Image: Ortiz Echagüe en el laboratorio africano

Image: Ortiz Echagüe en el laboratorio africano

Arte

Ortiz Echagüe en el laboratorio africano

El MNAC de Barcelona muestra por primera vez las fotografías de juventud tomadas por el fotógrafo en el Norte de África. Son 78 imágenes de la colección del Museo Universidad de Navarra.

15 marzo, 2013 01:00

Siroco en el Sahara, 1965


Una exposición de José Ortiz Echagüe (Guadalajara 1886 - Madrid 1980) ya es suficiente acontecimiento pero ésta tiene dos particularidades: es la primera vez que podemos ver en una exposición las imágenes de juventud de uno de nuestros fotógrafos más singulares de la primera mitad del siglo XX y, además, la muestra está comisariada por su nieto, Javier Ortiz-Echagüe. Historiador y vinculado a la fotografía y al cine desde sus inicios profesionales, Javier reconoce que estar en contacto con el legado de Ortiz Echagüe ha marcado, lógicamente, su devenir. "Aunque nunca tuve contacto directo ya que él murió el año que yo nací, todo esto estaba allí y claro que me ha influido. Aún así, trabajar con todo este material original me ha sorprendido y me ha revelado a una figura mucho más dinámica y compleja de lo que esperaba".

La exposición empieza con su trabajo como fotógrafo del ejército porque es así como llega al norte de África. Procedente de una familia de tradición militar, en 1909 fue destinado al Rif, en el área de Melilla. Allí fue jefe del servicio de fotografía de la Unidad de Aerostación y aquí se ha intentado recoger también ese material: postales con globos y vistas aéreas que ni están firmadas ni él las consideraba obra estrictamente hablando pero que, como avanza el responsable de la muestra, ya se vislumbra en ellas cierta relación entre la fotografía documental y el arte.

Arte y documento

Y es que el núcleo de la obra de Ortiz Echagüe está aquí. En unos pocos años de trabajos africanos, realizados entre 1909 y 1915, se hace patente la dicotomía entre el arte y el documental tan presente en su carrera; la experimentación -fotos rayadas o composiciones horizontales propias de Rodchenko- que muestran a un fotógrafo más ágil y dinámico que a lo que estamos acostumbrados, "menos solemne que su trabajo posterior", dice el comisario. Pero, por otro lado, aquí se gesta el canon de su obra madura, el origen de su serie más importante Tipos y trajes, con la que retrató los tipos populares que le hicieron tan famoso en 1930. "En África -continúa el comisario- ensayó muchos tipos de experimentación pero también emprendió una fotografía documental que, a la vez, pretende ser artística" y que le convirtió en el singular fotógrafo que hoy estudiamos. África será su laboratorio para los grandes carbones, la técnica pigmentaria, la etnografía, las fotos más pictorialistas, algunas casi abstractas.

Paisaje rifeño, 1910

Pero es que, además, Ortiz Echagüe volvió a África. Después de trabajar en España primero los retratos y luego los paisajes -y de hacer carrera como ingeniero fundando Construcciones Aeronáuticas CASA y luego SEAT-, regresó a Marruecos en los años 60: "Cuando consideró que los tipos populares ya no eran tema y que España se había modernizado por lo que tampoco tenía sentido fotografiar vestigios de un paisaje en extinción, vuelve a Marruecos con la intención era hacer un quinto libro con los lugares donde había estado de joven". Nunca llegó a hacerlo, pero sí dejó una serie de fotografías en las que ya no es un fotógrafo experimentando posibilidades, sino un artista maduro más interesado por la arquitectura que por el retrato. "Vemos aquí, en la última parte de la muestra, vistas extrañas, grandes paisajes oníricos de ambiente surreal, más abstracto". África es así el comienzo y el final de la andadura de Ortiz Echagüe.

Papel internacional

Maestro de generaciones posteriores que vieron cómo la presencia internacional del fotógrafo iba in crescendo, fue corresponsal de la revista Fotograms of the Year entre los años 20 y los 50 y allí publicó con 23 años su primer reportaje; en la década de los 30 se hizo cargo de una publicación vienesa y participó en el Salón de Londres. "La última foto que vemos en la exposición, Siroco en el Sahara aparece publicada en el Salón de la República China, en el Inter Press Photo de Moscú en 1966 y en el Pravda de Lenin", cuenta Javier como curiosidad. El Metropolitan de Nueva York le dedicó una exposición en los 60 y la Hispanic Society tiene obra suya. "Horacio Fernández organizó una exposición en PHotoEspaña hace unos años y, sí, en los últimos tiempos hemos asistido a una revisión importante de su obra. Joan Fotcuberta, por ejemplo, es un gran reivindicador de su figura por lo que tiene de juego entre realidad y ficción". Así lo corrobora esta exposición que se podrá ver en Barcelona hasta el 21 de julio.

Además, el Museo Universidad de Navarra, el Museu Nacional de Arte de Cataluña y La Fábrica han editado el catálogo de la muestra: más de cien fotografías y un ensayo de Javier Ortiz-Echagüe que completan y amplían la visita al MNAC.

El fondo de la Universidad de Navarra

En 1990 el propio Ortiz Echagüe dispuso y donó todo su legado a la Universidad de Navarra. Allí su hijo César era profesor de la Escuela de Arquitectura y viendo ya la necesidad de que el legado pasase a manos de una colección y de unos conservadores profesionales, él mismo tomó la decisión. De este modo, 1.500 positivos originales, más de 28.000 negativos, interpositivos, contratipos, equipos fotográficos y material diverso pasaron a disposición de la Universidad y, en breve, estarán expuestos en el Museo que Rafael Moneo está construyendo en Pamplona y que se inaugurará en otoño de 2014. También forman parte del legado una biblioteca especializada, documentación y su colección personal de fotografías de otros autores. Rafael Levenfeld y Valentín Vallhonrat han sido los encargados de estos fondos.