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Ai Weiwei: "No sé contra quién lucho"

21 septiembre, 2012 00:00

El Gobierno chino ha llegado a darle palizas, arrasar su estudio, censurar su blog y a mantenerlo en detención secreta. Su captura duró casi tres meses, aunque todavía hoy, año y medio después, y tras recibir la invitación de representar a Alemania en la próxima Bienal de Venecia, Ai Weiwei sigue sin ser completamente libre. Hasta su casa en Beijing han ido a verle Hans Ulrich Obrist y Julia Peyton-Jones, ambos directores de la Serpentine Gallery de Londres, donde el artista firma el nuevo Pabellón junto a Herzog & Meuron. No hay distancias en esta entrevista realizada para El Cultural.

Hemos echado de menos la presencia real de Ai Weiwei (Beijing, 1957) en los debates y actos de inauguración de la Serpentine Gallery recientemente, pero su espíritu ha estado muy presente. “Me sorprendió que me dijeran que estaba libre pero que se me prohibía viajar fuera de China, algo que, por otra parte, es imposible negociar con un Gobierno que no se comunica, que no discute nada ni se esfuerza por comprender”, explica en su casa de Beijing. Es parte hogar y parte estudio. Hasta allí viajé para hablar con él. Justo semanas antes, instalaba webcams en su casa para que la gente pudiera verle por internet. Ai Weiwei no enmudece nunca. -Hans Ulrich Obrist: ¿Dónde están las cámaras? -Ai Weiwei: Una de ellas aquí mismo, en el estudio, otra en mi dormitorio y dos más en mi espacio de trabajo. Lo hice el día que se cumplía un año de que me llevaron a un lugar secreto. Instalé las cámaras movido por el gran número de personas que se preocupaban por mí y que se preguntaban por cuánto tiempo iba a estar encerrado aquí. Con ello quise hacer un gesto, aunque a la vez invitaba a las autoridades a invadir mi intimidad. -Obrist: ¿Cuánto tiempo duró eso? -Weiwei: A las 48 horas, 5'2 millones de personas ya me habían visitado, por lo que la policía apagó las webcams. Yo les dije: ‘Pero, ¿qué quieren? ¡Si todavía quedan quince cámaras delante de mi casa!'. -Julia Peyton-Jones: ¿Suyas? -Weiwei: Grabándome todo el tiempo. Al salir del arresto nos dimos cuenta de que en la casa de enfrente habían montado una estancia dedicada al espionaje, una especie de sala técnica. -Peyton-Jones: ¿Cómo lleva ahora su situación? -Weiwei: Bien. Me siento más fuerte que antes y también más en alerta. Más fuerte porque pasar por este trance te lleva a reflexionar a varios niveles sobre las relaciones personales: con la familia, con el arte, con la política, con China y hasta con otros países. Por lo general, nos vemos abocados a usar respuestas derivadas de las experiencias de otros, pero este tipo de situación te permite llegar a la tuya propia. La respuesta de apoyo de la gente ha sido una sorpresa que me ha permitido vivir pues, aunque no pueda viajar, la he podido leer y sentir. Imagino que ese respeto es consecuencia de la dificultad por la que he tenido que pasar. -Obrist: El respeto ha estado siempre ahí; es más que una consecuencia: es también fruto de su labor como artista, como arquitecto... -Weiwei: He intentado reflexionar sobre lo que he hecho a lo largo de los últimos años y he llegado a preguntarme si podía haber evitado los incidentes que he sufrido. Creo que he hecho lo correcto, lo que hay que hacer. Son ellos los que nunca lo entendieron y siguen sin saber cómo enfrentarse a eso. Ese viejo sistema suyo no resiste y es ahí donde detecto frustración. -Peyton-Jones: Estoy convencida de que no conciben que una persona sola pueda enfrentarse al Gobierno. -Weiwei: No se lo pueden creer. En China, se trata de una situación de lo más extraña. Por supuesto que, en algún momento, todo el mundo critica lo que hacen, pero tener al mismo individuo cuestionando una y otra vez, sin rendirse, sus valores capitales no es que sea algo muy sofisticado, pero sí insólito. -Peyton-Jones: Ahora que ha salido del arresto la situación parece más estable, o eso es lo que se ve desde Occidente. ¿Es así? -Weiwei: No exactamente. Eso es lo que ellos quieren que se vea. En estos momentos, la situación pinta bastante mal. Cuando demandamos a la Agencia Tributaria para que explicaran el porqué de la imposición de multas tan desproporcionadas tuvimos que enfrentarnos a un sinfín de problemas con la policía. Durante el proceso legal, me llevaron ante el juez para interrogarme, lo que me permitió comprobar hasta qué punto manipulan, abiertamente y a todos los niveles, las normas. Es grotesco: no tiene ni pies ni cabeza. Es como si jugaras al fútbol con un equipo que crea sus propias reglas. Vistos los cargos, es imposible ganar, pues si el Gobierno dice que has violado la ley, la has violado y ya está; no se puede razonar. En circunstancias normales, nadie se atreve a presionarles porque el precio de enfrentarse a ellos es demasiado alto y te cae encima: quien se enfrenta al sistema, tiene que pagar. Y es como pelear contra nadie: yo no sé contra quién lucho. Ni siquiera ellos están de acuerdo con lo que hacen, pero no pueden dejar de hacerlo. Entonces te preguntas, '¿por qué perder el tiempo luchando?' No importa que el terreno de juego sea tan incómodo: queremos jugar la partida. -Obrist: Eso es; el mensaje es que, se pongan como se pongan, eso está pasando. -Weiwei: Y que es imposible poner freno al deseo de las personas de experimentar nuevas ideas. Por tanto, han perdido la batalla por completo.

Pabellón en la Serpentine Gallery de Londres

-Obrist: Además, continúa trabajando. No ha dejado de hacerlo en ningún momento. -Weiwei: Y trabajando duro. Soy el primero en llegar a la oficina y el último en marcharme.

Antiego vía skype

-Peyton-Jones: El Pabellón que ha hecho en la Serpentine, y que cada año, desde el 2000, se encarga a los más importantes arquitectos, transmite al mundo el mensaje, poderosísimo, de que está bien, de que continúa desarrollando su trabajo de artista y arquitecto a pesar de lo que le ha sucedido. Es un vínculo muy fuerte con el mundo. -Weiwei: Eso es muy importante, pues aunque no se diga, hay gente que piensa que si eres artista, ¿por qué tienes que meterte en política? O que estarás buscando simplemente llamar la atención. Por eso es por lo que necesitas un gran proyecto y una buena plataforma. Luego, si hay suerte, todo tu esfuerzo acaba saliendo a la luz. El Pabellón de la Serpentine envía un mensaje muy rotundo: ‘Usted no me deja salir del país, pero mis dibujos se transmiten por Skype'. -Obrist: El Pabellón ha tenido una acogida muy positiva. A la gente se la ve obsesionada, tocándolo, sentándose, oliéndolo. ¿Estaba la idea clara desde el principio? ¿La tenía ya en el primer Skype con Herzog & de Meuron, o cómo surgió? -Weiwei: Había millones de opciones. Herzog & de Meuron tienen infinidad de ideas y las posibilidades novedosas les apasionan. Pero teníamos que decidir qué era lo que este Pabellón tenía que ser, porque era la única forma de dar sentido al proyecto. Muy pronto llegamos a una decisión: queríamos que fuera muy sosegado. No tenía que ser formalista sino que poseyera un concepto que nadie hubiera usado hasta el momento; que estimulara, a partes iguales, tu pasión y tu curiosidad y que cuando surgiera debía hacerlo no de manera especial, sino casi imperceptiblemente. Por ello, tanto el espacio como el concepto debían ser muy personales: el edificio está vinculado a una galería, a un parque, y plantear una tipología monumental iba a ser inaceptable. Así que, en lugar de elevar, excavamos. A todos nos interesaba mucho hacer algo bajo tierra, pero éramos conscientes de que, tratándose de un espacio público, no iba a ser fácil. Recuerdo que Pierre de Meuron decía: ‘No me gustaría nada que la gente viera esto como un monumento'. Son muy especiales: no tienen esa clase de ego tan habitual por ahí. Por tanto, todo fue muy fácil y enseguida vimos las ventajas. -Peyton-Jones: Ese es un punto fundamental: estamos ante una estructura carente de ego. Y este Pabellón nació reflejando la impronta de proyectos anteriores. Es como un imán; por un lado, es una fuente de fascinación, y por otro, supone una inmersión real. No puedo evitar pensar que eso se debe a la generosidad de ese concepto suyo y de Jacques y Pierre. -Weiwei: Sí. La condición de arquitecto te obliga a comportarte como una persona normal, a entender las preocupaciones y la curiosidad comunes; pero, al mismo tiempo, tienes que crear un espacio de incertidumbre, algo que no existiera antes. Y ofreces tu experiencia, como un libro abierto o como quien inicia una conversación. Eso es todo.

A Living Sculpture, 2012

-Obrist: ¿Ha cerrado su estudio de arquitectura? La última vez que le visité decía que lo iba a cerrar, una decisión radical... -Weiwei: Y lo hicimos. Lo cerramos hace un tiempo. En realidad, hemos dejado de hacer proyectos arquitectónicos. Por eso fue tan especial que me invitárais a hacer este Pabellón. -Obrist: Es increíble que nuestro proyecto le devolviera a la arquitectura. Y Jacques Herzog & Pierre de Meuron han dicho que quieren hacer muchos más proyectos con usted. ¿Tiene alguno en mente con ellos? -Weiwei: No, aún no. Es algo muy complejo ya que la arquitectura absorbe todo tu tiempo, te exige una implicación y una dedicación total. Por eso la oportunidad del Pabellón fue tan positiva: es un proyecto pequeño, pero con el máximo estándar de calidad y de ideología. De ahí nuestro entusiasmo. -Peyton-Jones: ¿En qué trabaja ahora mismo? ¿Está creando una pieza nueva? -Weiwei: Es muy difícil describirla; hay que verla en vivo. Está en el otro estudio, más o menos a media hora de aquí. -Obrist: O sea, que ahora tienes un segundo estudio... -Weiwei: Sí, y mucho más caótico aún que éste. Se parece más a una fábrica, y tiene un montón de ruido. -Obrist: Recientemente, una de sus nuevas obras, A Living Sculpture (Una escultura viva, 2012) -un cangrejo y un cactus de cerámica dentro de una caja pequeña- se expuso en Londres, en Heddon Street, atrayendo la atención de la prensa del país. -Weiwei: Era en un espacio muy reducido y la obra intentaba responder a esa circunstancia.

Caminando hacia atrás

-Obrist: Ha manifestado su intención de crear una pieza más grande con esos cangrejos. -Weiwei: Estoy preparando una muestra con una gran cantidad de ellos para octubre en el Hirshhorn Museum de Washington. Ahora estoy trabajando en obras nuevas con acero. Recogí todas estas barras de metal de entre las ruinas del terremoto de Sichuan. Gran parte de mi trabajo actual tiene relación con la investigación que emprendimos tratando de encontrar los nombres de todos los escolares fallecidos en el seísmo. Encontramos unos 5.000 nombres que publicamos por medios diversos, lo que se convirtió en una acción política ya que apuntábamos a la responsabilidad del Gobierno en las muertes causadas por el terremoto como consecuencia de la baja calidad de la construcción, abriendo también un debate sobre el valor de la vida individual, dos cosas que esta sociedad rara vez se plantea. Y lo hicimos con ayuda de voluntarios, a través de un blog en internet. Excavamos sin descanso, realizamos muchísimas entrevistas y me metí en más problemas todavía. Me golpearon e hirieron. Pero pensamos que era necesario que este asunto aflorara de alguna forma, y entonces concebimos obras en localizaciones permanentes para mantener el recuerdo vivo entre la gente. Contemplan los restos del terremoto y, como los hemos estirado para que tengan estas configuraciones especiales, desean tocarlos. Se trata de hacer públicas nuestras emociones. -Peyton-Jones: El material elegido se emplea para reforzar construcciones -es el refuerzo más fuerte posible- por lo que debe ser complicadísimo doblarlo, pues es precisamente lo que no tiene que pasarle. De hecho, es una lucha contra el material. -Weiwei: En efecto. Para estirarlo se requiere un mínimo de 200 grados Celsius; después, poco a poco, se va rajando. Es un trabajo más parecido a la orfebrería. Llevamos unos cien, y ha costado varios años hacerlos. Son finísimos y de líneas muy rectas. -Peyton-Jones: Es como trazar una línea, y es también algo que resulta familiar a todo el mundo por estar a la vista en solares en obras de todo el país; es lo que crea el tejido del edificio y permite mantenerlo en pie. Es una especie de materia internacional. La pieza es fantástica, y muy importante. -Obrist: ¿Será una instalación gigantesca, o consistirá en obras individuales? -Weiwei: La idea es que sea una sola pieza y creo que este proyecto va a ser mucho más potente que la instalación de pipas de girasol de porcelana creada para la Tate Modern. Cubre un espacio muy grande y es más pesado: tenemos casi 200 toneladas de material que nos ha llevado unos dos años reunir.

Cong, 2012

-Obrist: ¿Y va al Hirshhorn Museum? -Weiwei: La póliza del seguro del museo hace que sólo una pequeña parte pueda ir. El suelo no tiene capacidad para soportar la pieza completa. -Obrist: ¿Piensa exhibirla alguna vez entera? -Weiwei: Si se presentara la oportunidad me encantaría. -Obrist: ¿Cómo la presentaría? ¿Tiene un plano de cómo colocarla en el espacio? -Weiwei: No. A veces ese es el problema al hacer una obra: no tenemos en cuenta el espacio y debemos planteárnoslo a posteriori. No es como la arquitectura. En un primer momento se puede ignorar por completo la forma de presentación, algo que luego se convierte, a menudo, en un problema. Un campo de materia listo para algo. -Obrist: Otra obra reciente sobre el seísmo es Cong (2012), la pieza que presentó en la Feria de Arte de Hong Kong. -Weiwei: Sí. Guarda relación también con el terremoto. -Obrist: Era como una capilla montada en una sala, con los nombres de los niños muertos distribuidos por todo el espacio; una especie de monumento en su honor. -Weiwei: Manteniendo la forma clásica del objeto ritual de jade, Cong muestra en su interior los nombres de todos los escolares muertos y fuera todas las cartas que remitimos al Gobierno preguntando por lo que realmente ocurrió durante el terremoto. Enviamos unas 10.000 preguntas -nadie ha planteado nunca tantas- a casi 200 instancias gubernamentales de todo tipo: educativas, policiales... incluso a las personas que gestionan las donaciones. Al tratarse de información pública están obligados, por ley, a contestar. Lo asombroso es que no recibimos respuesta a una sola de las 10.000 preguntas. Todos los departamentos, de todos los diversos niveles, utilizaron exactamente la misma frase para responder a todas aquellas preguntas diferentes que, evidentemente, les asustaban.

El mayor tesoro

-Peyton-Jones: Aunque no pueda salir del país, esté donde esté, cuenta con ejércitos respaldándole: ejércitos de londinenses y de ciudadanos de todo el mundo, a los que no ve pero que están detrás de usted. Y ese es un poder inédito que ha conseguido reunir. -Weiwei: Es una imagen interesante. A veces lo siento, al oír la voz de las personas y verlas expresarse. De lo que estamos hablando es de humanidad. Siento una profunda gratitud por ese respaldo internacional y especialmente el de Londres después de la exposición en la Tate. Los británicos han dado pruebas de una gran pasión y energía, y ese es, para mí, el mayor tesoro, un tesoro que permanecerá conmigo. Se me ha colocado en una posición en la que se ha vuelto más necesario para mí continuar mis esfuerzos. Las autoridades han hecho más necesario aún que siga. He empezado a aprender a resistir mejor. Antes se me criticaba por esto o por aquello; ahora el ataque es más simbólico. Y soy muy tozudo. Por eso valoro tanto el apoyo moral, porque estamos convirtiendo nuestro argumento en una especie de sistema que se ha diseñado a sí mismo y que tiene que encontrar aún un lenguaje para expresarse. Queda, por tanto, mucho por hacer. Y no estoy hablando sólo de lucha y de tristeza: también de un montón de alegría y de conocimiento.

NUNCA PEDIRÉ PERDÓN Por fin llega a nuestro país la presentación de Ai Weiwei: Never Sorry, el primer largometraje sobre el artista ganador del Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance. Será mañana sábado, 22 de septiembre, a las 18h en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, en el marco de las TimeTalks organizadas por el New York Times. Hay entrada libre hasta completar aforo. La película, realizada por la periodista y cineasta Alison Klayman, muestra el quehacer diario de Weiwei, uno de los artistas más importantes y polémicos de los últimos años, y también presenta una representativa crónica de la represión del Gobierno por el que Ai fue detenido durante tres meses en 2011. Ivestigación, activismo y emoción a partes iguales.