Image: Duane Michals: Buscar el shock es el último refugio de la gente sin imaginación

Image: Duane Michals: "Buscar el shock es el último refugio de la gente sin imaginación"

Arte

Duane Michals: "Buscar el shock es el último refugio de la gente sin imaginación"

31 mayo, 2017 02:00

Duane Michals

El fotógrafo estadounidense, uno de los más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, inaugura en la Fundación Mapfre de Barcelona una retrospectiva con más de 200 obras.

Su objetivo nunca fue el de ser fotógrafo. Trabajaba como diseñador gráfico, aunque es cierto que por sus manos pasaban cientos de instantáneas para revistas como Life. Un día, a los 26 años, se le presentó la oportunidad de hacer un viaje a Rusia pero como el presupuesto superaba sus posibilidades pidió prestados 500 dólares a sus padres, comió a base de sándwiches para ahorrar dinero y un amigo le dejó una cámara de fotos. "Aquel viaje cambió mi vida", asegura Duane Michals (McKeesport, Pensilvania, 1932). Siempre le había gustado la fotografía y observar el trabajo de otros pero nunca planeó serlo. En cambio, en Rusia, como algo natural, se dio cuenta de que había encontrado ese algo que debería estar haciendo. Para 1970 Michals ya estaba exponiendo en el MoMA de Nueva York.

Todo el imaginario que ha ido gestando desde entonces se puede ver en la retrospectiva de más de 200 obras, que acaba con sus últimas exploraciones en el terreno del vídeo, en la Fundación Mapfre de Barcelona hasta el próximo 10 de septiembre. "Es una completa retrospectiva que describe cada idea que he tenido", sostiene el fotógrafo.

Pregunta.- ¿Qué es lo que le atrajo de la fotografía en aquel momento?
Respuesta.- A todo el mundo le gusta la fotografía. Yo era diseñador gráfico y trabajaba con imágenes a todas horas. Estaba emocionado porque era buen diseñador pero no tan brillante como fotógrafo. Hubo momentos de suerte. Hice un libro con mis instantáneas a modo de portfolio para enseñar mi trabajo como diseñador y en dos ocasiones me preguntaron de quién eran las fotografías. Cuando les dije que eran mías me dijeron que entonces debería ser fotógrafo y no diseñador. Y, un día, en la fiesta de un amigo de un amigo vino un fotógrafo al que le gustó mi trabajo, me dijo que tenía un estudio que no usaba el fin de semana y, como mis fotos eran buenas, me dio la llave. Se convirtió en mi héroe porque fue quien me dejó un sitio al que al principio iba con mis amigos por divertimento. Así es como comencé.

P.- Sus imágenes son muy diferentes a las que se hacían en aquella época. ¿Quería diferenciarse?
R.- En aquel momento la fotografía que se hacía eran más bien reportajes pero cambié la dirección porque me interesaban otras cosas.

P.- De hecho hacía secuencias para contar historias. ¿En qué momento decidió incluir el texto?
R.- El texto llegó con la frustración del medio, porque si te enseño una foto de mi familia en la que salen mi madre y mi padre de pie, juntos y sonriendo no te cuenta nada de su relación. Me di cuenta de que la gente toma fotos para mostrar cómo es la gente pero para mí no era suficiente. Decidí empezar a escribir en ellas porque podría producir una sensación más íntima con el lenguaje.

P.- Además su fotografía tiene un componente bastante personal en el que resuenan grandes pintores como Magritte, por ejemplo. ¿Cómo ha influido la pintura en su trabajo?
R.- Magritte, por ejemplo, pintó de manera realista situaciones que no lo son, es algo asombroso. A partir de eso empecé a buscar el asombro y la sorpresa en la fotografía.

Boy in Leningrad, 1958

La belleza no es suficiente para hablar de arte

P.- Ejerció la publicidad pero al mismo tiempo creó un lenguaje absolutamente personal. ¿Fue la primera la que le abrió las puertas para poder explorar el mundo de la fotografía?
R.- Siempre hice publicidad y con ella aprendí todo sobre el trabajo. Me encanta hacer fotografías si estas me permiten vivir mejor, para mí son la guinda del pastel. Para mantenerme haciendo lo que me gustaba no tenía ningún problema en hacer anuncios, de hecho, estoy bastante orgulloso de mis trabajos. Pero nunca fue un negocio, nunca tuve un estudio, no quería ser un Richard Avedon, ni quería trabajar para tener todo eso. Siempre lo hice a pequeña escala. No quería ser Hollywood así que siempre trabajé modestamente.

P.- Tras tantos años como profesional en el mundo de la fotografía sabrá diferenciar a primera vista una buena foto de una mala. ¿Qué es lo que hace buena a una imagen?
R.- Diría que cualquier instantánea que me sorprenda o me toque de alguna manera. Si ves una foto de un niño llorando en Alepo te rompe el corazón. El mejor tipo de reportaje es esa imagen en la que aparece un niño agarrando la mano de su hermano mayor caminando por las ruinas, porque conmueve. Pero hay otras maneras de llegar a la gente. Podemos hablar de muerte, por ejemplo. Me gusta ver fotos bonitas al igual que a todo el mundo pero lo bonito no es interesante.

P.- Hoy en día con la de desastres que estamos viviendo y viendo en la televisión y los periódicos, el fotoperiodismo está en un momento dulce. Sin embargo, muchas de las imágenes pueden llegar a ser incómodas. ¿De verdad necesitamos ver todo lo que hoy en día vemos?
R.- Hay gente que va buscando shock y creo que ese componente es el último refugio de la gente sin imaginación. El nudismo y el shock son fáciles de hacer.

P.- ¿Se podría decir, entonces, que está el artista y está el fotógrafo?
R.- Imagínate que haces anuncios, y yo he hecho malos proyectos también. Fotografiar a mujeres bellas no es ningún reto, hacer que una mujer guapa salga guapa no es nada difícil. Pero la belleza no es la solución al problema. La razón de ser de la fotografía de moda es vender un vestido o un cosmético así que puedes sacar la cara bonita de una chica guapa y pensar que es encantadora. Pero si el fotógrafo no tuviera que vender ese vestido no hubiera hecho esa foto. En cambio, si pones a una mujer guapa en una situación en la que su marido o amante la ha dejado se vuelve arte. Si solo está ahí de pie mirando con cara de modelo no, porque la belleza no es suficiente para convertirse en arte. La belleza puede ser o no ser un ingrediente del arte pero a solas no es suficiente. La fotografía tiene que trascender la belleza y creo que tiene que brindar un contenido emocional.

Dr. Duanus Famous Magic Act, 1996

La fotografía se ha democratizado

P.- ¿En qué ha cambiado la fotografía en todos estos años?
R.- La fotografía se ha liberado de la definición de reproducción de la realidad de la calle o de ser mera observación. Se ha vuelto cada vez más libre para hablar de diferentes cosas. Hay un genial fotógrafo español, Chema Madoz que es muy gracioso, una especie de Magritte. Él es un buen ejemplo de imaginación, es brillante.

P.- Tanto Chema Madoz como usted tienen un singular interés por el blanco y negro. Aunque también tiene obra en color. ¿Con cuál se siente más cómodo?
R.- El color lo usaba para hacer la publicidades de revistas pero el grueso de mi trabajo es en blanco y negro. Ahora estoy haciendo más color. Hay que entender también que el hecho de que un trabajo sea en blanco y negro no significa que sea arte. Depende de la naturaleza de la foto. El tema capturado es el que dicta si va en color o blanco y negro. El color es más complicado.

P.- ¿En qué sentido ha cambiado la fotografía?
R.- Lo que se hacía en mi generación está acabado. Ahora la fotografía se ha vuelto muy democrática, la más democrática de todas las artes porque todo el mundo puede hacerla. No podemos admirar lo que podemos hacer y, por lo tanto, dejamos de respetarlo. Para trascender la fotografía hay que aportar algo diferente, hacer algo que el resto no puede. Mucha gente hace secuencias pero no tiene mi punto de vista, ni mis instintos. Puedes hacer seis fotos y crear un historia o escribir en una de ellas pero nunca tendrán lo que yo puedo ofrecer.

P.- ¿Se nota en el mercado todo esto?
R.- Cuando empecé no había mercado, no había galerías y la idea de que alguien comprara una foto mía era genial. Escribí Cómo la fotografía perdió la virginidad de camino al banco. Y es que ahora se ha convertido en un gran negocio, hay mucha gente que no puede permitirse pintura, pero una fotografía aún es asequible. Hay escuelas de cómo ser un foto-artista, que antes solían ser escuelas comerciales pero ahora la mayoría de universidades enseñan a cómo ser un foto-artista. No puedes enseñar a alguien a convertirse en artista, es ridículo. Si todo aquel que se gradúa en una escuela de arte fuera artista sería espectacular pero no es real. Cuando haces algo 20 veces se convierte en cliché y es como Cindy Sherman, que es muy exitosa pero siempre hace las mismas fotos. Cuando te conviertes en un producto, y a muchos les pasa, ya no quieres cambiar tu estilo.

P.- ¿Esto no supone caer en la simple repetición?
R.- Claro, al final haces misma foto siempre y lo que la gente busca es la firma.

@scamarzana