El Cultural

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Arte

Contradiciendo lo dicho

Este año veremos su trabajo por partida doble en el stand de Juan Silió en ARCO y en el nuevo espacio que la galería acaba de inaugurar en Madrid. Miguel Ángel Tornero nos sorprende con 'Quemar ramón', un festival-collage en cartón y pintura, y nos lanza su personal mirada sobre la feria, a la que viene desde niño

26 febrero, 2020 09:29

Muchos creemos que una feria no es el lugar ideal para captar el potencial, la poética y lo esencial del arte. Por eso no suelo recomendar a quien no está familiarizado o no es profesional del sector que visite ARCO –tampoco se lo quitaría de la cabeza, porque toda experiencia puede resultar interesante desde muchos puntos de vista–, como no aconsejaría a alguien que quiere familiarizarse con el mundo de las vacas –por poner un ejemplo– que visitase la feria del ganado, pudiendo ir a verlas al prado –no el museo, en este caso–, a su lugar natural.

Aún así, contradiciendo lo dicho, en mi vida he visitado mucho ARCO, con ilusión y con asiduidad además, en diversas situaciones, durante todos estos años: con mi familia desde Baeza, con compañeros desde Granada como estudiante ya de Bellas Artes y con colegas, artistas en potencia, buscando tal vez la sensación de ser, estar y pertenecer. Y recuerdo con cariño los rituales y los lugares de parada: El Hotel Regente, pensiones baratas entre Sol y Callao, la casa de Cuni… Todo esto antes de pasar a la acción.

La primera vez que expuse fue en 2003, ganador contra pronóstico del Premio ABC de fotografía, una feliz sorpresa que me permitió producir sin escatimar por un tiempo y que me metió de lleno en la vorágine y en la inercia de una profesión, casi sin haberlo contemplado. Comencé a trabajar pronto con Luis Adelantado. Aprendí muchas cosas sobre la marcha, mi trabajo se dio a conocer y trabajamos con fuerza unos cuantos años –calculo que el siguiente lustro–, haciendo también buenas ferias internacionales. Después de esa etapa, no tuve galería en ARCO por un tiempo, aunque estuve representado intermitentemente en diferentes stands institucionales de distintos premios o encargándome de los Recorridos fotográficos; también he comprobado que, en ocasiones, una manera de estar, es la presencia por la ausencia. Desde 2013 hasta hoy vengo exponiendo asiduamente con la galería Juan Silió. Cuando se publique este texto justo habremos inaugurado mi exposición individual en el nuevo espacio de la galería en Madrid, que se duplica y comienza una nueva etapa en Dr. Fourquet –la calle más parecida a ARCO que existe durante todo el año–; puede decirse que ese será mi ‘Solo Project’ particular extramuros…

Los artistas españoles somos temporeros. Visitas el estudio durante el año preparando el material para que la temporada alta te encuentre en forma

Nunca he sido muy mitómano ni he militado en algo parecido a una tribu urbana. Contradiciendo lo dicho, recuerdo comprar alguna vez, de adolescente, una camiseta de ARCO y lucirla como las llevaría el fan de una banda de rock. Algunos colegas, años más tarde, llevarían esas contracamisetas con la leyenda “ASCO” y seguramente me divertiría con ellos quejándonos y criticándolo todo, como imitando lo que hace el currante con el patrón –solo por el hecho de serlo– en la pausa para fumar. Una anécdota intrascendente, pero me parece interesante pararse en esa transformación: no sé qué se rompió para que cambiara el tono y descendiera la ilusión, pero diría que la profesionalización acabó con la inocencia.

Me pareció muy acertado el rescate de la figura del mcguffin de Enrique Vila-Matas en Kassel no invita a la lógica y su introducción en el contexto del arte. Siempre he pensado que el artista en ARCO –y en el mercado del arte en general– es un mcguffin perfecto. Tienen bastante protagonismo, se habla constantemente de ellos, generan expectativa, aportan el contenido… pero, contradiciendo lo dicho, a la hora de la verdad tienen poco o nulo peso específico en lo que sucede y acaso son la excusa para que los protagonistas verdaderos desarrollen su potencial interpretativo, incrementen su patrimonio, asciendan socialmente o ganen algo de credibilidad… Hay excepciones contadas: cuando la conversación sobre el artista se centra en lo que cuesta su trabajo y mucho menos en lo que hace, puede decirse que ese artista ha triunfado.

Los artistas españoles somos temporeros. Siempre he visto en mi pueblo a la gente del campo preparar los olivos durante el año y trabajar duro e intensivo durante los meses de recogida de la aceituna, esperando que la cosecha fuera buena. Creí que por mi profesión me vería alejado de esa dinámica, pero la verdad es que el paralelismo no puede ser más pertinente. Visitas el estudio durante el año preparando el material y procurando que la temporada alta te encuentre en forma y con buen material, pero a veces la semana de ARCO también puede pasar como lo hicieron los americanos por Villar del Río en Bienvenido Mr. Marshall.