
Vista de la exposición. Foto: Galería Juan Silió
Irma Álvarez-Laviada, la artista que desmonta la pintura a partir de un círculo
La galería Juan Silió presenta la primera exposición individual de la artista donde su pintura expandida se transforma en un exquisito minimalismo geométrico.
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Hay artistas que pintan imágenes y artistas que piensan las formas. Irma Álvarez-Laviada (Gijón, 1978) pertenece al segundo grupo. Sus obras se despliegan como una epistemología: indagan en sí mismas y en su propio proceso de creación. En esta exposición en la sede madrileña de Juan Silió –su primera individual en Madrid y en la galería– la artista articula un relato en el que círculos, aros y líneas curvas no son meras geometrías, más bien mapas incompletos, ejercicios de traslación, modelos que declinan las posibilidades de una idea.
La que da vueltas insistentemente en la cabeza de Álvarez-Laviada, formalizada a través del círculo, es la de la propia posibilidad de la pintura. La curva es insistencia, tentativa. Como una peonza que gira y cae para volver a girar, los elementos se repiten y desplazan: hay eco, pero no copia; se explora a sí misma en un campo de posibilidades.
Jean-Luc Godard advirtió que “una obra no está hecha de ideas, sino de la necesidad de encontrarlas”, y esa es la voluntad de la artista. Cada pieza es una hipótesis que investiga lo metapictórico y lo procesual. Sus títulos nos dan las claves de sus tentativas: Y mi nueva idea es en todo diferente a la segunda, Y mi nueva idea se toca con la vieja por las puntas, The Windmills of Your Mind (todas de 2025).
Un gran aro –Y yo a vueltas (200 × 200 × 8 cm)– preside la entrada de la galería. Anclado al suelo por un imán, su construcción, un auténtico reto técnico, ha sido resuelta con solvencia. Secciona el espacio y, por sus dimensiones, se erige en manifiesto, casi en portal. Todo funciona como una maquinaria bien engrasada, como engranajes que hacen girar los conceptos. Lo escultórico se funde con lo pictórico; lo matérico, con lo mental.
A partir de ahí el recorrido se plantea como un juego –en el que también participa con una pieza giratoria el colectivo ConTRol, alumnos de la artista en la Universidad Complutense–. Las reglas las marcan las pequeñas peonzas repartidas por las esquinas de las salas o la deconstrucción del círculo en sus partes.

'Y yo a vueltas', 2025. Foto: Galería Juan Silió
Es entonces cuando Álvarez-Laviada ingresa en lo estrictamente pictórico declinando un exquisito minimalismo geométrico en el que resuenan Kandinski, Ellsworth Kelly, Sol LeWitt o Donald Judd, trabajando con las formas esenciales y la tensión intrínseca entre lo presente y lo ausente.
El círculo se cierra con un ejercicio de riesgo controlado. Las piezas parecen inestables, montadas fuera de eje, dibujadas fuera de centro, pero nada es arbitrario: el desequilibrio aparente es parte de su estrategia, la de la incertidumbre envuelta en un halo de perfección.