Image: Antonio Rojas

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Exposiciones

Antonio Rojas

19 diciembre, 2001 01:00

Carte Blanche (primera versión), 2001. óleo sobre lienzo

My name’s Lolita Art. Salitre, 7. Madrid. Hasta el 15 de enero. De 125.000 a 700.000 pesetas

Después de varios años en la galería de Machón, Antonio Rojas se incorpora ahora a Lolita, donde coincide con otros pintores afines en esa tendencia que se ha llamado (con una etiqueta que no siempre favorece a los artistas implicados) "neometafísica". Pero Rojas viene de más lejos y va más lejos de lo que puede sugerir este rótulo. Su obra se alimenta de paradojas visuales nacidas del intercambio de papeles entre figura y fondo. Toda silueta dibujada sobre el plano pictórico se presta a dos interpretaciones opuestas y complementarias: en positivo y en negativo, como forma convexa o cóncava. Rojas explota esa ambigöedad, ese desdoblamiento, jugando a convertir los objetos tangibles (como la pipa magrittiana) en moldes huecos, e inversamente, a dar cuerpo a los vacíos. En las dos versiones de Carte blanche (cuyo título alude a un cuadro de Magritte con una amazona que cabalga entre los árboles de un bosque), algunos de los espacios entre las columnas por donde serpentea una cinta enigmática se vuelven sólidos. Magritte, que siempre ha interesado a Rojas, aparece ahora abiertamente como pretexto de esta exposición.

El Magritte sobre el cual reflexiona Rojas no es el ilusionista trivial en que la publicidad le ha convertido tantas veces, sino precisamente el pintor de la crisis del ilusionismo; el pintor, no del trompe l’oeil, sino del trompe l’esprit. Las geometrías imposibles dejan de ser meros juegos ópticos, para trocarse en emblemas de la disociación entre percepción y pensamiento que gravita sobre la cultura occidental. Este era y sigue siendo el núcleo "cerebral" de la obra de Rojas; pero ahora, con esta exposición, se anuncia en ella un giro interesante hacia una pintura más sensual, más atractiva. Las aristas duras de los volúmenes geométricos se suavizan. El claroscuro sombrío casi metálico con que el pintor sugería la esfera, el cilindro, el cono, sin desaparecer del todo, se atenúa. Su pintura se va haciendo más leve y más luminosa, modulada a veces en matices del blanco. Más aérea, más sutil para perseguir, no las cosas mismas, sino los espectros de las cosas.