Untitled #550,  2010/2012. Foto: Cindy Sherman / Hauser & Wirth

Untitled #550, 2010/2012. Foto: Cindy Sherman / Hauser & Wirth

Arte

De mayor quiero ser como Cindy Sherman: visitamos la exposición de la fotógrafa de las mil caras

La primera muestra de la fotógrafa en casi 30 años en España se convierte en una acontecimiento en la sede de la galería Hauser & Wirth en Menorca. 

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Ser todas las mujeres del mundo. Las abyectas, las divas, las ridículas, las raras, las sofisticadas, las viejas. El baile de máscaras de la fotógrafa Cindy Sherman (Nueva Jersey, 1954) no invoca a las musas, sino a los monstruos. En cada retrato se convierte en un espejo de nosotras mismas.

Cindy Sherman. The Women

Galería Hauser & Wirth menorca. Mahón Comisaria: Tanya Barson. Hasta el 26 de octubre

Sherman se acicala con pelucas y prótesis, se maquilla y se traviste desde hace cincuenta años, habitando cientos de arquetipos femeninos. Lo que podría parecer un ejercicio de vanidad es, en realidad, una fuga de sí misma: una exploración psicológica del universo femenino. Sus retratos cuentan historias: personajes de cine o telenovela que también podrían ser su vecina del quinto o la cajera del supermercado. Su virtuosismo camaleónico se desliza hacia lo grotesco, lo camp y lo kitsch. No busca la belleza, sino la verdad; no pretende agradar, sino dinamitar los cánones y la tiranía de la juventud.

La filósofa Judith Butler acuñó la teoría de la performatividad de género en Performative Acts and Gender Constitution (1988) entendiendo que nuestra identidad se revela como una construcción teatral. También Simone de Beauvoir afirmó previamente, en 1949, que “no se nace mujer, sino que se llega a serlo”. Y el sociólogo Erving Goffman ya hablaba en los años cincuenta de la “dramaturgia cotidiana”, por la que asumimos roles que ensayamos socialmente cada día actuando como en una representación; y que los rituales cotidianos –un apretón de manos, una disculpa, un guiño– son esenciales para mantener el orden social. Lo nuestro, permítanme, es puro teatro.

Sherman condensa en sus fotografías estas teorías sociológicas y filosóficas de la “performatividad del yo” desde que de pequeña se disfrazara de monstruo en vez de hacerlo de princesa. Su trabajo en la era de las redes sociales, del selfi, de la posverdad, de los filtros digitales y de las imágenes generadas con IA, es más necesario que nunca. Sus retratos dinamitan lo impostado pervirtiendo sus mismos códigos, reivindicando la libertad de ser quien queramos ser, encontrando encanto y legitimación en las imágenes no canónicas que evocamos.

Ecos de Goya y de sus monstruos, de la historia del arte y del cine resuenan en su obra a través de una “bella fealdad”. Entre 1988 y 1990 ya produjo la serie History Portraits donde reencarna lienzos célebres de Caravaggio o Rafael sin ocultar la cinta adhesiva que sujeta un peplo o resaltando con iluminación directa sus prótesis para denunciar la artificialidad del canon pictórico.

'Untitled #566', 2016. Foto: Cindy Sherman / Hauser & Wirth

'Untitled #566', 2016. Foto: Cindy Sherman / Hauser & Wirth

La larga, sólida y coherente trayectoria de Sherman desde finales de los años 70 –cuando cambió la brocha por la cámara– continúa articulando un inagotable torrente de imágenes desconcertantes.
Tras casi 30 años sin exponer en España (su última gran muestra fue en 1996 en el Reina Sofía) la prestigiosa galería Hauser & Wirth, –que la representa desde marzo de 2021– celebra una exposición donde podemos disfrutar de 54 obras pertenecientes a ocho series, de los Untitled Film Stills (1977-80) a los retratos de gran formato producidos entre 2021 y 2025, centrados en la mujer madura y la experiencia de envejecer.

El título (The Women) lo toma de una mordaz obra teatral de 1936 firmada por Clare Boothe Luce, una pieza coral que retrata las interacciones entre mujeres de diferentes clases sociales, así como de la importancia de las apariencias. Un ejemplo del género “películas para mujeres” en el Hollywood clásico, alrededor de las cuales se construyó la teoría del cine feminista.

Hauser & Wirth Menorca, emplazada en el espectacular entorno de la Illa del Rei, a la que únicamente es posible acceder en un ferry que sale desde el puerto de Mahón, recibe al visitante como una escenografía natural: las rocas calizas, el hospital naval del XVIII restaurado por Luis Laplace –arquitecto de H&W Menorca y de H&W Somerset– y los jardines perennes de Piet Oudolf –pensados como un paisaje emocional que siga siendo sugestivo los meses en que las flores desaparecen–, convierten la visita en una experiencia que se despliega en el contexto y la historia del lugar.

Su compromiso con el medio ambiente se formaliza, además, en el envío marítimo, en lugar de aéreo, de las piezas desde California, decisión que ha ahorrado el equivalente a cuarenta y cinco vuelos Los Ángeles-Londres en emisiones de CO2.

'Untitled film still #6',1977. Foto: Cindy Sherman / Hauser & Wirth

'Untitled film still #6',1977. Foto: Cindy Sherman / Hauser & Wirth

La exposición se abre con grandes formatos. Los fondos de sus imágenes de naturalezas agrestes creadas digitalmente contrastan con el hiperrealismo de figuras definidas, dándoles una atmósfera onírica y extraña. Sus mujeres, vestidas con fondos de archivo de la firma Chanel, devienen atemporales y trasnochadas, atrapadas en un esplendor siniestramente obsoleto.

La segunda parte, la más interesante quizás, presenta sus piezas más icónicas. En blanco y negro y de 20,3 × 25,4 cm encontramos sus Untitled Film Stills, que el teórico Douglas Crimp consagró en 1979 al incluir a Sherman en la "Pictures Generation", junto a artistas como Barbara Kruger, Sherrie Levine, Richard Prince o Jack Goldstein.

'Untitled film still #24', 1978. Foto: Cindy Sherman / Hauser & Wirth

'Untitled film still #24', 1978. Foto: Cindy Sherman / Hauser & Wirth

Cada imagen parece un fotograma perdido de un melodrama, una screwball comedy o un film noir de la posguerra: secretarias, amas de casa, aspirantes a estrella… Ninguna escena procede de una película real: Sherman copia la retórica –encuadre, luz de estudio, gestualidad– para exponer la naturaleza prefabricada del arquetipo femenino.

Incendiaria, afilada, inagotable, sus mil máscaras encarnan todas las feminidades posibles. Salimos de la galería respirando la incómoda lucidez de que el disfraz y la estética de lo falso puede convertirse en la forma más radical de lo verdadero.