Image: Formas líquidas

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Arte

Formas líquidas

20 marzo, 2002 01:00

Fachada del nacimiento de La Sagrada Familia

El mundo intelectual de Gaudí gira en torno a un ideal patriótico y religioso. No hace falta insistir en que el Modernismo se asocia a un proyecto de modernización cultural de carácter nacionalista. Pero, ¿y la cuestión religiosa, acaso le aleja de la idea de progreso que impone la sociedad industrial? ¿Qué relación existe entre el sentimiento religioso y la arquitectura de Gaudí? éste es uno de los aspectos polémicos y en él tal vez se encuentre una de las claves para aproximarnos a esta pregunta sin respuesta que es Gaudí.

Frente a lo que se ha dicho en muchas ocasiones, la Iglesia católica catalana participa de este proyecto de modernización, que, dicho sea de paso, sintoniza con un movimiento más general a nivel europeo. Claro que representa el ala conservadora del Modernismo, pero no adopta una posición de censura frontal y convive -no sin contradicciones y limitaciones- con las transformaciones de la ciudad industrial. La expresión artística de esta iglesia se concreta en el Cercle artístic de St. Lluc, que aglutinaba críticos, artistas, arquitectos; su doctrinario: el obispo Torres i Bages, el gran teórico del catolicismo conservador. El arte que proponía Torres i Bages, era la expresión de valores cristianos y poseía sin duda alguna un registro de modernidad en el contexto de la época. Los hermanos Llimona - Joan, el pintor, y Josep, que pasa por ser la cima de la escultura catalana del momento- expresan este ideal; hoy en día los percibimos como creadores de una gran sensualidad. Y en todo caso -tal vez por esta razón-, respondían a un sentimiento cristiano, cristalino y diáfano.

Gaudí militaba en los círculos católicos, frecuentaba el Cercle y a Torres i Bages. Buena parte del pensamiento que se le atribuye se articula en este contexto. Pero existe una gran diferencia entre Torres i Bages y Gaudí. El arquitecto era un místico. Más todavía: era un fundamentalista intransigente. El poeta Joan Maragall, una de las personas allegadas a Gaudí, recuerda un encuentro con el arquitecto: "él en su trabajo, en la lucha, en la materia para hacer la idea, observa el castigo, y se delecta. No pude disimular mi repugnancia por un sentido de la vida como aquel y discutimos poco, porque rápidamente observé que no podíamos comprendernos. ¡Yo que creía ser profundamente católico me percaté de que él representaba una tradición dogmática! (...)". El integrismo de Gaudí lo aleja de un Torres i Bages contemporizador. Violento y excesivo, radical y desmesurado, Gaudí representa una posición tremendista del catolicismo. Pero existe otro aspecto muy importante: la cita de Maragall ha dado pie a una de las interpretaciones más bellas y sugerentes sobre el arquitecto: como ha señalado Juan José Lahuerta, Gaudí se expresa como una contradicción entre materia y espíritu. En Gaudí se plantea un problema de fantasmas interiores: castigos, tentaciones, pecados, expiaciones. Su arquitectura representa el esfuerzo de dominar la materia, aquellas connotaciones negativas que siempre son asociadas al materialismo. Las formas desbordantes, líquidas, como si se trataran de una lava solidificada, de Gaudí evocan -según se ha dicho- la lucha contra la materia. El de Gaudí no es un problema de razón, es una cuestión moral o un drama teológico vivido en primera persona. Lo que revela su arquitectura es una problemática trascendente. De ahí que la finalidad de la arquitectura gaudiniana sea el templo, el templo de la Sagrada Familia, que concentrará todas sus energías.

El ideal de los gremios medievales, así como el contexto de la época, favorecía la idea de la arquitectura como arte total y el arquitecto como coordinador y responsable de los artistas y artesanos que intervienen en la construcción del edificio. Pero en el caso de Gaudí es diferente. Gaudí pretendía crear una especie de Ars magna, manifestación simbólica del universo que sobrepasaba lo humano. No se trataba de una simple cuestión de coordinación sino de la transmisión de una idea, la creación como soplo divino. El arquitecto como alter deus es otra imagen asociada a Gaudí. Naturalmente que la arquitectura entendida como arte decorativa exigía la movilización de artistas y artesanos. Aleix Caplés, Joaquín Torres-García, Josep Llimona, por citar algunos nombres entre los artistas, y otros muchos artesanos y talleres colaboraron con Gaudí. Pero la posesión creativa de Gaudí los anula, son como anécdotas o accidentes que no poseen sentido por sí mismos porque, a diferencia de Gaudí, estos poseen escala humana.