Image: ARCOholics

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Arte

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Los Príncipes inauguran una feria que sigue siendo capital para los galeristas de fuera. Para ellos, su presencia aquí es obligada porque ARCO tiene la virtud de conectar el arte europeo con el latinoamericano, al margen de las ventas

14 febrero, 2013 01:00

Los Príncipes de Asturias ante una escultura de la artista Susi Gómez en la inauguración de ARCO 2013. Foto: Bernardo Díaz

Sumario ARCO 2013

Todas las inauguraciones de ARCO se parecen. Los príncipes recorren la feria, se interesan por algunas piezas rodeados de la clásica nube de periodistas y curiosos. Por delante de la comitiva, los galeristas que ya conocen si su stand es uno de los de parada obligada, se ajustan los nudos de las corbatas, ordenan sus mesas, cuadran los montones de folios... Este año, el paseo de don Felipe y doña Letizia, muy interesados por la variedad de materiales de las piezas, se ha extendido un poco más. Alrededor de una hora y media han estado visitando galerías nacionales e internacionales y han destacado que la edición ha convocado "muchas propuestas interesantes". Una de ellas, la escultura de la artista Susi Gómez que conforman un grupo de fotocopiadoras deformadas tras haber sido sometidas a temperaturas de 250 grados. Con ella y con otros artistas como David Escalona han estado conversando un rato. Y con la galerista Juana de Aizpuru, un clásico.

Mientras las autoridades, entre las que también estaban el ministro de Educación Cultura y Deportes, José Ignacio Wert, y la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, proseguían su camino hacia el segundo pabellón, la mañana se ha ido animando en la feria. Todos firmes ante el rápido paso que marcaba Borja Villel, director del Reina Sofía, galeristas ocupados que no atienden a los medios porque ya están cerrando ventas (y lo celebramos), artistas que se desperezan de las fiestas de la noche anterior y llegan con el ojo pegado, algún famoso de revista del corazón buscando un hueco entre las cámaras convocadas por los príncipes. ¿Lo de todos los años? Pues no, no del todo. Resulta que el concepto de la feria madrileña está sufriendo algunas mutaciones. Al menos así lo explican los galeristas extranjeros, que si bien siguen dándole importancia al negocio, también se la otorgan ahora al "estar aquí".

La galería brasileña Luciana Brito, en la que los príncipes se detuvieron durante unos minutos interesándose por una escultura de ladrillo de Héctor Zamora, acude a ARCO desde el año 98. Para ellos, es el puente perfecto que conecta el arte latinoamericano con el Europeo, una vía para que sus artistas y el mercado de su país tenga representación en Europa. "Es muy positivo estar en las grandes ferias europeas, pero es fundamental que una galería brasileña como la nuestra esté en Arco". Claro que vienen notando la bajada de ventas desde hace algunos años, como todos, pero visto que lo importante es el escaparate, su selección de obras camina ajena a la mala coyuntura del mercado europeo.

Tampoco ha cambiado un ápice su criterio a la hora de seleccionar Georg Nothelfer, dueño de la veterana galería berlinesa que lleva su nombre. En los días en los que ARCO se celebraba en la Casa de Campo, Nothelfer ya acudía a la feria: "No hacíamos ningún tipo de negocio pero lo pasábamos muy bien. Ese debe ser el enfoque, venir aquí, conocer a otros artistas, a colegas, intercambiar ideas, ver otra forma de hacer las cosas...". Por estas razones considera que un buen galerista y un buen artista tienen que estar por encima de los problemas económicos: "Si un artista se deja influenciar por estos criterios, no es libre, de manera que no me interesaría su trabajo en absoluto", sentencia. Este alemán que disfruta también de la feria paralela (la de los restaurantes, las cenas, los paseos por Madrid y la amabilidad española que se empeña en destacar), no ve tan grave la reducción de ventas. En su caso, si el coleccionista está muy interesado, están dispuestos a reducir el precio considerablemente, otra tendencia de los últimos años. "Es cierto, se vende menos en ARCO, pero su reputación está intacta y al nivel de las grandes ferias de Alemania, Francia o Suiza y aprecio la influencia que tiene del arte de los países latinoamericanos, aspecto que la hace especial", concluye.

El ejemplar grupo de galerías que conforman el país invitado, con una apuesta sorprendente y fuera de toda tendencia a la homogenización, celebra acudir a ARCO 2013. Muchas de ellas viven con la presente su primera feria de arte internacional, como es el caso de la Galería Maná, de Estambul, que tiene sólo dos años de antigüedad. Para su dueña, más allá del negocio, lo importante es que el arte de su país esté empezando a estar representado en Europa. "El mercado del arte en Turquía se ha desarrollado de forma muy célere en los últimos años, es increíble cómo ha crecido. Hay mucho que hacer todavía, es un mercado nuevo, muy joven. Espero que ARCO abra conexiones no sólo con España sino también con América", señala mientras suena la hermosa pieza de Michael Nyman que pone música a la obra del único artista que han traído a la feria, Kutlug Ataman, que presenta una vídeo instalación hecha con películas que filmó durante su tiempo de residencia en Inglaterra y que habla de cómo asumir una identidad cultural que no es la tuya.

No muy lejos de este stand se sitúa el de la Karina Belitty, dueña de la galería Kabe, de Miami. Aunque su programa habitual es internacional, aprovecha ARCO para traer artistas latinoamericanos que, de alguna manera, estén también relacionados con Europa. "En España hay un mercado muy importante para este tipo de piezas. Se aprecia mucho el apoyo al arte latinoamericano", expone. A su vez, su objetivo también es captar artistas españoles para poder llevarlos a Estados Unidos. "Lo importante es seguir trayendo calidad a la feria. En mi caso, tengo precios para grandes y pequeños coleccionistas, pero creo que la crisis nos ha obligado a todos a ser más selectivos y exigentes".