Image: Mery Cuesta, el arte desde la sátira

Image: Mery Cuesta, el arte desde la sátira

Arte

Mery Cuesta, el arte desde la sátira

31 agosto, 2016 02:00

Viñeta incluida en La rue del percebe de la cultura

La crítica de arte publica La rue del percebe de la cultura y la niebla de la cultura digital, un ensayo-cómic sobre los diferentes modos de consumo y acceso a la cultura en el que intercala viñetas satíricas.

Antxón Amorrortu sale de la facultad de Bellas Artes de Bilbao y dejando atrás su ciudad se muda a Barcelona en busca de nuevas posibilidades. Hasta aquí algo que no pocas personas hayan hecho pero unas cosas llevan a otras y el destino interfiere para que sea el encargado en representar a España en Documenta Kassel. Pero su periplo no es fácil y le sale caro. En el camino se va encontrando con diferentes personajes (reales) que representan el sistema del arte; comisarios de dudosa condición, galeristas corruptos, críticos que tercian según sus gustos y amistades… todos ellos ponen en entredicho la profesión y es así como Antxón comienza a entender cómo funciona dicho sistema. Tras la creación de las viñetas de Caída y auge de Antxón Amorrortu, el tebeo satírico de Mery Cuesta (Bilbao, 1975), la crítica y comisaria (la responsable, junto a Roc Parés, del Pabellón catalán en la próxima Bienal de Venecia) se dio cuenta de que el lenguaje del cómic era un buen vehículo para lanzar mensajes de "alta densidad intelectual". Lo demuestra en La rue del percebe de la cultura y la niebla de la cultura digital (Consonni), un ensayo-cómic sobre los diferentes modos de consumo y acceso a la cultura en el que intercala viñetas satíricas.

El panorama cultural está mutando permanentemente y van surgiendo nuevas formas de acceder a ella. Una de las preguntas que pueden plantearse es si realmente es una nueva cultura la que estamos viviendo o, simplemente, una transformación de su uso y acceso. "Ningún fenómeno cultural aparece espontáneamente sin descender o responder a modelos precedentes. La cultura digital es una derivación del paradigma de entender la cultura de forma jerárquica y descendente (con la alta cultura en la cúspide, debajo la cultura oficial, debajo la popular, etc.), cuyas formas y comportamientos se están modelando a tono con esta fase tan avanzada del capitalismo que estamos viviendo", responde Cuesta.

Viñeta sobre la jerarquización de la cultura

Pero, ¿qué se entiende por cultura popular? Las connotaciones varían entre persona y persona y entre países. En Latinoamérica, por ejemplo, se refiere al folclore y a las tradiciones más ancestrales mientras que en España se puede entender en dos caminos diferentes. Una parte de la población "lo identifica con la telebasura pero hoy muchos medios oficiales emplean esta expresión para referirse a la amalgama de productos culturales y referencias que absorbemos de manera involuntaria", opina Cuesta. Como, por ejemplo, Verano Azul o los programas de Radio 3, aunque "se puede concluir que apuntan a aquello que tiene vocación de entretenimiento y de ser consumido por el grueso de la sociedad".

El siglo XX: el momento del Pop Art y la cultura underground

Pregunta.- Umberto Eco, cuando habló del arte Pop, dijo que sirve de "bisagra entre la cultura oficial y la cultura popular o de masas". ¿Hoy en día sigue vigente esta percepción?
Respuesta.- Esta es una tesis que Eco formuló en 1973, cuando el Pop Art hizo del lenguaje de la publicidad y del consumo de masas más accesible a las clases populares significados, contenidos y pensamientos de vanguardia que provenían del seno de la alta cultura. El Pop Art fue como un puente entre dos estratos culturales diferenciados. Hoy estamos en otra etapa, pues el mismo término Pop tiene diversas interpretaciones. ¿Lo que se llamó Pop en el siglo XX es lo que hoy llamamos mainstream? El Pop Art -que es a lo que se refería Eco- se ha fijado como mito en el inconsciente popular y vive hoy derivado en diversas corrientes y fenómenos. Como Pop Art, hoy no podemos referirnos a él más que de manera histórica, como un movimiento artístico fundamental que tuvo lugar a mediados del siglo XX.

P.- También en esa época se crearon tres grupos de verdadero underground que aún hoy reconocemos: los rockers, los heavies y los punkies, subculturas sólidas que han dado música, códigos de vestimenta y una identificación clara. ¿Qué ha pasado que hoy en día no surge ningún movimiento tan fuerte?
R.- Estas tres subculturas comparten entre ellas los aspectos fundamentales de las formaciones subculturales del siglo XX, como su vínculo emocional con la música, su arraigo entre las clases trabajadoras y su visibilización y desafío al sistema a través de la apariencia. Las tres son ya mitos culturales. Lo que ocurre hoy es que las subculturas en Internet se generan y se visibilizan de otras maneras: no están vinculadas exclusivamente a lo musical, son transgeneracioneales porque se articulan en torno a gustos compartidos y son menos visibles en el panorama urbano. También son fagocitadas muchísimo más rápido por el mercado y su potencial subversivo es fácilmente neutralizado. Estos efectos son los que, quizás, hacen que pensemos que son menos estables, pero lo que ocurre en realidad es que su composición es diferente.

Ese movimiento underground sigue existiendo en infinidad de lugares. Esas subculturas han calado fondo y la cultura digital les ayuda a tomar nuevas energías y posiciones en la sociedad. A pesar de que esos nuevos movimientos urbanos no puedan competir con el movimiento de hace unos años, ahí están, como una amalgama en ocasiones invisible. Pero, de vuelta a los años de los rockers y los heavies, aún muy presentes en las calles, toma su gasolina de la cultura digital que ofrece "la posibilidad de cohesionarse y la toma de visibilidad a nivel global", especifica Cuesta. Pero también resta "peligrosidad" porque "en internet hay un importante control de los contenidos en circulación".

P.- En el ensayo también plantea la hipótesis de que el underground tal y como lo conocemos ha muerto. ¿Volverá, aunque sea de distinta forma? En caso de que sí, ¿de qué forma podrá darse?
R.- Cuando digo que el underground ha muerto, me refiero a que en el entorno digital la subterraneidad de un fenómeno cultural desaparece: desde el momento que pones en Internet una información y puede ser vista potencialmente por millones de usuarios alrededor del mundo la cualidad de underground se difumina. Quien hoy quiera seguir siendo underground debería tomar la determinación de no aparecer en internet... lo cual no es fácil.

El humor como antídoto

Y, aunque pueda parecer que se trata de un ensayo serio, que lo es, las dosis de humor son abundantes y más que palpables. Ambas corrientes son compatibles, necesarias incluso. Por eso su apuesta personal pasa por aunar de manera divertida y con abundantes dosis de humor estas dos disciplinas que a priori pueden parecer antagónicas. Cuesta creer que "el humor en el ámbito del arte y la cultura es necesario" aunque "tradicionalmente los discursos legitimados desde el arte han estado en las antípodas de lo ameno y lo festivo". Características que se asocian con el arte contemporáneo, estos discursos "han sido graves, académicos y engolados con un deseo de ser impopulares y formulados solo para las élites", critica. Por eso, este lenguaje le permite introducir "el humor y la metáfora visual haciendo más digestivo el contenido ensayístico", señala Cuesta.

P.- Está en ambos lados del arte. Las viñetas de las páginas 64 y 65 son una sátira a la crítica del arte donde plantea que los críticos son un tanto cínicos y nunca exponen su verdadera opinión. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué la crítica de arte o bien se convierte en crónica de la exposición o en adulación de la muestra?
R.- Esta es una de las muchas historietas que he dibujado abordando la figura del crítico de arte.

Tradicionalmente es una figura antipática: pone en tela de juicio las creaciones de los demás y se maneja con un lenguaje y unas referencias que no son accesibles para el conjunto de la sociedad. Es una figura elitista. Pienso que puede hacerse crítica de arte y crítica cultural procurando abrir este tipo de pensamiento a un público más amplio, pero esta no es la tendencia general, y el crítico de arte sigue reforzando conductas distanciadas como la codificación del lenguaje y la condescendencia. Por no hablar de los prejuicios raciales, generacionales y de género.

Una llamada a la introspección al fin. "Mantengamos vivo el espíritu antisistema de hacer cosas inútiles y dejar escapar el tiempo entre las manos", concluye Mery Cuesta.

@scamarzana