Image: Juan Navarro Baldeweg

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Arquitectura

Juan Navarro Baldeweg: "Vivimos en una utopía, a la vez que construimos, destruimos"

8 octubre, 2014 02:00

Algunas exposiciones ofrecen las claves del discurso que emplean sus artistas. Muchos de ellos se mueven de una disciplina a otra con total libertad, empleando los mismos temas en sus diferentes corrientes artísticas. Es el caso de Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939) que expone Un Zodiaco, una retrospectiva de su obra, en el Museo ICO donde se muestran más de 30 proyectos del arquitecto mediante maquetas, dibujos, pinturas e instalaciones. El conjunto está orientado a la presentación de proyectos de arquitectura y se nutre de exploraciones e investigaciones del arte en general. "La arquitectura tiene que satisfacer las necesidades y la utilidad dando origen a un edificio concreto, las artes no", comenta el arquitecto.

Pregunta.- Las cuatro constelaciones en las que se divide la exposición hablan de una cosa diferente pero que se complementan la una a la otra.
Respuesta.- Un zodiaco representa esas constelaciones compartidas en distintas artes que tienen diferentes energías como la luz, la gravitación, la mano como expresión corporal y la construcción y destrucción como dos aspectos inherentes a la construcción misma. Todo eso está expuesto en imágenes de arquitectura, pintura, escultura e instalaciones. Sin embargo la exposición, salvo alguna mesa de luz o algo dedicado a las piezas del equilibrio o alguna dedicada a garabatos en el espacio, son proyectos de arquitectura desde el año 1976 o antes incluso, hasta hoy, hasta el último edificio que hemos inaugurado hace unos meses en Basilea.

P.- La cuarta constelación habla de los aspectos destructivos y constructivos de la arquitectura. ¿Cuáles son esos aspectos?
R.- Es algo que nace de unas pinturas que se hacían por cortes, es decir, sustrayendo. La idea de construcción y destrucción es muy sencilla de entender. Si pensamos en una escultura, en un esclavo de Miguel Ángel por ejemplo, está hecho rompiendo el mármol y a través de esos golpes y destrucciones se va excavando esa pieza hasta que aparece una figura. A veces incluso sin terminar esa destrucción va haciendo que aparezca esa figura extraordinaria en la piedra. Es la conciencia de que todo el trabajo de construcción y deseo de hacer algo tiene una sombra, que tiene un coste. Y hoy en día vivimos en una tierra más ocupada verdaderamente con materiales que se extraen del subsuelo y tienen su límite. Es decir, cualquier gesto constructivo conlleva una cierta destrucción. Cualquier gesto del hombre tiene un coste y repercusión ambiental. También hay una ruptura del significado de las cosas. En arquitectura se ha hecho siempre pero ahora es necesario. Cuando hacemos una remodelación de un edificio cambiamos el uso de un edificio, hacemos una ruptura semántica. Lo que antes era una nave industrial pasa a ser una nave de exposiciones, se ve un tipo de destrucción del origen sin cambiar el objeto.

P.- La búsqueda de un nuevo significado a un elemento, lo que buscaba Duchamp.
R.- Es lo que entiendo cuando Duchamp hablaba de los ready-mades, un cambio funcional de sentido y significado. Como cuando una rueda de bicicleta pasa a ser un objeto artístico y deja de ser un elemento para moverse, un elemento motriz que ayuda a nuestra motricidad. Es una escultura o estructura que se puede situar en un museo. Ese cambio, simplemente por lo virtual que viene asociado a un objeto, sería el elemento semántico. Cada vez hay más edificios que son transformaciones de uso y por tanto de significado y valor semántico.

P.- Cuenta que a veces es mejor quitar elementos que añadirlos.
R.- En el futuro se hará mucho con menos. Restar como una acción positiva. Sumar y restar, que es prácticamente lo mismo. La escultura de Giacometti, por ejemplo, esas figuras muy delgaditas, de personas andando o en pie y si se fija uno están hechas de barro pero en una ocasión vi un documental que mostraba a Giacometti trabajando y vi que llevaba una navajita en la mano, es decir, que no solo añadía piezas de barro y apretaba con el dedo sino que cortaba. O sea que añadía y quitaba. Ese vaivén seguramente da mucho misterio a su obra.

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P.- No es tan solo arquitecto sino también pintor y escultor. ¿Cómo se complementan la una con la otra? ¿Cómo es tratar los mismos temas pero en diferentes corrientes artísticas?
R.- Mi primera vocación fue la pintura y siempre sigo pintando. Hablaba de las constelaciones antes, de los anillos y de cada uno comparte un tipo de activación energética, como el caso de la luz. Mi obra es conocida por cómo entra, se filtra y se conduce la luz por los interiores, cómo se abre camino por las ventanas y huecos. Toda esa emoción que produce. En esta exposición se ve que hay algunos cuadros dedicados a los paisajes con énfasis en la luz, los rayos de sol, las nubes, cómo se trocea de luz y sombra un espacio de los cuales se toma como inspiración para organizar una exposición de arquitectura. Hay proto-arquitecturas que es cómo trabajo yo sobre cómo se abre camino la luz.

P.- ¿Cómo se puede innovar hoy en día en arquitectura?
R.- Hoy tenemos una conciencia mucho mayor de que nuestros actos tienen esa parte destructiva. Hablando de la talla antes, Miguel Ángel sabía que para hacer un brazo no lo puede separar del cuerpo porque el mármol tiene una resistencia y se puede quebrar y si se quiebra la obra pierde naturalidad. Y eso es lo emocionante, ver que estás siempre con la conciencia de que se puede romper. La conciencia de que el material tiene una resistencia, unas condiciones de comportamiento y se cuenta con ello. Conciencia de comportamiento en lo que estamos haciendo que no es lo que estamos haciendo sino cómo afecta a su propia constitución. Una conciencia que mejorará en el futuro porque la Tierra es cada vez más artificial y está dañada por nuestras acciones y hay que saber las repercusiones que tienen esas acciones, actividades y construcciones.

P.- Tomar esa conciencia parte de una base educativa
R.- Claro, es educativo. Es algo sobre lo que hay que hablar. Por eso alguna vez he dicho, y no se me ha entendido bien, que estamos en el lado de la utopía, en el lado de la destrucción, pero a la vez estamos construyendo. Cada vez que construimos destruimos.

P.- ¿Cuál es el denominador común de cada una de sus obras?
R.- Yo creo que se unen quizá y sobre todo por el deseo de que mi obra sea una excitación de lo físico, un canto a lo físico, a lo que nos rodea en sus energías esenciales y ponernos en comunicación con ello. Es decir, si estoy hablando de la luz sentir que el mayor entretenimiento y lo más bello es ver cómo se mueve la masa de luz en una habitación. Eso está entre la arquitectura y nuestros ojos, como un híbrido entre ambos porque necesitamos comunicación entre lo que nos rodea y nosotros mismos y esa es la labor del arquitecto.