Image: Jorge López

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Arte

Jorge López

Sugar Cotton

17 abril, 2008 02:00

J. López: Sin título, de la serie After Chapman, 2008

Galería Valle Ortí. Avellanas, 22. Valencia. Hasta el 6 de mayo. De 250 a 1.800 E.

El escaparate de la galería Valle Ortí exhibe, frente al Palacio Arzobispal, un grotesco conejo de peluche colgado por los testículos. El muñeco, que no da muestras de sufrimiento alguno, expone su hedonista ensimismamiento, enganchado a las cadenas de un mural en el que aparece dibujado el puente de Brooklyn tras una explosión. Con ello, el artista Jorge López (Argentina, 1975) abre boca de lo que está por ver en la exposición Sugar Cotton, en la que una libre campa a sus anchas. Un primer grupo de trabajos -Fotonovela erótica de los años 70 (2007)- recoge unas impresiones digitales sobre las que el artista ha intervenido con dibujos infantiles para hacer más fluido el color y más nítido el mensaje de serie B. En estas obras, se deja actuar a la inocente liebre, dando rienda suelta al animal que llevamos dentro. La liebre es un animal tranquilo y observador. Con inteligencia e intuición, la liebre es también símbolo de la procreación. En el amor da pero debe recibir a cambio todo lo dado. Es también fiel y demostrativa de afecto; busca la diversión y se muestra espontánea y suelta. Así, encontramos la liebre también en una serie de pequeños dibujos en los que expone su rosado pelaje del lado de ácidos comentarios como "Beuys don’t cry", "Art wold" o "To digest". De otro lado, aun cuando la liebre parece oculta, las alusiones sexuales se perfilan aquí veladamente en continuos agujeros sobre papel perforado, desde los que asoma vello púbico. Si en las obras anteriores eran Mike Kelly o Joseph Beuys, los maestros homenajeados, en la instalación After Chapman, al amparo de Goya, son los hermanos británicos los que resultan agasajados. Sobre un tapiz de "papel pintado" con diversos adornos construidos a partir de fragmentos de imágenes pornográficas, se cuelgan populares estampas de género, mejoradas por Jorge López, que la liebrecilla hace de las suyas.