'Artes, 110', 1944. Colección Stanley y Pearl Goodman. Fotos: © Estate of Leonora Carrington / VEGAP, Madrid, 2023

'Artes, 110', 1944. Colección Stanley y Pearl Goodman. Fotos: © Estate of Leonora Carrington / VEGAP, Madrid, 2023

Arte

Surrealismo y libertad: Leonora Carrington por fin tiene su primera retrospectiva en España

La fantástica exposición 'Revelación' en la Fundación Mapfre revela la coherencia de la artista en su búsqueda de identidad

18 febrero, 2023 02:10

Leonora Carrington (Lancashire, 1917 - Ciudad de México, 2011), artista y escritora, es considerada hoy no solo una destacada surrealista. En las últimas décadas, se la reivindica como faro del ecofeminismo y de los saberes alternativos. Cuando mencionamos a Carrington, que eligió la forma del caballo como alter ego, decimos libertad. A toda costa, frente a cualquier imperativo familiar, social o político. Y también, libertad de pensamiento, independencia en las búsquedas de sí y para entender el mundo, afán perseverante de investigación hasta el final.

Leonora Carrington. Revelación

Fundación Mapfre. Madrid. Comisarios: Tere Arcq y Carlos Martín. Hasta el 7 de mayo

En esta fantástica exposición, su primera retrospectiva en España, se revela esta coherencia en su búsqueda de identidad, a partir de la serie de acuarelas Hermanas de la luna (1932-33) con hadas empoderadas, realizadas durante su primera formación artística en Florencia. Ya en la madurez afirmaría: “no creo que nadie pueda escapar de su infancia”.

Los referentes de su imaginación se fueron sumando, desde la literatura tardovictoriana de su biblioteca infantil, poblada de leyendas irlandesas y los cuentos de los hermanos Grimm, Andersen, la Alicia de Lewis Carroll y Una habitación propia de Virginia Woolf ya en su juventud, a La diosa blanca de Robert Graves y todas las figuras de las viejas culturas mediterráneas y escandinavas que trajo con ella, junto a los saberes arcanos, la alquimia y su reivindicación de la bruja, ya en plena oleada del feminismo en los años setenta.

[Leonora Carrington, surrealista]

Un imaginario de animales y de seres híbridos que reencontraría en la madurez, en los cultos mayas todavía practicados en Chiapas, a los que accedería como una antropóloga para crear el gran mural que vemos al final de la exposición, mostrando las correspondencias entre lo visible y lo no visible, micro y macrocosmos, masculino y femenino, lo humano y el resto de seres.

El recorrido de la exposición, provista de documentos y fotografías, y algunas piezas de sus colegas y amigos más próximos (su amante Max Ernst, sus amigas Lee Miller y Leonor Fini, y Remedios Varo y Kati Horna en la Colonia Roma de México), hasta sumar 180 piezas, arranca con una primera aproximación histórica para desembocar en una profundización temática de su trabajo con pinturas, dibujos, esculturas, juguetes y tapices.

'Los caballos de lord Candlestick', 1938. The 31 Women

'Los caballos de lord Candlestick', 1938. The 31 Women

Con acierto, y fruto de recientes investigaciones, se hace hincapié en el periodo europeo, cuando tras asistir a las clases de Amédée Ozenfant y conocer al grupo de los surrealistas en París, Leonora Carrington junto a Max Ernst se va a vivir a una villa en el sur de Francia, que ambos artistas intervienen con sus obras. Después, vendrá la huida del nazismo y el trágico periodo de Leonora en España, descrito en su muy conocida autobiografía Memorias de abajo, dictado luego terapéuticamente, donde menciona una violación grupal y describe su estancia en un psiquiátrico en Santander.

También visita el Museo del Prado, del que guardará indeleble recuerdo de los personajes de El Bosco y Brueghel, después incorporados en sus obras. Y pinta un pequeño cuadro satírico donde ya tenemos in nuce a la gran pintora en que se convertirá cuando llegue a Nueva York, como una figura respetada también por su traumática experiencia psiquiátrica entre los emigrados surrealistas que, a comienzos de los años cuarenta, con el soporte de Peggy Guggenheim, se convierten en el grupo con más poder en el medio artístico.

Las pinturas al huevo hay que verlas, nada tienen que ver con las reproducciones: son un auténtico placer para la vista

La gran transformación llega en México, cuando en 1943 Carrington hace suya la técnica medieval y de los primitivos renacentistas de pintura al huevo que había admirado en Florencia, incluyendo pan de oro en algunas pinturas. Una vieja receta que se corresponde con el interés culinario y alquímico de la pintora, que consigue veladuras finísimas de brillante colorido sobre la base de un dibujo siempre preciso. ¡Estas pinturas hay que verlas, nada tienen que ver con las reproducciones!

Demoran nuestra atención, son un auténtico placer para la vista, al tiempo que quedamos atrapados por la ironía, cuando no abierta comicidad, la sacralidad sincretista y la vastedad de referentes en estas imágenes enigmáticas. Sabido es que Carrington nunca quiso explicar sus pinturas. Son imágenes arraigadas, que provienen del pasado, de la infancia, quizás en un inconsciente universal.

'El médico español', 1940. The Art Institute of Chicago

'El médico español', 1940. The Art Institute of Chicago

Fruto de un gran esfuerzo y con la colaboración de buen número de prestatarios institucionales y privados, entre estas pinturas no faltan hoy auténticos iconos muy conocidos como el óleo Green Tea, 1942, basado en un cuento irlandés y que hace referencia a la ruptura con su familia. Y la témpera sobre tabla La giganta, 1947, de formato monumental, dedicada a Deméter y con clara reminiscencia en Piero della Francesca, cuya intuición será confirmada poco después por La diosa blanca, 1948, de Robert Graves que, tras años de investigación, afirmó la existencia de un matriarcado universal anterior al borrado patriarcal.

En esta línea, es también destacable el óleo sobre lienzo ¿Estás hablando en sirio?, 1953, donde la Ishtar babilónica, Isis para los egipcios y Astarté para los semitas, se reúnen bajo el maravilloso firmamento estelar y ante la figura blanca que continúa tejiendo los hilos del tiempo. Dos décadas después, Carrington ideó para las feministas un cartel de protesta, en cuyo original, un gouache sobre cartulina excepcionalmente expuesto, Mujeres conciencia, 1972, todo verde, se subvierte el mito de Adán y Eva. Convicción feminista que mantuvo hasta el final, como es patente en la témpera Las Magdalenas, 1986, y el bronce Diosa, 2008.