Una serie de lienzos y papeles, en los que Patricio Cabrera (Ginés, Sevilla 1958) se emplea en una bien definida pintura, dan muestra de sus últimos trabajos. Desde que, a mitad de los años ochenta, irrumpiera en la escena artística sevillana como uno de los exponentes de su renovación, Patricio Cabrera ha ido dando cabida en su obra a toda una amalgama de peripecias visuales. Desde la práctica de una figuración desleída, en la que se situaban fantásticos paisajes, su pintura fue reafirmándose por su condensación abstracta en una serie de construcciones geométricas, hasta dar salida, ahora, a una serie de obras en las que todo es posible. De este modo, con todo lujo de detalles, sobre una red de estructuras ornamentales, se dejan ver determinados episodios figurados por un encendido cromatismo, al hilo de una calidoscópica narración que abunda tanto en citas simbólicas como en descripciones de carácter biográfico.