Arte

A la sombra de la Tour Eiffel

Inaugura en París el Museo del Quai Branly

29 junio, 2006 02:00

Fachada del Museo Quai Branly, de Jean Nouvel

"A la sombra del Reina Sofía" fue el lema elegido por Jean Nouvel para el concurso de ampliación del museo, hoy construido. Aunque para algunos Nouvel, más que estar a la sombra de Sabatini, estuvo realmente en este proyecto a la sombra de Lucerna. Desde el año 1981, cuando su arquitectura empezó a ser reconocida gracias al parisino Instituto del Mundo árabe hasta hoy, cuando se finaliza e inaugura el museo Quai Branly en París, han pasado veinticinco años en los que Jean Nouvel ha realizado un esfuerzo desmedido para vencer el peso de la materia gracias a su desaparición.

"El peso de la materia es arcaico (…) hay que superarlo". Esta frase del propio Jean Nouvel resume claramente sus intenciones. Y ejemplos excepcionales hay de ello, como la Tour Sans Fins o la Fundación Cartier, ambos edificios también en París.

En el Instituto del Mundo árabe la arquitectura y cultura de esa civilización se interpretaban en un edificio mediante el tratamiento de la luz a partir de filtros y celosías, la superposición de las tramas, la interioridad de los espacios, el uso de los reflejos y la reflexión que los propios materiales propician. Ahora, es la cultura de las artes y civilizaciones de áfrica, Asia, Oceanía y las Américas el motor de origen de la creación de este Museo Quai Branly. Aquí la materia más que desaparecer se afirma, el volumen más que romperse se manifiesta y la riqueza y espacialidad que surgen del empleo de los materiales y vidrios se desvirtúan con el uso de pinturas aborígenes en los muros y paredes interiores del edificio, con la creación de fachadas vegetales y con la disposición de tramas confusas y de orden no reconocible.

El museo pierde la frescura de las ideas sencillas, que no simples, que Nouvel nos ha enseñado en muchos de sus edificios; pierde la magia de experimentar los árboles en los reflejos de los vidrios que aprendimos de la fundación Cartier; pierde la planta estructurada y clara, las estructuras dispuestas como filtros y tramas superpuestas en pos de soportes aleatorios en posición y tamaño; y sobre todo, pierde los espacios mezcla de realidad y ficción que nos ha enseñado tantas veces, y que efectivamente, lograban vencer la gravedad. La unidad se doblega a las partes diferentes y confusas, la escala se rompe y el edificio se nos presenta como una adición de elementos, más propio de otros arquitectos estrella del momento muy ajenos a su discurso.

Escondido entre árboles, en un solar inmenso en el corazón de París, el museo no alcanza a superar ese peso de la materia al que Nouvel nos tenía acostumbrados, encontrándose en verdad, a la sombra de la Tour Eiffel.