en la apenas invariable repetición de una fórmula de éxito y reconocimiento de este artista. La instalación Waving the Sky consiste en un entramado colgado del techo del que penden, a su vez, dos monitores y diversas pieles de conejo y crines de caballo. Este extraño exvoto o mágica ofrenda a un dios desconocido, aparece además enmarcado por una proyección sobre la pared. Con este complejo trabajo, realizado por Buetti tras su paso por Senegal, el artista parece emprender un camino iniciativo por territorios no explorados con anterioridad en su obra. Así, frente al brillante y ruidoso aparato que movía antes su trabajo, Waving the Sky deja ver opacidades, sombras y silencios. En las imágenes que resultan de la proyección y vídeos que comprenden Waving the Sky, unos extraños seres deambulan por paisajes inhóspitos sin un rumbo aparente. Como seres posthumanos, estos personajes habitan insólitos mundos, sin aparente conexión con lo real. Inmersos en un rito chamánico se deslizan por las arenas movedizas de una pesada ensoñación. Todo en esta instalación se deriva de un angustioso estado quimérico, cuyas penumbras e ilusiones quedan lejos de las certezas y evidencias formuladas en las obras anteriores de Buetti. Con esta instalación el artista abre un nuevo capítulo en su trabajo, iniciado ya en las "paredes chorreantes" del Kunsthaus de Zurich o en obras como Natörlich (2003) presentada en Friburgo, y en las que la introspección simula ser su guía.