Maria-Moreno

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Arte

Muere María Moreno, la "luz" de Antonio López

La pintora realista, mujer del maestro, ha fallecido en su casa de Madrid a los 87 años tras una larga enfermedad

17 febrero, 2020 16:45

“Igual que Velázquez, Mari empezó oscura y acabó luminosa. Más que los detalles, captaba la luz, el alma de las cosas”, aseguraba el pintor Antonio López hace unos años al hablar de su mujer, María Moreno, pintora realista que ha fallecido esta mañana en su casa de Madrid a los 87 años tras una larga enfermedad. Perteneciente, junto a él, al grupo de artistas conocido como los Realistas de Madrid, conformado por los desaparecidos Esperanza Parada, los hermanos Julio y Francisco López Hernández, Isabel Quintanilla, Amalia Avia y Lucio Muñoz, que tomó luego el camino de la abstracción; la pintura de Moreno es en efecto luminosa, de claros colores y difuminadas formas. Reconocida maestra del realismo, sus obras tienen algo de irreal y sus obras parecen formar en ocasiones parte del mundo de la imaginación.

Nacida en Madrid en 1933 volvió, tras unos años en Valencia, al duro Madrid de la posguerra y se convirtió en una adolescente introvertida a quien, según contaba, la cultura la ayudaba a alejarse de la triste realidad y la pintura a expresarse. Apasionada de la literatura, sintió desde joven vocación por las artes y se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde ingresó en 1954 para cursar los estudios de Bellas Artes, especializándose en pintura.

Esta etapa marcaría su vida, no sólo en lo profesional, sino también en lo personal, pues allí conoció a sus amigos y compañeros artistas, arriba citados y al que sería su marido, Antonio, con el que se casó en 1961 y con quien siempre ha tenido una profunda complementaridad artística. Aunque ambos han sentido interés por los mismos temas, que han enfocado desde el apego a la realidad, cada uno de ellos ha desarrollado su obra de forma individual, consiguiendo su propio estilo y visión. 

Francisco López, Isabel Quintanilla, Antonio López y María Moreno hacia 1962

A lo largo de su carrera, María Moreno ha participado en numerosas exposiciones colectivas. La primera en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1962, en el Palacio de Velázquez del Retiro y la última, la exposición Realistas de Madrid, celebrada a comienzos de 2016 en el Museo Thyssen. Pero desde los años setenta la obra de la artista comenzó a mostrarse y a formar parte de colecciones internacionales, teniendo gran repercusión las exposiciones que se celebraron en Alemania y Reino Unido dedicadas al grupo de artistas que se dedicaban a la Nueva Figuración en Madrid en aquellos momentos.

Solo en tres ocasiones ha expuesto individualmente. La primera, en 1966 en la Galería Edurne, en 1973 en Frankfurt, en la galería Herbert Meyer-Ellinger. Y la última en 1990 en París, en la galería de Claude Bernard, galerista parisino que había trabajado con Freud, con Bacon y con Giacometti, que en aquellos momentos compró toda su obra. En alguna ocasión contó Antonio López que no sabía cómo el galerista francés la conoció pero que la eligió y quiso que ella expusiera en su sala en París. Cuenta el propio Bernard que “ella no quería exponer, era feliz en su mundo”. En este aspecto coinciden todas las fuentes: ella nunca quiso figurar socialmente, pintaba porque le gustaba.

María moreno pintando en su estudio

Los motivos de sus obras, que están siempre ligados íntimamente a ella, abarcan los paisajes, en los que Madrid tiene un lugar destacado, aunque también los de La Mancha; los retratos de personas de su entorno de la primera etapa; los interiores, que han estado presentes desde el comienzo de su carrera; unos pocos bodegones; los jardines y muchas flores, por las que ha tenido especial predilección a partir de los años noventa.

En los últimos años su obra ha formado parte de varias muestras colectivas, siendo especialmente significativas tanto la realizada en 1991 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid,  Otra realidad. Compañeros en Madrid, como la ya citada Realistas de Madrid en el Museo Thyssen. La primera fue clave en la comprensión de la figuración madrileña surgida en los años cincuenta, en el contexto del arte que se hacía por otros contemporáneos y compañeros; mientras que la segunda ha ofrecido la oportunidad de poner en perspectiva la obra de estos artistas tras unas largas trayectorias. 

Además de su obra artística, entre el legado de María Moreno se cuenta también la famosa película El Sol del membrillo, una inmersión en el proceso creativo de su marido rodada por Víctor Erice, que la artista produjo en 1993. Antonio López quería pintar el sol, y ella hizo todo lo posible por ayudarle a lograrlo.