Sala de lectura de la Biblioteca

Tiene como objetivo llenar los huecos docentes a los que no llega la universidad, apoyándose en su colección y en los mejores profesionales. Desde 2009 está en marcha en el Casón del Buen Retiro el Centro de Estudios del Museo del Prado. Cátedras, seminarios, encuentros y mucho más, y un archivo y biblioteca todavía por descubrir.

¿Hacia dónde van los museos? Esta fue la pregunta con la que comenzó su andadura la Cátedra del Museo del Prado, poniendo sobre la mesa los retos a los que se enfrentan hoy los grandes centros del arte: la investigación, la educación, las nuevas tecnologías y la movilidad de las colecciones. La planteaba nada menos que Philippe de Montebello, el director durante más de treinta años del Metropolitan Museum de Nueva York. Era marzo de 2009 y pocos días después abría "físicamente" el Centro de Estudios en el Casón del Buen Retiro, una de las pocas edificaciones que se conservan del antiguo palacio real que ya visitábamos hace un par de meses cuando hablábamos con los conservadores del museo. Comparten sus cinco plantas los departamentos de Conservación, Archivo y Documentación y la Biblioteca.



"La idea de crear un Centro de Estudios surge de Miguel Zugaza y Gabriele Finaldi [entonces director y director adjunto del Museo del Prado]. Busca complementar los espacios a los que no llega la universidad española con una educación muy pormenorizada, profesor-alumno, relacionándose directamente con las obras de arte y no con una imagen, teniendo como centro las colecciones del Prado y trayendo a los mejores profesionales del mundo", explica Andrés Úbeda, director adjunto de Conservación e Investigación. "Hasta 2009 se programaban las actividades desde el departamento de Educación sin que hubiera una clara distinción entre el público general y el especialista", añade Elena Cenalmor, coordinadora de la Escuela del Prado.



En el próximo seminario de Derecho del Arte se tratará la restitución de las obras de arte requisadas por los nazis

El programa ha ido creciendo poco a poco, a partir de la propia experiencia. Hay muchas actividades además de la Cátedra, simposios, seminarios, encuentros, cuyo hilo conductor -insiste Úbeda- es el nivel de exigencia a profesores y alumnos. "El proyecto existe en otros países -desde el Museo Louvre de París hasta la National Gallery de Washington- pero en España no tenía paralelo. Nosotros tenemos menos trayectoria y presupuesto que otras iniciativas internacionales y no pretendemos dar títulos pero sí ampliar el eco de nuestras actividades".



La colección a examen

Su principal capital son tanto la colección del museo, en torno a la que giran todas las actividades, como sus propios profesionales. Hasta el 2013 sólo hubo Cátedras y a partir de esa fecha se celebró el primer seminario, dirigido por el escritor y filósofo Félix de Azúa. Las Cátedras se dividen en una serie de conferencias para un público general en el auditorio y otras sesiones más reducidas en las que su director elige a los alumnos. En cuanto a los seminarios, hay al menos cuatro al año dirigidos por una personalidad destacada, alrededor de 25 horas para entre 20 y 30 alumnos. "Es un tipo de enseñanza muy interactiva, con debates, casos prácticos, etc.", explica Elena Cenalmor. Los han impartido profesionales de dentro y fuera del Museo del Prado, Alejandro Vergara, Javier Barón, Estrella de Diego y Félix de Azúa entre otros. El próximo comienza el 25 de marzo con Rocío Bruquetas, especialista en la técnica pictórica del Siglo de Oro, a la cabeza. Hablará sobre cómo se pintaba entonces, los pigmentos, los aceites, los documentos que se pueden consultar… El perfil de alumnos es el de especialistas que sigan formándose: profesores de universidad, doctorandos nacionales e internacionales, "algo muy importante porque los profesores de universidad son los que luego transmiten todos estos conocimientos", subraya Cenalmor.



Este work in progress va desarrollándose y creciendo en función de las necesidades. "Desde la propia escuela detectamos carencias, complementamos los contenidos de las exposiciones -explica Andrés Úbeda-. Empezó orientada a historiadores del arte y ahora tenemos un programa con la Fundación Profesor Uría en la que hablamos del Derecho del Arte con expertos en patrimonio y juristas". El próximo programa está a la vuelta de la esquina, dirigido por la Abogada del Estado Carmen Acedo Grande y Agustín González García, de Uría Menéndez, comienza en abril y toca temas fascinantes como la restitución de las obras de arte, con casos prácticos que incluyen ejemplos de obras que fueron requisadas por los nazis a familias judías. También se hablará sobre los criterios de restauración, con casos como el del mediático Ecce Homo de Borja, o de Banksy y arte urbano, el legado de los artistas, la censura de imágenes de obras de arte en las redes sociales, y un largo etcétera. El año pasado los asistentes venían sobre todo de museos (personal del Reina Sofía, el Thyssen, la Colección Abelló…) y también del Ministerio de Cultura y juristas. La matrícula es gratuita, con un depósito de 100 E que se devuelve a su finalización y es para un máximo de 30 alumnos.



Exterior del Casón del Buen Retiro, sede del centro de estudios del Museo del Prado

Hay también un programa de arquitectura de museos, sobre su planeación y ejecución; simposios abiertos al público en torno a temas más concretos (el último Murillo, pintor religioso, con una matrícula de 65 €) y encuentros de especialistas -estos por invitación- en los que se tratan temas más concretos como La Fuente de Gracia de Jan van Eyck a la luz de su reciente restauración.



Por último, en junio arranca la nueva Escuela de verano. Se trabajará sobre tres exposiciones de la temporada: Fra Angelico, Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines en España y Holanda y los Dibujos de Goya. "El objetivo -apunta Úbeda- es trabajar sobre las pinturas y sus aspectos histórico-artísticos, pero también sobre el montaje de las muestras, el proceso de gestación… que la propia exposición se convierte en un elemento de investigación, desde el proyecto inicial del comisario hasta su desmontaje". Está destinado a jóvenes historiadores del arte (doctorandos, estudiantes de máster y de 4° grado) y lo dirigen los comisarios de las respectivas muestras Carl Brandon Strehlke, Alejandro Vergara y José Manuel Matilla.



"Hay ejemplares en la biblioteca que podrían estar en el departamento de grabados y estampa". María Luisa Cuenca
Otro de los pulmones del Centro de Estudios es la biblioteca. "Tiene un número de usuarios reducido, interesados en libros sobre escultura, pintura, grabados y artes decorativas de los que trata la colección del museo. Especialistas, personal del museo, investigadores, estudiantes, periodistas...", ilustra María Luisa Cuenca, la jefa de área de Biblioteca, Documentación y Archivo. La biblioteca se mudó al Casón en 2009, algo que la abrió al público, pues antes estuvo ubicada en lugares menos accesibles en el Edificio de Villanueva y en las oficinas de la calle Ruiz de Alarcón. Está especializada en pintura y escultura desde la Edad Media hasta el s. XIX y tiene una sala de lectura que no puede ser más especial, coronada por los frescos de Luca Giordano. Todavía se están rastreando sus orígenes, de hace 200 años, "no hay mucha información sobre el fondo bibliográfico -cuenta Cuenca- pero tuvo que haberlo, pues la bibliografía es algo fundamental en el trabajo de los conservadores".



Información compartida

En el Prado la Biblioteca, Documentación y Archivo forman parte del mismo área, "algo que no pasa en todos los museos". Se conservan "sobres" con toda la información de las piezas de la colección en los que se guardaban artículos, libros, fotos, información sobre los movimientos , las cartelas de sala, etc. "Se empezaron a digitalizar en los años ochenta y de las 38.000 obras de arte dadas de alta, ya tenemos más de 15.000 en la web con todos sus datos excepto los informes de restauración y la ubicación en los depósitos, que es información reservada. Y hay casi 6.000 registros en inglés. Esto es fundamental, porque si el museo no comparte su información no se enriquece, no puede guardársela, la tiene que transmitir. Todos los días se añade una referencia bibliográfica en la web".



Para quien quiera acceder a los documentos del archivo sólo tiene que solicitarlo en la biblioteca. Se encontrará verdaderas joyas, desde la primera museografía de las salas de El Greco, hecha con acuarela, hasta documentación sobre el robo del Tesoro del Delfín, o las adquisiciones del museo: la donación de Fernando VII de El Cristo crucificado de Velázquez en 1829, las Pinturas negras de Goya de la Quinta del Sordo y La Virgen del caballero de Montesa de Paolo de San Leocadio en 1920, "la primera obra que se compró por suscripción popular, el primer crowdfunding del museo". También hay información sobre los copistas, un aspecto importante en la formación de los alumnos de Bellas Artes, desde un Rosales y un Fortuny, hasta Picasso y Sargent. "Este es un fondo muy consultado porque existe un registro de los autores copiados y las medidas de las copias y sirve para identificarlas en el mercado".



Encontramos, además, cuatro incunables, los libros de los primeros años de la imprenta (anteriores a 1500), entre los que "la Legenda aurea sanctorum es imprescindible para identificar y plasmar la iconografía religiosa". Y una buenísima colección de literatura artística desde el XVI: tratados, libros de simetría y proporción, sobre las plantas de las ciudades, las bodas y funerales de los reyes en estampas... "Hay ejemplares que podrían estar en el departamento de Dibujos y estampas. El criterio que seguimos es: lo que tenga texto, esté encuadernado, tenga su lugar y fecha de imprenta, es un libro y se queda en la biblioteca".



@LuisaEspino4

La cátedra del Museo del Prado

La Cátedra es una de las principales acciones del Centro de Estudios. Cada año trae a un profesional de reconocido prestigio a impartir unas clases magistrales para un público tanto especializado como general. Patrocinado por la Fundación Amigos del Museo del Prado, desde 2009 han pasado por aquí grandes nombres como Philippe de Montebello, Jonathan Brown, el gran especialista en arte español de los siglos XVI y XVII y Velázquez, Elizabeth Cropper, de la National Gallery of Art de Washington y Reindert Falkenburg, este último para hablar de "El arte del Bosco y de Pieter Bruegel". También la han detentado profesionales de la casa como Manuela Mena ("Sobre la vida y arte de Goya", 2013) y en 2017, y de manera coral, el Taller de restauración de pintura. La próxima entrega, en otoño, la protagoniza el escritor Antonio Muñoz Molina. Trazará un personal recorrido por las salas de la pinacoteca a partir del relato de Eugenio d'Ors Tres horas en el Museo del Prado. Una licencia poética que se da el museo en plena celebración de su Bicentenario.