Image: Naturaleza, arquitectura y mecenazgo

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Arte

Naturaleza, arquitectura y mecenazgo

14 abril, 2017 02:00

Edificio de la Fundación Cerezales diseñado por el estudio AZPML

Activa desde 2008, la Fundación Cerezales Antonino y Cinia inaugura su nuevo edificio, un proyecto arquitectónico del estudio AZPML, con una exposición del artista inglés Hamish Fulton con la que siguen apostando por una programación cultural relacionada con el entorno rural en Cerezales del Condado, un pequeño pueblo de la provincia de León.

El caso de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia es insólito y desde luego único en España. Se trata de un proyecto que nace de las numerosas obras filantrópicas de Antonino Fernández Rodríguez, el empresario leonés que emigró a México en 1949 y revolucionó la producción de cerveza en el Grupo Modelo. A él le debemos la famosa Coronita. Antonino habilita para su pueblo una serie de reformas y dona una cuantiosa suma de dinero que sirve como capital de base a esta fundación activa desde diciembre de 2008. Al parecer, tres millones de euros que son como la masa madre de su actividad, porque no se consumen y los intereses devengados sirven para el mantenimiento del proyecto a largo plazo. Están depositados en fondos financieros de bajo riesgo y auditados por el Protectorado de Fundaciones de Castilla y León, de manera que a todos los efectos su única aplicación es la de satisfacer con sus réditos anuales las necesidades presupuestarias de la infraestructura, el personal y las actividades.

Desde entonces, Cerezales del Condado, con un censo oficial de 21 habitantes, cuenta con uno de los proyectos más avanzados y sostenibles en materia de producción cultural. Obviamente, rehabilitar esa comarca despoblada y favorecer una nueva relación con el entorno rural serán ejes programáticos, así que sus actividades han estado concebidas bajo una conciencia del territorio como configuración ecológica y cultural. Sus programas tienen dos vertientes: una con un fuerte acento educativo, basada en talleres, seminarios y residencias orientados a diversos públicos, y otra que se desarrolla en eventos más generales como las exposiciones o los conciertos.Vale la pena comprobar cómo se han ido entrelazando estos contenidos para entender el espíritu de la fundación. En mi opinión, la más lograda de sus propuestas hasta la fecha es la que llevara a cabo Chus Domínguez bajo el título Territorio Archivo, que se basó en la recuperación de la memoria de los habitantes de la zona a través de sus vínculos con el propio patrimonio fotográfico familiar, y que ha conseguido convocar una reflexión colectiva sobre la construcción de los relatos intrahistóricos.

Caminatas creativas

Esta sorprendente aparición en el mapa de las instituciones culturales en España tiene ahora el desafío de un cambio de escala, porque con la exposición de Hamish Fulton (Londres, 1946) recién inaugurada se da a conocer también el nuevo edificio. Durante estos años, la sede de la fundación había estado en las antiguas escuelas del pueblo, pero se ha afrontado este reto con un proyecto arquitectónico del estudio AZPML (Alejandro Zaera-Polo y Maider Llaguno-Munitxa). Lógicamente la construcción ha tenido una dotación presupuestaria específica aportada de nuevo por Antonino antes de su fallecimiento el año pasado. El planteamiento arquitectónico de AZPML, concebido muy de cerca con el equipo de la fundación, confirma la voluntad de hacer de lo "sostenible" algo más que un mantra oportuno, tal vez porque en este caso lo que está en juego es la propia supervivencia de una creación mimada por el equipo que la ha hecho posible. Entre tanto, las escuelas permanecen como parte del complejo y quedan así también reactivadas como si recuperaran de otro modo su antigua función.

Vista de la exposición de Hamish Fulton

La exposición de Hamish Fulton podría ser vista en realidad como una consecuencia lógica de toda esta trayectoria, aunque no necesariamente la más interesante de las que se han planteado. Si bien la programación de Cerezales ha sido diversa por lo que se refiere al arte contemporáneo, en esta ocasión es clara la adecuación temática. La obra de Fulton se ha caracterizado por seguir planteamientos que incidían en la conciencia del territorio a través de la caminata como acción estética. Una actividad en la que la auto-contemplación del proceso es su verdadero destino. Este concepto entronca, por cierto, con la tradición romántica del viaje, al mismo tiempo interior y exterior, bajo los nuevos formatos que implanta el arte conceptual en la década de los 70. La obra de Fulton en esto es ortodoxa, viene directamente de aquellas retóricas con un uso de la fotografía y el montaje que trata de extraer de la más pura literalidad un halo poético, un rastro que evoque simbólicamente la verdadera experiencia de las acciones que fueron registradas. Su sentido se cierra en las caminatas colectivas con las que se concibe la obra y que tienen lugar durante los días previos a la inauguración. En esto, la exposición aporta una suerte de continuidad con los numerosos paseos que Fulton ya había hecho por la Península. Si nos atenemos solo al montaje en la nueva sede, una nave espectacular que se cierra por ambas partes con cristaleras que permiten ver el paisaje que rodea al edificio, la obra objetual de Fulton y su intervención en las paredes quedan en cierto grado mermada por la potencia del espacio.

Sin duda, el nuevo desafío de Cerezales lo es también para los artistas que ahora tienen que habitar ese entorno. En cualquier caso, se trata de una oportunidad única para poner en marcha otros conceptos de la producción en los que el dinero privado parece trabajar al servicio de la cultura. El de Cerezales es un proyecto al que sólo cabe augurar un buen futuro y quizá el valor añadido de ser el precedente de un modelo que llegue a servir de ejemplo.

@avistando