Image: Giacometti, el nuevo visitante del Museo del Prado

Image: Giacometti, el nuevo visitante del Museo del Prado

Arte

Giacometti, el nuevo visitante del Museo del Prado

2 abril, 2019 02:00

Cuatro esculturas de Giacometti junto a Las meninas

El Museo del Prado reúne una veintena de obras del escultor en Alberto Giacometti en el Museo del Prado, una exposición que distribuye su trabajo en las salas más importantes de la pinacoteca. Giacometti, que nunca visitó la pinacoteca, hace un paseo póstumo en el Prado con algunos de los artistas a los que admiró.

En 1958 Alberto Giacometti recibió el encargo de un proyecto de escultura pública para Nueva York. La idea inicial fue crear tres figuras alargadas para la explanada del Chase Manhattan Bank. El artista llevaba soñando con algo así más de 30 años y erigió Hombre que camina II, Cabeza grande y Mujer alta, tres piezas mirándose entre sí. Aunque fue añadiendo piezas en 1960 el cliente decidió suspender el proyecto. Ahora, el Museo del Prado ha reunido cuatro esculturas y las ha instalado en un punto clave: frente a Las meninas de Velázquez. Desde este lunes, son 20 trabajos los que se han convertido en los nuevos visitantes de nuestra pinacoteca.

Aunque el artista nunca visitó el Museo del Prado en persona, sí conoció algunos de sus fondos. Fue en 1939 en Ginebra, ciudad a la que se había trasladado una parte de la colección del museo para evitar que fuera bombardeada durante la Guerra Civil. Entonces, bajo el título Chefs-d'oeuvre du Musèe du Prado, se reunieron obras de algunos de los maestros que habitualmente aquí descansan. "Al invitar a Giacometti no queríamos que sus piezas estuvieran juntas en un solo espacio sino que se situaran distribuidas en diferentes salas", ha comentado Miguel Falomir, director del Museo del Prado. Y esos puntos vitales son los espacios consagrados a Velázquez, El Greco, Zurbarán, Tintoretto o Tiziano, aunque, según se dice, este último no fue uno de sus preferidos.

El conjunto Mujeres de Venecia se muestra junto a Tintoretto

Cuando Giacometti se trasladó a París se cobijó al calor del cubismo y el surrealismo pero su escultura pronto adquirió un lenguaje diferente al de estas vanguardias. La figura humana fue la gran preocupación de un escultor que se relacionó, según Carmen Giménez, comisaria de la exposición, "con el existencialismo, a mitad de camino entre el todo y la nada". La primera parada de este recorrido es la sala 12, donde Giacometti se encuentra con Las meninas en una "prolongación del juego de espejos" que plantea nuestro pintor barroco. Las piezas que iban a formar parte de aquella Piazza en Nueva York no dialogan con Velázquez sino que plantean su propia conversación, como un visitante más del museo.

Frente a la pintura Carlos V en la batalla de Mühlberg de Tiziano, Giménez ha colocado El carro, una obra en la que representa a una mujer encaramada sobre dos ruedas. La escultura, suspendida entre el movimiento y la quietud, el avance y la retirada, "está inspirada en civilizaciones pasadas como la sumeria y transmite el silencio y la profundidad del propio Giacometti", anota Giménez. Mujer de pie, una de las más antiguas del artista e inspirada en la estética egipcia, se presenta frente a las obras de un Greco en cuyos trabajos finales "los personajes son altos y verticales", lo que crea cierto paralelismo entre el artista suizo y el cretense.

Quien sí fue uno sus pintores predilectos es Tintoretto y junto a su casi cinematográfico Lavatorio reposa el corpus Mujeres de Venecia que Giacometti presentó en la Bienal de Venecia de 1956. Este es uno de los pocos casos en los que el escultor se manifestó satisfecho con su obra. Siempre había algo que mejorar y parecía que "su objetivo y el resultado nunca se correspondían". Era una eterna lucha. Sin embargo, este conjunto fue la culminación del estudio de la figura humana, algo que lo mantuvo en vilo durante mucho tiempo.

Las figuras alargadas de Giacometti en consonancia con las obras finales de El Greco

Junto a la serie que Zurbarán hizo de Hércules, en la que el maestro español representa cuerpos colosales, se muestra una gran pierna de dos metros de altura. "Desde el año 1942 Giacometti quería esculpir una parte del cuerpo, era la época de la Segunda Guerra Mundial, un conflicto que fue su gran angustia y lo que marcó su obra más tardía", sostiene la comisaria. En palabras del director, la muestra, que cuenta con la colaboración de la Fundación Beyeler, la Comunidad de Madrid y el Grupo Mirabaud, es "un guiño al arte contemporáneo y a Giacometti, un artista que hizo de la figura humana y el espacio que esta ocupa su gran preocupación".

Y aunque Giacometti no entabla conversación con Goya, una de las cuatro mujeres alargadas, rugosas y filiformes del escultor divisa, a lo lejos, La familia de Carlos V del maestro zaragozano. Quizá no dialoguen pero esta sí parece una guardiana que vigila las salas centrales del Museo del Prado.

@scamarzana